Llega el verano y con él el calor, la sed y la necesidad de comer cosas fresquitas y refrescantes. En esta definición entran perfectamente las frutas de verano, que por sus características son una muy buena opción alimenticia para los niños y niñas.
Por su cantidad de agua (rondan el 85-90%) quitan la sed, aportan sales minerales que ayudan a reponer las eliminadas por el sudor, contienen azúcares que proporcionan energía y vitaminas y factores de protección para los pequeños.
Las frutas de verano son además de nutritivas un reclamo para los niños, pues suelen tener un color más llamativo y un sabor algo más dulce que las de otra temporada.
Veamos cuáles son estas frutas, qué características tienen y cuándo pueden empezar a tomarlas nuestros hijos:
- Melón: Es una fruta rica en potasio (más que el plátano) por lo que es un buen remineralizador. Un 90% del melón es agua y aporta 33 Kcal por cada 100 gramos. Es rico en vitaminas A, B y C.
El melón se puede empezar a ofrecer a los niños a los seis meses, aunque por su sabor dulzón se podrían ofrecer otras frutas para no acostumbrarles de inicio al sabor dulce.
Aporta 16 Kcal por cada 100 gramos y a pesar de su sabor dulce el contenido de azúcares es bajo.
Se le puede empezar a ofrecer a los niños a partir de los seis meses, pero por el mismo sabor dulce que el melón (aunque un poco menos) y por ser prácticamente agua, serían recomendables otras frutas a esas edades.
Un 90,7% del melocotón es agua, por lo que también forma parte de las más refrescantes, y aporta 27 Kcal por cada 100 gramos.
La fruta en sí puede ser ofrecida a los niños a partir de los seis meses, en cambio la piel es bastante alergénica. Como pelar la fruta sin tocar la piel es prácticamente imposible se recomienda no ofrecer el melocotón hasta los 12 meses.
El 90,5% de las fresas es agua y aportan 27 Kcal por cada 100 gramos.
La fresa forma parte de las llamadas “frutas rojas”, que liberan histamina. Esto quiere decir que puede producir reacciones alérgicas por lo que se pueden empezar a ofrecer a los 12 meses (y mejor si se hace incluso a los 18 meses).
El zumo de arándanos, muy apetitoso, mantiene intactas las características de la fruta.
El arándano es una fruta silvestre que, como la fresa, libera histamina. Por esta razón se puede empezar a ofrecer a los 12 meses (aunque mejor a los 18).
Tiene un contenido en agua del 86% y aporta 42 Kcal por cada 100 gramos.
Al ser primo-hermano del melocotón, el albaricoque tiene el mismo problema con respecto a la piel. Por ello es mejor no dárselo a los bebés hasta que cumplan los 12 meses.
Es una fruta roja que a nivel alergénico tiene riesgos similares a los de las fresas. Se les puede empezar a ofrecer a los bebés a partir de los 12 meses (aunque es mejor esperar a los 18). Al contener ácido salicílico no están recomendadas para los alérgicos a las aspirinas.
Su contenido en agua es del 86,2% y aporta 38 Kcal por cada 100 gramos.
No es una de las frutas más alergénicas y es familiar de las ciruelas, que pueden comerse a los seis meses. Por esta razón no hay contraindicación en ofrecerlas a los bebés a partir de los seis meses (previamente deshuesadas y troceadas, claro).
Una vez repasadas las frutas de verano, sólo queda echar un poco de imaginación para prepararlas de manera curiosa y apetecible. Quizá os sea útil para ello echar un vistazo a algunas recetas de las que ya hemos publicado en Bebés y más como el refresco de melón o el gazpacho de sandía.
En el caso de los bebés de a partir de seis meses, cortarlas en trocitos pequeños y permitirles que ellos mismos se los lleven a la boca cogiéndolos del plato permitirá combinar aprendizaje y nutrición. Deberemos tener en cuenta, en cualquier caso, que la cantidad de fruta para los niños menores de un año no debe ser muy elevada, pues el aporte calórico de la fruta es bajo en comparación con la leche y otros alimentos.
Más información | Consumer, Dietas matemáticas, Revista impresa Mibebé y yo nº 206
Foto | Flickr (Matteo.Mazzoni)
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