Los tics nerviosos son contracciones involuntarias que involcuran grupos de músculos. Es posible que notéis en vuestro hijo este tipo de movimientos en algún momento de su infancia. Aproximadamente el diez por ciento de los niños tienen tics nerviosos, pero la mayoría de las veces son transitorios y se resuelven por sí solos.
Los tics nerviosos en los niños suelen aparecer generalmente a partir de los cinco años. Movimientos involuntarios, irregulares y repetitivos como arquear las cejas, parapadeos constantes, fruncir la nariz, chasquear la lengua, girar el cuello o encoger los hombros se convierten, aunque a veces se vea como una manía o una mala costumbre, en una forma de liberar tensiones.
Si bien el factor genético puede influir, la mayoría de los tics se achacan a factores ambientales y de aprendizaje. Son reacciones ante situaciones que producen ansiedad o irritabilidad en el niño, aumentan con el estrés y disminuyen al realizar actividades relajantes y durante el sueño.
Los tics ocurren muchas veces al día, usualmente en brotes y presentan constantes variaciones. Mejoran cuando el niño está tranquilo y empeoran cuando está estresado, cansado o ansioso.
Se suele decir que los tics “van y vienen”. Afectan más a los niños que a las niñas y suelen ser más intensos en niños cohibidos y tímidos. En algunos casos, pueden estar relacionados con trastornos como déficit de atención e hiperactividad y obsesivo-compulsivo.
Tipos de tics
- Tics motores simples: son los más frecuentes. Dentro de este grupo, encontramos el parpadeo o el guiño de los ojos, las sacudidas de cabeza y movimiento de hombros, brazos o piernas. Son transitorios. Tienen una duración variable de uno a doce meses.
- Tics motores complejos: son bastante poco frecuentes. Por ejemplo, golpearse a sí mismo, saltar, pisotear.
- Tics vocales simples: aclararse la garganta, gruñir, sorber por la nariz, resoplar…
- Tics vocales complejos: cuando el niño padece tics del tipo ecolalia (repite las palabras que le dirigen), alilalia (repite sus propias palabras) o coprolalia (emite palabras obscenas). Son tics crónicos, que duran más de un año, período en el cual no hay más de tres meses consecutivos sin tics. Hay que prestar especial atención a estos síntomas, ya si que se puede sospechar que sufre el Síndrome de Tourette, un desorden neurológico.
Aspectos psicológicos
Los tics son manifestaciones de deseos no satisfechos, conflictos que el niño no puede resolver por sí mismo, dolores y frustraciones acumuladas que expresa mediante estas descargas de tensión.
El niño con tics nerviosos suele sufrir mucho por no poder controlar los movimientos bruscos e involuntarios, haciéndole sentir vergüenza y en ocasiones dificultando las relaciones con otros niños. Ya sabéis que los niños son muy directos y pueden llegar a herir su susceptiblidad.
Esto provoca aún más ansiedad que se manifiesta en más movimientos, es por eso que la comprensión de la gente que le rodea es primordial para que pueda superar el trastorno.
¿Qué hacer si mi hijo tiene tics nerviosos?
El niño no lo hace a propósito ni para enfadar a los padres. Los tics nerviosos son movimientos involuntarios e inconscientes. Corregirle a cada rato para que deje de hacerlo y estar encima del niño no es recomendable. Los padres deben mantener la calma, tener paciencia, comprenderles y esperar a ver cómo evoluciona el trastorno. Lo esperable es que desaparezcan si no se les presta demasiada atención.
Estudios sobre el tema han comprobado que cuando los padres consideran los tics de sus hijos como algo normal y pasajero sin prestarles especial atención, la evolución es satisfactoria y desaparecen sin dejar secuelas en pocos meses, o a lo sumo un año. Por el contrario, cuando presionan a los hijos o les riñen, los tics se vuelven más frecuentes e intensos.
Hay que evitar las situaciones que les provocan una tensión interna y fatiga tanto física como psíquica, así como evitar sobrecargarlos de actividades u obligaciones. En cambio, favorecer momentos de esparcimiento y distracción, y realizar con ellos actividades que les resulten placenteras.
Los tratamientos farmacológicos no están indicados en casos leves. Si el tic persiste durante más de un año, se vuelve más intenso o frecuente, e interfiere en sus actividades cotidianas es recomendable acudir a un especialista.
Más información | Aeped (pdf), Mi cerebro
Foto | flash.pro y sergis blog en Flickr
En Bebés y más | El niño tiene un “tic” transitorio