La obediencia es peligrosa: el experimento de Milgram

22 comentarios

Cuando educamos a nuestros hijos se suele valorar mucho que el niño obedezca. Pero la obediencia, lejos de ser un valor, creo que es todo lo contrario, una reacción sumamente peligrosa para el niño y para su futuro. Y para ilustrarlo os voy a hablar del experimento de Milgram, igual que hemos usado otros famosos experimentos psicológicos para invitaros a la reflexión.

Por supuesto, hay un aspecto lógico y saludable en la obediencia: la confianza de nuestros hijos en nosotros para alertarlos en situaciones de peligro. Pero esta obediencia inmediata no debe sustentarse en la idea de que los adultos tenemos siempre razón y deben seguir nuestras indicaciones (o las de otro adulto con autoridad) sin cuestionamiento, sino que debe nacer de, como os decía, la confianza de que, si mandamos algo, es por su seguridad. Como valor que inculcar, la obediencia, es peligrosa.

La obediencia es peligrosa para los niños

La obediencia, como valor, es realmente peligrosa para los niños. Primero, por los métodos con lo que se logra. Para conseguir que un niño sea obediente se usa el castigo (del tipo que sea) o la amenaza (física o emocional) o el chantaje (“si no haces lo que te digo es que no me quieres o que eres malo”). Se busca conseguir una obediencia ciega.

Más bien deberíamos estar abiertos siempre al diálogo, la negociación, la rectificación y el derecho del niño a recibir explicaciones adecuadas a su edad. Solamente si el niño confía en que actuamos justamente podemos esperar que confíe totalmente en situaciones de riesgo.

Por el contrario, exigir al niño que obedezca sin rechistar al adulto con autoridad y que lo haga sin explicaciones o derecho a negarse, es enormemente peligroso incluso para su propia seguridad. La aceptación de normas injustas, de órdenes de cualquiera al que la sociedad de autoridad, la opresión y la sumisión son consecuencias de inculcar la obediencia.

Incluso el silencio de muchos niños ante los abusos tiene, como una de sus causas, esa exigencia de obediencia al adulto y de aceptación incuestionable de la autoridad.

La obediencia es peligrosa para la sociedad libre

Pero, más allá de las consecuencias inmediatas para el niño, la obediencia como valor es, como os decía, peligrosa para la sociedad libre. Las personas obedientes están encauzadas hacia un objetivo: deben asumir que la autoridad tiene derecho a marcarles sus acciones y no deben cuestionarla ni levantarse contra ella si es injusta. Nada se me ocurre, además de la “pedagogía negra”, más peligroso para educar personas libres, con criterio propio y capaces de revelarse ante la injusticia.

El miedo cala hasta los huesos, más incluso, la negativa a obedecer una norma o una orden injusta es la primera barrera que hay que superar para lograr hacerlo. Si queremos educar a nuestros hijos para que luchen por la justicia no deberíamos poner la obediencia entre los valores prioritarios que les inculquemos ni que esperemos de ellos. La crianza y la educación de nuestros hijos influirá en su futuro como personas libres en la sociedad.

El experimento de Milgram

Para ilustrar lo que os digo voy a invitaros a conocer y a reflexionar sobre el famoso experimento de Milgram. Si no lo conocéis seguro que os quedáis, como hice yo, absolutamente boquiabiertos. Parece mentira, parece increíble, pero es cierto. La obediencia a la autoridad se queda tan gravada en nuestras mentes que somos capaces de cometer las mayores monstruosidades.

Un tema del que vamos a partir son los crímenes de guerra causados por la obediencia y el supuesto derecho que cualquier soldado debe tener a desobedecer una orden criminal. Pero, ¿es eso siempre posible?

Milgram demostró que no, que los seres humanos tenemos (o, en mi opinión, los educados con la pedagogía negra en la obediencia) tienden a obedecer a la autoridad por el simple hecho de serlo, delegando en ella su criterio, su autonomía, su juicio y su libertad. Si la autoridad manda algo la responsabilidad ya es de esa autoridad y no de nosotros mismos, siendo capaces de hacer cosas que ninguna persona decente haría. Vamos con Milgram.

Stanley Milgram era psicólogo en la Universidad de Yale e ideo este experiemento pensando en valorar precisamente crímenes cometidos durante el nazismo.

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.

Los sujetos pensaban que el experimento analizaría otro parámetro, pero, en realidad, lo que buscaba era determinar hasta que punto eran capaces de obedecer a la autoridad contrariamente a su moralidad. Los participantes pensaban que estaban aplicando descargas eléctricas a un sujeto y aumentarían la intensidad a órdenes de la figura de autoridad. La mayoría aceptó seguir causando daño incluso cuando escuchaban gritos de agonía.

En los diferentes experimentos los resultados, con variaciones poco significativas, indicaron que las personas eran, mayoritariamente, capaces de causar daño conscientemente siempre que fuera la autoridad manifiesta quien se las ordenada.

Quizá lo más emocionante del experimento de Milgram es la carta de uno de los participantes, que comprendió el objeto del trabajo, y, ante lo vivido, decidió hacerse objetor de conciencia cuando fue llamado como soldado a la guerra de Vietnam. Pero la mayoría no reaccionaría de este modo. La autoridad era un valor demasiado firme en sus mentes para cuestionarla.

El experimento de Milgram es fundamental, en mi opinión, para comprender como el valor de la obediencia puede llegar a ser dañino. Sin duda, la obediencia puede ser muy peligrosa. ¿Vosotros queréis que vuestros hijos apliquen descargas eléctricas si se lo manda la autoridad?

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Comentarios cerrados
    • interesante

      En mi opinión, más que la obediencia, lo que se puede observar es la desensibilización progresiva ante el sufrimiento ajeno. Cuando lo digo, me tachan de exagerada, pero yo le encuentro cierto parecido con el método Estivill y afines: al igual que aquí se empieza con una descarga flojita, allí se empieza dejando llorar al bebé "solo" un minuto, y luego se va subiendo la dosis poco a poco. Lo que ocurre es que nos quedamos con la idea de que "no ha sido para tanto" y se puede avanzar un poco más, y en ambos casos, la figura de autoridad hace que la gente no se cuestione si lo que está haciendo es ético y moral.

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    • Avatar de kim74 Respondiendo a kim74
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      por eso es tan importante el cuestionar el PRINCIPIO DE AUTORIDAD...

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    • Avatar de kim74 Respondiendo a kim74
      interesante

      Buf, yo creo que en el caso de este terrible experimento es aún peor: los participantes eran conscientes de que las descargas eran cada vez más fuertes, entre otras cosas porque el actor simulaba un dolor terrible, gritaba, etc., pero su miedo a cuestionar a la autoridad les impedía parar, aún a sabiendas de que estaban haciendo sufrir muchísimo. Es decir, sabes que estás haciendo fatal, pero como te lo ordena una autoridad obedeces.

      Yo creo que hay que educar en unos valores sólidos que permitan a nuestros hijos defenderse de situaciones así. Para vivir en sociedad tenemos que obedecer ciertas reglas y respetar una jerarquía, eso no es malo en sí mismo. Pero también tenemos que tener viva la capacidad de cuestionarnos cualquier acto que atente contra la dignidad del individuo, contra su integridad física o psíquica, por mucho que nos lo imponga una autoridad reconocida.

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      No sé hasta qué punto actuaban movidos por el miedo a cuestionar la autoridad... a mí me da la sensación de que se amparaban en la figura de autoridad para seguir, para no pararse a reflexionar acerca de lo que estaban haciendo, la posibilidad de escudarse en el "me han dicho, me han ordenado" a menudo es un recurso bastante frecuente para limpiarse la conciencia.

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    • Avatar de kim74 Respondiendo a kim74

      Supongo que habría de todo, quién sabe qué pasaba por sus cabezas de chorlito.

    • interesante

      Yo creo que el problema está en que nadie se considera responsable de lo que hace. En un trabajo, se suele considerar responsable al empleador, no al empleado. Muchas veces se le pide a los empleados que mientan, que defrauden, engañen a los clientes, o cosas por el estilo. Normalmente el empleado lo hace porque considera que el responsable es el jefe. Ahora tenemos todos muy presentes el tema de los desahucios. El policía que va a esa casa y echa a la calle a una familia con niños pequeños no se siente responsable porque está ejecutando la orden de un juez. El juez tampoco porque está cumpliendo la ley. El empleado de banca que ha hecho parte del papeleo tampoco porque él hace lo que le mandan. Y el banquero que toma esa decisión considera que el responsable es el dueño de la vivienda por no pagar. Al final nadie es responsable. Pero a todos nos parece una injusticia. Y el problema no está en que todas estas personas hayan obedecido ciegamente, porque lo más probable es que se hayan saltado las normas en otros aspectos. En el experimento este pasa lo mismo. La persona que le da a la palanquita es una persona a la que se le ha pagado para seguir unas instrucciones, y que seguramente no se ha considerado responsable del sufrimiento del que recibía la descarga. Es posible que pensara que el responsable era el director del proyecto. Evidentemente esto es algo que yo me imagino, no puedo saber qué pensaban realmente. Pero lo que quiero decir es que el problema no está tanto en la obediencia sino en la falta de responsabilidad y en la autoridad mal ejercida. Y estos problemas están estrchamente ligados a una gran falta de valores. La obediencia en sí no es mala ni peligrosa. Yo diría que es necesaria para que la sociedad funcione con cierto orden. Evidentemente no se puede obedecer siempre. Pero para desobedecer hay que tener valor y valores. Valores para saber cuando desobedecer. Y valor para afrontar las consecuencias.

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    • Avatar de 20588 Respondiendo a 20588

      me ha gustado mucho tu comentario.

    • Avatar de 20588 Respondiendo a 20588

      pues eso es lo que dice el articulo, que la obediencia es un valor altamente peligroso. y digo yo, como inculcas a tu hijo esos valores, para que se responsabilice d las consecuecias d sus actos?.. pues ordenandole para que obedezca, sometiendo su voluntad, cercenando su impetu... dificilmente.

    • la obediencia es como las nike, se sabe q perjudica a los niños pqños pero todo el mundo la usa. just undo it!

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    • Avatar de stefan.cambiasso Respondiendo a stefan.cambiasso

      Explícate un poco más, por favor, porque perjudican a los niños?

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    • Avatar de maroire Respondiendo a M.Carmen

      lo explica el articulo fenomenalmente, en mi opinion, asi a grosso modo. Somete la voluntad del niño, la iniciativa, reprime su impulso vital con reglas o normas externas, sociales, arbitrarias y convencional . Evita que se equivoque, qe aprenda por su propia experiencia las consecuencias de sus actos, que busque razones que motiven su conducta. Esto hace que probablemente se convierta en un adolescente sumiso o obediente de otro adolescente, y consecuentemente de adulto. El máximo riesgo es cuando la orden supera en la escala de valores a todas las consideraciones propias de un individuo. Se convertirá en la tipica persona sin personalidad, un mero "apretador de boton".

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    • Avatar de stefan.cambiasso Respondiendo a stefan.cambiasso

      Muchas gracias por la respuesta pero me refería a lo nike. Un saludo.

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    • Avatar de maroire Respondiendo a M.Carmen

      ah, a los niños que las fabrican... :)

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    • Avatar de stefan.cambiasso Respondiendo a stefan.cambiasso

      Lo pensé pero lo descarté porque no entendía la comparación. Gracias Stefan.

    • Puede predecir que este comentario mío no va a tener muchos positivos, pero yo os lo dejo para que podáis ponerle rojitos:

      El problema no está en la obediencia ni en la autoridad sino en a quién o a qué obedecemos y en quien ejerce ( o a quién le otorgamos autoridad). Para mí lo que falla es la escala de valores. Estudié en Magisterio una asignatura de valores y actitudes, que por supuesto era "optativa" (cosa de poca importancia en la educación...), en la que descubrí valores que no sabía ni que lo eran, y el profesor nos hacía reflexionar sobre cómo los ordenaríamos en diferentes situaciones de la vida.

      Obedecer no es malo, que haya personas que ejerzan una autoridad sobre otras tampoco lo es, siempre que haya una jerarquía lógica, que respete la moral. Si hay una persona enferma y en el grupo hay un médico lo lógico es que se le "otorgue" a él la autoridad y que el enfermo "obedezca" sus directrices para curarse. Lo mismo si hay un grupo de niños que no saben leer y yo he de enseñarles tendré que tener cierta autoridad y ellos tendrán que atender mientras les enseño.

      Pero no, hoy en día hablar de autoridad y de obediencia está muy mal visto, los alumnos con 3 años te dicen: "es que yo no quiero hacer este trabajo, si no es así yo no juego, en mi casa no me obligan..."

      Pues bien, de aquí unos años que conduzca por la izquierda que le gusta más, que se salte los semáforos porque está cansado y quiere llegar ya a casa y si le para un agente que le diga que en su casa le dejaban hacer lo que quería.

      Las normas, los límites y la autoridad son desde hace miles de años la base para la organización social y cultural de los seres humanos.

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    • Avatar de anamare Respondiendo a anamare
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      Sin leer los otros comentarios, y habiendo visto el post sólo de pasada, quizás sería bueno que se pudieran establecer límites lógicos que ayuden a las personas a asumir las consecuencias de sus actos, y siempre desde el respeto a la integridad (en todos los sentidos) de los demás. Para ello puede que sirva la autoridad basada en la experiencia, pero no en la imposición de un criterio sin posibilidad de discusión.

      En parte tienes razón anamare, y sé que a veces falla la educación en valores que debe estar implícita en las relaciones familiares y sociales. Pero obedecer por obedecer sin valorar lo que a uno le proponen, eso no puede conducir a nada bueno.

      No sé, puede que me haya hecho un poco de lío, es que tengo un día regular, pero quería dejar esta valoración. En fin, que no sé si me he ido por las ramas.

    • Avatar de anamare Respondiendo a anamare
      interesante

      dices: "un niño que en un momento dado no quiere jugar de una manera o hacer un trabajo, ---> en unos años conducirá por la izda y se saltará los semaforos delante d la poli y le contestará."

      eso es como decir que si le doy filete a mi hijo, en unos años ira detras d las vacas para matarlas a todas. es decir SILOGISMO POLITICOTELICO. con eso no se si quieres autoconvencerte o realmente no te das cuenta.

      si a ti te parece que hay que obligar a los niños de 3 años a jugar como tu les digas y hacer los trabajos que tu les digas para q vayan aprendiendo obediencia o para que? es q no has leido el articulo?

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    • Avatar de stefan.cambiasso Respondiendo a stefan.cambiasso

      Estaba esperando tu respuesta, y por supuesto que he leído el artículo, yo si que no sé si has leído todo mi comentario.

      He hablado de que las normas, los límites y la autoridad ( y por lo tanto la obediencia) son necesarias para organizar nuestra sociedad.

      Obviamente estoy en contra del tipo de "obediencia" que se ve en el vídeo, porque ejercer la autoridad para hacer daño a otras personas tiene un nombre y está tipificado como delito: "abuso de poder".

      Sobre el tema de la educación de los niños, no te voy a aclarar más porque está más que claro. Yo no propongo hacer un trabajo o jugar a un juego por capricho y mucho menos por fastidiar, sino porque mi función como educadora es ayudar a los niños a descubrir cosas nuevas, a ver desde otros puntos de vista, a intentar superar sus dificultades...

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    • Avatar de anamare Respondiendo a anamare
      interesante

      las opiniones sobre que la obediencia es buena o necesaria o al reves son subjetivas, no te voy a discutir tu opinion...

      pero te he leido perfectamente, es más, he citado tus palabras textuales, y no tienen más interpretacion.

      pero claro si tu crees en la jerarquia y en la obediencia, normal que te parezca mal que un niño exprese su voluntad y no quiera jugar a lo que tu le ordenas (por no hablar de que le mandes un "trabajo"). Esa es precisamente la semilla de la obediencia que llevará a ser a esos niños adultos como los del video.

    • Avatar de anamare Respondiendo a anamare
      interesante

      Pues yo estoy en gran parte de acuerdo contigo, creo que es cuestión de sentido común y puntos medios. La obediencia ciega es lo que es peligroso, uno tiene que saber que hay momentos en los que hay que obedecer y saber por qué hay que obedecer, de manera que también sabes en qué momento debes dejar de obedecer. Todo ello es muy complicado y no vale ni el "obedeces porque lo digo yo" ni el dejar de poner limites, sino llegar un equilibrio.

      Además a diferentes sistemas se requieren diferentes organizaciones, es decir, en un servicio de urgencias de un hospital un médico no se puede parar a explicar al resto de personal cada uno de sus pasos, el resto del personal tiene que obedecer lo que el médico le va indicando, pero tiene que saber que eso se hace por el bien de vida del paciente, de manera que si al medico se le ocurre ordenar algo que va claramente en contra (no un mero desacuerdo terapéutico), su autoridad se deslegitima y por lo tanto ya no hay razones para obedecerla.

      La obediencia existe porque es necesaria, siempre con sentido común y sabiendo por qué está legitimada por supuesto, como parte de una organización para llevar a cabo nuestra vida son necesarias normas, hay que obedecer las leyes, hay que obedecer las señales de circulación, hay que obedecer al jefe en aquello que sea su competencia, hay que obedecer a los jueces, etc. Pero siempre dentro del ámbito en el que se encuentren legitimados.

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