En mi casa, la casa de mis padres, siempre nos acompañó la televisión a la hora de comer. Cuando vivía con compañeras más tarde y en pareja, también solíamos aprovechar las comidas y cenas para ver la tele. Pero ahora hace un tiempo que apenas veo las noticias, más o menos el tiempo que tiene mi hija mayor, cuatro años.
Ahora no tenemos televisión en la cocina, que es donde comemos, y aunque echo de menos ese ratito de información, que intento suplir con las noticias a otras horas del día o en otros medios, creo que tener la tele apagada durante las comidas es una buena idea.
Y ello a pesar de que la televisión hubiera sido en más de una ocasión un buen “método” para que las niñas se mantuvieran sentadas, algo que me cuesta lograr y que a veces, cuando tenemos prisa, me desespera.
Pero al no tener televisión nos miramos más, que parece una tontería, pero no es lo mismo que levantar la vista del plato solo para ver la pantalla. Y sobre todo nos escuchamos y nos hablamos más en familia. Queremos saber qué hacen en el cole, hablar de la comida, de lo que quieren hacer por la tarde, de los mejores momentos del día...
Como digo, tal vez la tele haría que mis hijas no se levantaran tanto de sus sillas, algo que, si no lo han hecho antes, a la hora del postre parece inevitable y se acciona el resorte que les hacen levantarse e improvisar pases de modelo, numeritos de circo, saltos, malabares o cualquier otra actividad física no muy apropiada para la mesa.
Pero tampoco podemos pretender (o yo no lo hago) que con dos y cuatro años sean ejemplo de paciencia y estaticidad a la hora de comer (ni a ninguna otra hora). ¡Si a veces incluso yo necesito movimiento! Lo que hubiera dado por poder levantarme y hacer malabares en alguna que otra reunión tediosa…
Bueno, lo reconozco, cuando comemos las tres solas yo también he bailado alguna vez con ellas a medio comer ¡y lo que nos hemos reído! Ahora intento que vean que no puede ser siempre, que a veces hay prisa, y que en lugares con otras personas pueden molestar.
Pero en definitiva, no, no tenemos televisión en la cocina, y no estaremos muy informados de la última hora, pero nadie nos quita esos momentos de comunicación y diversión que tampoco nos darían los telediarios, Los Simpsons o Bob Esponja.
Foto | Walter Boy en Flickr-CC
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