Demostrado: los niños aprenden a ser violentos de los adultos

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Os muestro, en esta ocasión, imágenes de otro famoso experimento psicológico que demuestra que los niños aprenden a ser violentos de los adultos y si nosotros somos violentos y agresivos enseñamos a nuestro hijo a serlo.

Se trata del experimento con el muñeco Bobo de Albert Bandura, en el que demuestra que, mostrando al niño conductas violentas se puede conseguir que sea violento él mismo.

El experimento del muñeco Bobo

Bandura es un psicólogo ucraniano-canadiense de tendencia conductual, profesor de la Universidad Stanford, y uno de los psicólogos más famosos y citados de todos los tiempos. Su trabajo se ha centrado en el aprendizaje social, la teoría social-cognitiva y la psicología de la personalidad. Es además creador de la categoría de autoeficacia.

Pero quizá por lo que es más conocido es por este experimento sobre la violencia y la manera en la que los niños la aprenden: el experimento del muñeco Bobo.

Bandura quería demostrar sus teorías sobre la adquisición de conductas sociales como la violencia o la agresividad. Proponía que los patrones agresivos se producen desde y en la infancia por la imitación que los niños hacen de lo que sus modelos realizan (sus padres, hermanos, compañeros, maestros o en los medios de comunicación).

Utilizó para su experimento al muñeco Bobo, un muñeco relleno de aire pero que recupera la posición vertical al ser golpeado. Bobo tiene la cara de un payaso.

Tomó un grupo de niños en edad preescolar y los dividió en tres subgrupos. El primero vió como un adulto golpeaba al muñeco, el segundo al adulto sin agredir al muñeco y jugando con otras cosas y el tercero no vio nada, sirviendo de grupo de control.

Las hipótesis de Bandura

Bandura planteó sus hipótesis: los niños que hubieran visto las agresiones atacarían al muñeco, los que vieron juegos pacíficos no le atacarían, e incluso serían más pacíficos que el grupo de control (en esto no acertó, ambos grupos fueron igualmente pacíficos). También pensó que los varones serían más violentos y que el sexo del adulto influiría en que fueran los niños de su mismo sexo los que copiasen su conducta.

Resultado: los niños aprenden la violencia de los adultos

Acertó en casi todo. Los que habían visto el modelo agresivo lo imitaron, tanto verbal como físicamente, siendo las agresiones verbales las que más posibilidades tenían de ser copiadas. Es decir, si usamos insultos y vejaciones verbales los niños van a actuar de ese modo con otros. También, si los exponemos a la violencia ellos la van a copiar y reproducir.
Fue también evidente que los niños copiaban a los adultos de su mismo sexo en mayor proporción y que, en general, las conductas agresivas y violentas eran más comunes en los varones.

Los niños aprenden la violencia por imitación

Hay que destacar que estos comportamientos se produjeron por imitación, no había premios ni castigos, tan gratos al conductismo, que modificaran la conducta de los niños. Los niños, sencillamente, aprendieron de los modelos adultos los comportamientos “adecuados”.

No es necesario usar técnicas conductistas en la crianza y la educación de los niños (aunque sirvan para manipularlos) si los adultos son modelos buenos, y no enseñan a los niños violencia ni permiten que sean expuestos a ella. Podemos matizar que los niños muy pequeños pueden no saber canalizar o expresar sus emociones negativas, pero ahí está el adulto para educar de verdad con ejemplo y empatía, a la vez que cuida mucho de averiguar si el niño recibe modelos violentos del entorno.

Igualmente, hay que señalar, que en los niños no solo influyen sus padres, aunque sea el entorno familiar el más importante. El chantaje emocional es otra forma de violencia que los niños experimentan y que no debemos olvidar tampoco.

También, si creemos que nuestros hijos merecen no aprender a ser violentos, debemos exigirnos poner los medios para que nuestros hijos no aprendan violencia de la televisión, otros niños con comportamiento agresivos, la escuela, los maestros o miembros de la familia extensa que pueden seguir recurriendo a humillaciones, gritos, insultos, chantajes o azotes para criar o educar.

Demostrado: la violencia se aprende

El experimento del muñeco Bobo de Bandura demuestra que los niños aprenden a ser violentos de los adultos y de su entorno. Si no exponemos a los niños a la violencia, no somos agresivos verbal, emocional o físicamente con ellos, los niños no van a ser agresivos.

La responsabilidad del mal comportamiento es nuestra y es evidente que las conductas de los padres en el ambiente familiar o el entorno social y escolar van a reflejarse en la conducta de los niños.

Además, sabemos que la violencia afecta al cerebro de los niños, que pegarles les puede causar trastornos mentales y que los vuelve agresivos.

Los adultos y el entorno hacen a los niños violentos. Cambien a los adultos, no castiguen a los niños con técnicas conductistas. Lo que los niños necesitan es ser respetado y vivir en un ambiente pacífico, no que les hagan más daño por algo que los adultos les han enseñado a hacer.

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    • interesante

      Ayer tal vez no me expresé claramente, cosas de las prisas. Lo que quiero es hacer una crítica constructiva sobre la forma del post de Mireia. Lo que me parece criticable del artículo es que impone un punto de vista en vez de ser un artículo divulgativo. Es legítimo posicionarse, por supuesto, pero no puedo evitar ciertas molestias durante su lectura dado que la forma me hace ver que, pretendiendo divulgar una información, se establece esta como una verdad absoluta. Al menos esa es mi impresión como incrédulo vocacional

      Agradecería poder leer los estudios originales de Bandura, para hacerme una idea más clara, pero hasta ahora no he encontrado una fuente por la que no haya que aflojar una tanto de dinero. Sin embargo he leído otros artículos que si están accesibles referidos a aquellos.

      No pongo en tela de juicio la importancia del experimento del muñeco bobo como punto de inflexión en el estudio del comportamiento. Sin embargo no me puedo abstraer del contexto histórico en el que se produce. Lo veo más como un principio que como una meta en sí mismo. La apertura de una nueva forma de enfocar el problema. Pero no se puede tomar como una piedra filosofal ignorando completamente los cincuenta años posteriores al experimento y las nuevas aportaciones que se hayan podido producir desde otros campos y otras corrientes de pensamiento.

      La validez del experimento en sí se pone en duda, ya no por mí, sino por personas autorizadas. Aspectos criticados son la mala elección de la población de estudio (esto es un mal que se sigue produciendo a día de hoy, tampoco creamos que ahora somos más avispados que nuestros abuelos) en cuanto a la escala social, la etnia y la edad en tanto en cuanto al desarrollo cerebral y la manipulación de los grupos a través de la frustración previa.

      ¿Cómo se puede decir, por lo tanto, que el experimento demuestra algo? Si demostrase algo, no habría más estudios al respecto. Y me consta que los hay, incluso por el propio Bandura, con resultados aún más irregulares y con la inclusión del condicionamiento tan denostado en este blog. Si a día de hoy no conocemos el funcionamiento del cerebro ni de lejos, ¿cómo podemos aseverar que un estudio con taras en su concepción y desarrollo demuestra algo? Dudo bastante que se acepte esto como una demostración. Más bien lo veo como apoyo de resultados a una teoría que se mantiene activa por ser aplicable, pero muy lejos de una demostración formal. Al fin y al cabo ya sabemos que hay cosas que no se pueden demostrar.

      Unos apuntes respecto a aspectos literales del artículo, esas cosas que digo me hacen clic en la cabeza cuando las leo.

      Se califica a los grupos no sometidos a modelos violentos y de control como pacíficos. No he sido capaz de encontrar ni una sola referencia a ello, sino todas a ser menos propensos a la agresión. Parece lo mismo pero no lo es y por otra parte es del todo lógico dado que los sujetos del estudio no llegan sin experiencia previa al experimento. De hecho parece que la selección de grupos para hacerlos homogéneos en cuanto a sujetos más o menos agresivos se basó en el criterio de una única cuidadora. Pobre, en cualquier caso.

      Un mero formalismo: "El experimento del muñeco Bobo de Bandura demuestra que los niños aprenden a ser violentos de los adultos y de su entorno. Si no exponemos a los niños a la violencia, no somos agresivos verbal, emocional o físicamente con ellos, los niños no van a ser agresivos.". Siendo un poco descuidado con la sintáxis, esto es inferir (no b) a partir de (no a) y (a implica b) y, ruego me corrijan ya que tengo el cálculo lógico un poco oxidado, pero creo que no es válido. Lo que se puede inferir de (a implica a b) y (no b) es (no a) a través de Modus Tollens. O sea, que si los niños no se muestran agresivos es que, muy probablemente, no observan comportamientos violentos en casa. Pero cabe dentro de la lógica que niños que no observen comportameintos violentos sean agresivos igualmente.

      En conclusión, que para mí sería de agradecer que no hubiese en el artículo un posicionamiento tan vehemente que va en contra de la lógica y que se proporcionase información sobre las dudas que despierta aún a día de hoy el estudio en sí. Como he leido por ahí, la teoría del aprendizaje social aportada por Bandura es tan importante que aún cincuenta años después se sigue debatiendo sobre ella.

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    • Avatar de operata Respondiendo a operata

      Buena reflexión y sí, ahora te entiendo mucho mejor. El problema de los experimentos para demostrar cualquier teoría de tipo social es que siempre van a tener taras, quedarse cortos o si lis quieres auténticos y sin taras el experimento social saldría desorbitadamente caro y habría demasiadas variables contaminantes para controlar.

      A ningún teórico serio le vale lo de " no hay más que fijarse en la realidad para darse cuenta de que esa teoría es cierta", esa es la lucha constante del teórico social, que la realidad de demuestra lo que hay pero hacer de ello una teoría demostrada es harina de otro costal. La sociología y la psicología formulan sus teorías por que se saben científicas y así quieren mostrarse, pero los elementos con los que trabajan no son un 2 y un 3, o una masa, o una cantidad medible, y eso convierte sus estudios en altamente criticables y susceptibles de posteriores corroboraciones y detracciones por los siglos de los siglos, sin hablar de quien paga el experimento y por qué puede estar tan interesado en corroborar o echar por tierra tal o cual teoría.

      Basándose sólo en la realidad que nos rodea, para mí Bandura recreó en un laboratorio lo que ocurre en miles de hogares por todo el mundo, y que me guste o no, como adulta soy un modelo a seguir para mis hijos, así que con mucho ojo ando para no cometer errores imperdonables.

      Genial tu aportación, de veras, y por descargo mío yo no te he puntuado negativo, que me sabe mal que creas que he podido ser yo.

    • Como hipótesis Bandura demostró que la violencia se aprende, así que sí, ha demostrado lo que pretendía y supongo que es a lo que se refiere Mireia. Que otros estudios demuestran lo contrario, pues vale, igual que hubo estudios que demostraron que los médicos eran necesarios durante el parto y que parir en casa era de locas, y mira que ahora otros estudios dicen lo contrario.

      Cada cual se adscribe a las teorías y demostraciones que más comulgan con su estilo de vida. Para mí el experimento del tentetieso Bobo sí me confirma que la agresividad natural al ser humano se puede convertir en violencia de forma aprendida, por imitación o aprendizaje vicario. Si enseñamos a los niños a canalizar la agresividad en actividades constructivas y pacíficas tendremos luego personas no violentas.

      Por otro lado, y no hablo sólo de ejemplos patológicos como puede ser un maltratador, hay infinidad de personas que han aprendido a responder con violencia a las frustraciones pero que a su vez son muy conscientes de que dichas reacciones de aceptadas socialmente nada de nada, saben que su conducta es negativa, horrible, a veces delito y se arrepienten. Bandura demuestra que una forma de aprender a ser violento es por imitación, no demuestra que la violencia es una respuesta aceptable.

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