Desde que uno se convierte en padre una de las mayores preocupaciones, sino la mayor, es la de tratar de criar y educar a sus hijos de la mejor forma posible.
En esa búsqueda muchos papás y muchas mamás se dedican a leer, investigar, indagar y preguntar para conocer diferentes opciones o tendencias en la crianza, novedades en términos de salud y alimentación, información acerca de la inteligencia emocional, etc.
Esta inquietud hace que muchos padres lleven a cabo un estilo de crianza democrático y respetuoso con los niños, diferente al estilo más autoritario que se llevaba a cabo hace algunas décadas y que aún sigue vivo en aquellos actuales padres que educan a sus hijos de una manera similar a como fueron educados.
Esta coexistencia de estilos diferentes hace que en el momento en que se inicia un diálogo acerca de los niños alguien suela acabar argumentando un: “Esto se ha hecho toda la vida y no nos ha pasado nada”.
Si a esto añadimos que por alguna (extraña) razón a la gente le encanta dar su opinión sobre lo que los padres tendrían que hacer con sus hijos y que los padres viven en un constante estado de alerta y con el detector de “me está diciendo que lo hago mal” encendido, el debate está servido.
En cualquier caso esta entrada no es para hablar de las discusiones, sino para centrarnos en la frase en cuestión.
Esta frase tiene muchos matices y para según qué podría ser una argumentación válida, pero hay algunos temas para los que podría ser una conclusión apresurada y poco acertada.
Pegar a los niños
Por suerte para los niños cada vez está menos aceptado socialmente el darles un cachete. Muchos padres están educando a sus hijos tratando de evitar estos actos violentos y humillantes promoviendo las buenas conductas y la responsabilidad de los pequeños desde la vía del diálogo, la empatía, la conexión con el niño y tratando de que ellos mismos vean las consecuencias de sus actos.
Muchas personas en cambio piensan que a todos nos han pegado alguna vez y que “aquí estamos, no nos ha pasado nada”.
Si a “no nos ha pasado nada” se refieren a que no estamos muertos, todos de acuerdo, si se refieren a que no estamos internados en un psiquiátrico, también de acuerdo, sin embargo no puedo afirmar que sería la misma persona de no haber recibido esos cachetes. Cada vez que un niño recibe un cachete su personalidad se acerca a lo que sus padres quieren que sea alejándose de quien realmente es.
Darles comida antes de los seis meses
Alguna vez hemos tenido que decir “no” ante la intención de algún abuelo o conocido de dar a probar a nuestros hijos algún alimento que según las últimas indicaciones no se recomienda a según qué edad.
Los helados, por ejemplo, no son una comida que un niño de 4 o 5 meses debiera probar, por mucha gracia que haga. Tampoco hay por qué dar zumo de naranja con 3 meses, aunque entiendo que antaño sí se hacía.
Así podría estar un buen rato para mostrar que las recomendaciones actuales pasan por ofrecer la comida a los niños a partir de los 6 meses.
Nuestras madres lo hicieron diferente porque entonces se hacía diferente. No es que estuviera bien o mal, es que se hacía así. Ahora se recomienda hacer de otra manera y es por ello que aunque “se ha hecho así toda la vida y no nos ha pasado nada”, algunos preferimos seguir las indicaciones actuales, porque a muchos es probable que no les pase nada, pero a muchos otros sí (curiosamente estos no suelen decir que “se ha hecho toda la vida así y me diagnosticaron una alergia”).
De aquí a 25 años las pautas habrán cambiado en base a nuevos estudios y tendremos que entender que las cosas cambien y no se hagan como se hace ahora.
Dormir con los niños
Ya sabéis que soy firme defensor del colecho, porque me gusta y porque en mi casa dormimos todos mejor de esta manera, pero siempre he tratado de evitar decir que “se ha hecho toda la vida” porque aunque sí es cierto que la mayoría hemos dormido alguna vez con nuestros padres y no nos ha pasado nada, cada cual debe elegir dónde dormir y dónde poner a dormir a sus hijos (aunque no descarto que si algún día me tocan mucho las narices acabe por tirar de esta frase).
Sobre este mismo tema podemos hablar desde el otro lado: “Todos hemos dormido en la cuna y no nos ha pasado nada”. Se pueden argumentar muchas cosas al respecto, pues muchos niños duermen felices en sus cunas cada noche, pero muchos otros se duermen con un nivel de cortisol más elevado que cuando están con sus padres (cortisol=hormona del estrés).
Si un bebé llora cuando se encuentra solo en su cuna y se calma cuando está junto a su madre está demostrando que dormir con la seguridad y el calor de mamá es una necesidad para él.
Estas son tres de las cosas que se han hecho toda la vida y por las que “no nos ha pasado nada”. Mañana mismo os traigo otras tres.
Fotos | Flickr (surlygirl), Flickr (jencu)
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