A menudo escuchamos hablar de las grasas trans o los aceites vegetales hidrogenados. Son componente de muchos de los alimentos industriales, especialmente bollería, precocinados y aperitivos. Los tomamos creyendo que son iguales que cualquier otra grasa, necesaria para nosotros en cantidad moderada.
Incluso nos engañamos al leer "grasa vegetal" pensando que son más saludables que las animales. Sin embargo no es verdad. Las grasas trans son artificialmente solidificadas y mantienen esta estructura después de la ingesta, y esto no es bueno para nuestros corazones ni para nuestros cerebros.
Las grasas trans son ácidos grasos que se forman cuando los aceites vegetales se procesan y se transforman en más sólidos o en un líquido más estable. Aparecen etiquetadas como grasas hidrogenadas. Vamos a ver cuales son sus efectos perniciosos para la salud, que los tienen y muy serios, especialmente para los niños.
Lo más evidente es que su ingesta en un porcentaje alto hace que aumente el riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares al reducir los niveles de colesterol "bueno" y subir el "malo". ) e incrementar los de LDL ("malo")
Hace unos días el responsable de Componentes y Aditivos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el doctor Pedro Mario Fernández habló sobre ellas en las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica.
Estos productos permiten que los alimentos duren más tiempo y tengan una textura apetitosa pero hay que tener en cuenta que se traslada al bebé durante la gestación y la lactancia, pudiendo incidir en un menor coeficiente intelectual ya el cerebro necesita grasas de calidad para formarse correctamente y también pueden tener relación con el bajo peso al nacer.
Además estas grasas interfieren en la absorción de las vitaminas liposolubles (A,D,E y K) que son fundamentales para el crecimiento y la salud infantil, y predisponen a la obesidad.
Por tanto hay que eliminar o reducir enormemente la ingesta de productos industriales que las contengan. La bollería industrial, las patatas prefritas, los precocinados y los aperitivos deberían ser consumidos muy poco, y cuando digo muy poco quiero decir que nada de hacerlo semanal o diariamente, sino como mucho una vez al mes. Aunque lo ideal es desterrarlos de la alimentación, especialmente la de los niños.
Aceite de oliva y pescado azul son las grasas más adecuadas, pudiendo tomarse de forma esporádica grasas animales, pero las hidrogenadas las considero peligrosas y muy poco recomendables. En realidad, conociéndose como se conocen sus efectos negativos a nivel nutricional, no entiendo que se permita el uso alimentario de las grasas trans. Míremos las etiquetas y desechemos las que nos indiquen que llevan estos componentes. Nuestra salud y la de nuestros hijos nos lo agradecerá.
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