Dice Gabriel García Márquez que cada niño lleva dentro de sí un artista, y que dependerá de su entorno que al final saque ese artista o no. Los padres, "despistados", y los maestros, "fatigados", muchas veces no se dan cuenta de ese artista en potencia, de ese don que todo niño posee.
La clave para descubrirlos es dejarles escoger sus juegos, pues del mismo modo que si les dejamos un montón de libros al alcance de la mano, al final se quedarán con el que más le guste, así harán con los juegos. Que tengan todo tipo de juguetes, que les ofrezcamos distintos entretenimientos, para ver cómo se quedan con unos u otros.
Que dejemos vía libre a su creatividad, que no les obliguemos a hacer aquello que no les gusta, sea un juego, un deporte, una pintura, un instrumento... Obligarles a dedicar su tiempo a algo que les desagrada es matar su don, matar ese artista que llevan dentro. ¿Cuántos grandes lectores se habrán perdido a causa de unas lecturas obligatorias poco adecuadas?
Muy pocos niños seguirán cultivando su afición si el entorno está en contra. Algunos lo harán a escondidas mientras crecen y cuando crezcan, pero serán la minoría. La mayor parte de esos niños a los que no se les permitió sacar su arte se unirán al gran grupo de la gente común. Puede que sea la escuela la que los unifique, puede que sean sus padres (y García Márquez habla de "las ventajas de no obedecer a los padres"), o el trabajo más adelante...
Porque al final, si no se cultiva la creatividad, esa aptitud se va haciendo pequeña hasta desaparecer, porque es como un órgano inútil que no sirve para nada. ¿No sería lo ideal que alguien estimulara ese don para desarrollarlo?
Por desgracia, nuestra sociedad no está organizada para dar importancia al arte. En las escuelas e institutos las enseñanzas artísticas están infravaloradas y silenciadas. En la vida el arte no importa, a veces se quiere hacer elitista, a veces se quiere marginar...
La educación artística es una función social, y el goce por las artes y las letras deberían inundar nuestro entorno, no solo en las escuelas. Y sabemos que esto no sucede.
Por eso debemos estar atentos a todas las señales. Ya sabéis, nuestros hijos podrían ser grandes artistas: cocineros, escritores, pintores, escultores, científicos, músicos... solo que aún no lo sabemos, ni lo saben ellos. Aunque lo podemos intuir, y también buscarlo...
No hay que esperar a que las vocaciones lleguen: hay que salir a buscarlas. Están en todas partes, más puras cuanto más olvidadas. Son ellas las que sustentan la vida eterna de la música callejera, la pintura primitiva de brocha y sapolín en los palacios municipales, la poesía en carne viva de las cantinas, el torrente incontenible de la cultura popular que es el padre y la madre de todas las artes (Gabriel García Márquez)
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