"Muchas personas que defienden los cachetes dicen que no están traumatizados por ellos". Entrevista al psicólogo Ramón Soler

"Muchas personas que defienden los cachetes dicen que no están traumatizados por ellos". Entrevista al psicólogo Ramón Soler
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Publicamos hoy la tercera entrega de esta interesante entrevista al psicólogo Ramón Soler. Avanzando en la reflexión que nos proponía ayer sobre las causas por las que los padres pegan o maltratan psicológica o verbalmente a sus hijos, vamos a intentar dilucidar si el haber recibido este tipo de educación ha dejado huellas en los adultos que la recibían de niños y también, y eso es fundamental, aprender a entender sus efectos y cambiar nuestra manera de comunicarnos con nuestros propios hijos.

Mucha gente dice que a ellos les pegaron y no se traumatizaron o no salieron mal. ¿Eso es así?

Resulta curioso que muchas personas que defienden los cachetes, digan que no están traumatizados por ellos. En mi opinión, el mero hecho de defender los cachetes ya indica que sí están afectados por la educación restrictiva que recibieron.

Aunque no se puede generalizar, este tipo de personas suelen ser represivas y reprimidas, tienen una forma agresiva de defender sus opiniones y muy poca flexibilidad mental para adaptarse a los cambios. Todas estas características son las que se observan en los niños que han sido maltratados y, si las encontramos también en los adultos que defienden los azotes, no resultará difícil deducir que sí están traumatizados.

¿Qué excusas se suelen dar los padres que usan los cachetes y bofetones para usarlos?

Las excusas son muy variadas, la mayoría de ellas se deben al desconocimiento de los procesos físicos y emocionales de los niños. Por otro lado, esos padres también sufrieron ese tipo de educación restrictiva cuando fueron pequeños y, muchas veces inconscientemente, buscan excusas autoconvencerse de que está bien pegar a los niños.

Los pretextos más habituales suelen ser que el azote no deja traumas emocionales, que con los niños no se puede dialogar y sólo sirve el azote, que “me duele más a mí, pero lo hago por tu bien”, que hay que prepararles para la dureza de la vida y otra larga lista de excusas que sólo muestran la cerrazón y la poca flexibilidad de unos padres que temen mirar en su interior y cuestionarse si la educación que recibieron de sus padres fue la correcta.

¿Se puede dialogar con un niño pequeño o es necesario, a veces, corregir con un cachete para evitar que se ponga en peligro o se desmande?

Los niños pequeños apenas pueden hablar y no podemos tener profundas charlas filosóficas con ellos, eso está claro, pero no significa que no entiendan lo que sucede a su alrededor. Es más un problema de maduración de su aparato fonador que de comprensión.

Desde muy pequeñitos pueden saber que hay cosas que no pueden hacer porque pueden ser peligrosas. Hay muchas maneras de advertirle del peligro, podemos sujetarle o cambiarle de sitio si está cerca de una estufa caliente, podemos elevar el tono de la voz si estamos lejos y le vemos en una situación de peligro inminente, pero el cachete nunca está justificado. Además, siempre podemos acompañar lo anterior de una explicación, diciéndole lo peligroso que puede ser hacer tal o cual cosa.

Tampoco debemos olvidar que debe ser tarea de los padres acondicionar el entorno de manera que sea lo más seguro para su hijo, neutralizando enchufes, bloqueando escaleras o escondiendo cuchillos. El niño va comprendiendo poco a poco el concepto de peligro, por eso no lo podemos dejar desatendido en sus primeros años.

¿Qué pasa cuando un niño acostumbrado a los azotes o tortas crece y se convierte en adolescente?

Últimamente, proliferan en televisión los programas en los que aparecen adolescentes conflictivos cuyos padres son incapaces de manejar. Muchos de ellos son agresivos e, incluso, llegan a pegar a sus progenitores. Todos (presentadores y público) se escandalizan y demonizan a estos chavales, haciéndoles ver lo violentos que son y cómo sufren sus pobres padres, a los que presentan como meras víctimas de todo el drama familiar.

El objetivo de los expertos es corregir a estos adolescentes violentos, pero en ninguno de estos programas he visto que intenten averiguar de dónde procede esa violencia investigando lo que sucede en el entorno familiar y profundizando en la infancia de esos niños para averiguar cómo les trataron sus padres. Quizás temen enfrentarse a la realidad de unas infancias con tremendas carencias emocionales y, en muchos casos, con maltratos físicos y psicológicos.

La violencia no aparece espontáneamente a los 13/14 años. Antes de eso, hay todo un proceso que empieza desde que los niños son muy pequeñitos con agresiones verbales, algún azote o quizás muchos, menosprecios y abandonos.

A veces, la violencia comienza incluso antes, desde la vida uterina, en la que estas personas ya se sentían despreciadas, poco queridas o recibían las mismas agresiones a las que era sometida su madre.

No deberíamos extrañarnos de que esos niños se conviertan en los adolescentes de los que renegamos en esos programas de televisión.

¿Cómo y cuándo podemos empezar a comunicarnos con nuestro hijo?

En realidad, podemos empezar a proporcionar a nuestros hijos los rudimentos de la comunicación ya desde el embarazo. Todos los estímulos que recibe el bebé uterino, la voz de la madre, la música, el tacto, nos pueden servir para establecer un primer diálogo con él. Resulta impresionante comprobar cómo el bebé reacciona de manera distinta cuando algo le gusta o cuando algo no le gusta, cuando está relajado o cuando está tenso.

Las mujeres embarazadas pueden jugar a dar unos golpecitos en un lado de la barriga y comprobarán que, al poco tiempo, su bebé se mueve y responde a esos golpes. Si, después cambian de lado y vuelven a dar unos golpes suaves, el bebé se volverá a mover.

Se ha comprobado que, nada más nacer, el bebé puede distinguir la voz de su madre de la de otras mujeres y que reacciona de manera distinta a palabras de su lengua nativa que a palabras de otros idiomas. Todo esto indica que el bebé está perfectamente equipado para atender al lenguaje.

Esa idea tan extendida de que, hasta los tres años, los niños no se enteran de nada está totalmente desfasada y es fruto del desconocimiento. La estupenda psicoanalista infantil, Françoise Dolto decía que “el ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde el momento de su concepción hasta su muerte”.

A pesar de que el Código Civil no acepta la bofetada como opción educativa o correctora, sigue habiendo muchos padres y hasta algún juez la defienden, ¿por qué?

Nos puede sorprender que personas inteligentes, instruidas y que han tenido que superar durísimas oposiciones, defiendan públicamente el uso del bofetón como medio para educar o corregir a los niños. Solemos asociar la violencia a personas de clase social baja y con poca cultura, pero se ha comprobado que el cachete está presente en muchas familias, independientemente de su nivel cultural, social o económico.

Quizás sea más fácil comprender que muchos jueces, médicos, psiquiatras, etc. defiendan golpear a los niños si pensamos que estas personas también fueron niños y, con toda probabilidad, fueron niños maltratados física o psicológicamente. Imagino que, como muchos otros, ellos también tuvieron que sacrificar una parte de su libertad y su espontaneidad de niños para adaptarse a las restricciones de sus padres.

Por desgracia, mientras los adultos no se liberen de las erróneas ideas que tuvieron que asumir en su infancia y no reconozcan el daño que sufrieron, seguirán condicionados en su trabajo por sus carencias y continuarán defendiendo la bofetada como método educativo.

Hasta aquí hemos llegado hasta hoy. La cuestión del maltrato hacia los niños en lo que se refiere a los azotes, gritos, menosprecio o amenazas sigue siendo un tema para el que nuestra sociedad sigue sin estar preparada.

Reconocer que los niños merecen el mismo respeto y protección que un adulto es complicado pues muchos de los adultos de hoy fueron niños que sufrieron acciones que les cuesta reconocer como negativas, y se ven condenados a justificarlas y repetirlas. Necesitamos herramientas para, una vez reconocemos que a un niño no se le puede hacer daño igual que a un adulto, sepamos evitar ese comportamiento en nosotros mismos.

Hemos aprendido mucho sobre la violencia hacia los niños gracias a esta entrevista con el psicólogo Ramón Soler, a quien le agradecemos su tiempo y su esfuerzo, pero seguramente no va a ser la última vez que hablemos de estos temas con él. Necesitamos más herramientas y son muchos los padres que las necesitan pues desearían educar a sus hijos sin azotes ni gritos.

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      Estoy con todas en el sentido de que todas reconocéis que sois madres imperfectas, entre las que me incluyo, por supuesto, pero especialmente estoy con Círculo de madres porque no habría que establecer categorías para las agresiones físicas ni justificar las de menor intensidad.

      Hasta un tirón de pelo, un apartar a un niño con la mano cuando te viene a mostrar algo ilusionado, un pasar de lo que te diga porque estás cansado, son agresiones. Mirémoslo desde el respeto a los seres humanos, no pongamos en otra categoría inferior a los niños. Eso de que me sacan de quicio no vale, ¿o acaso los adultos, hasta los propios maridos o madres no nos sacan de nuestras casillas muchas veces, tanto o más que los niños? Pero no les damos un azote en el culo por eso, ni les estiramos del pelo, incluso si pasamos de lo que nos están diciendo seguro que se enfadan con nosotros.

      Creo que la diferencia es que ante los niños simplemente nuestros mecanismos de control se relajan, tal como se relajan ante los seres vivos que consideramos inferiores o más indefensos. Suena duro, pero creo que así es. El respeto a los niños tiene que ser tan escrupulosamente llevado a cabo como si estuviésemos con adultos. El que no nos puedan devolver la palmada, batecul o cualquier otro eufemismo que se quiera emplear, no justifica que se la merezcan más (al decir "acaban con mi paciencia") o que tengamos que controlarnos menos con ellos. Para los que piensan que el hecho de haberse visto desbordado es un justificante, habría que recordar que todos los que utilizan la agresividad e incluso la violencia hasta en sus más graves consecuencias piensan eso: "es que me vi desbordado/a".

      Los niños son nuestros espejos, sin matices, por imitación o por oposición. Pero en esto de la agresividad suele ser por imitación. Luego nos sorprende que cuando son adolescentes empujen a su madre cuando les castiga, o insulten a sus padres cuando no estén de acuerdo, o nos griten. Sólo sucede que aprendieron bien la lección. Por eso resalto este párrafo de la entrevista: "La violencia no aparece espontáneamente a los 13/14 años. Antes de eso, hay todo un proceso que empieza desde que los niños son muy pequeñitos con agresiones verbales, algún azote o quizás muchos, menosprecios y abandonos." Tomémoslo en serio, nuestra felicidad y armonía familiar de futuro está en juego. Y tengamos más paciencia. Creo que la crianza no tendría que tener como objetivo que los niños se portasen bien, sino que se convirtiesen en adultos de los que nos sintiéramos orgullosos. Tal vez esa idea pueda rebajar exigencias y listones que los padres ponemos a los hijos y que no tienen como objetivo imbuirlos de virtudes en la adultez.

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    • Avatar de 19473 Respondiendo a 19473

      'Apartar a un niño con la mano cuando te viene a mostrar algo ilusionado'... yo no hablo de eso. Hasta en el día más chungo los dibujos de mis hijas me parecen obras de arte y aunque esté hasta el moño y con ganas de que se duerman les voy a hacer todas las fiestas del mundo. Yo estoy hablando de desobedecer, de hacer algo cuando les has dicho que no se hace... son esas circustancias las que a mi me pueden hacer explotar, cuando además coinciden ciertos factores agravantes (cansancio, algún poblema en el trabajo...)

      Un ejemplo claro y personal: mi hija la pequeña es un trasto. Acaba de cumplir 3 años, habla como un ministro y no tiene una idea buena. Sí, alguien dirá que le falto al respeto... no, soy su madre, la conozco muy bien y creo que nos podemos permitir un poco cachoondeo. Marta es de las que te hace un graffiti en la pared a pesar de que sabe (lo sabe muy bien) que eso no se hace, de las que le destroza las construcciones a su hermana, de las que, cuando estamos comiendo y me levanto a coger la fruta ya ha hecho un dibujo con el quesito de la vaca que ríe en la pared que le queda al lado o se ha metido los espaguetis en la nariz y dice que es un monstruo. Es una crack. Se cuelga en los manillares de la bici todo lo que te puedas imaginar porque 'soy indiana "chons"'... un trasto, intensa, incansable, loca como una cabra, súper graciosa, más traviesa que Daniel el travieso, una niña súper física que juega al tenis en el pasillo con una pelota y un plato de Ikea, que todos sus juegos son deportivos: 'júgol', tenis, nadar en el suelo como si fuera un soldado en el desmbarco de Normandía... Es muy bruta, qué le vamos a hacer. La mayor es el polo opuesto. La mayor jamás ha recibido un batecul.

      Bueno, pues, a lo que voy... no quiero justificarme, sólo quiero hacerme entender... 'Marta no estires la cortina, siéntate aquí, ven que estamos juegando'. 'Mira, si estiras de la cortina se rompe y si te cuelgas, te puedes hacer daño'. Raaaasss. Los rieles a hacer puñetas. Sí, Marta pone cara de susto y echa el culo a tierra. Pero yo no soy Gandhi y la reñí y le pegué un batecul y la castigué a no elegir el cuento de ir a dormir. ¿Nadie es capaz de tener un miligramo de comprensión y empatía hacia esta pobre madre? ¿Nadie es capaz de reconocer que esto puede pasar, que es humano reaccionar así?. Me encantaría que dentro de 20 ó 30 años, mi hija y yo recordáramos esta anécdota entre risas.

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Yo te entiendo perfectamente porque el pequeño de dos años es igual, no hace caso ni a la de 20.

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    • Avatar de diminuka Respondiendo a diminuka
      interesante

      Pueeeees, estamos apañadas. Con Marta, una vez descartada la sordera selectiva y comprobado empíricamente que sabe latín, sólo nos queda pensar que tiene un morro que se lo pisa, que ella va por libre y que pasa de to. Pues eso, que ni a la de 20. ;)

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Sí, eso dice mi marido, que tiene un morro que se lo pisa. ¿Y qué me dices de subirse a la silla para abrir la persiana y acto seguido la ventana? Menos mal que yo no tengo sordera y le pillo siempre porque hace un ruido...

      Ya veremos el mes que viene la que me espera con el nuevo bebé. Bufff, a veces pienso que estoy loca.

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    • Avatar de diminuka Respondiendo a diminuka

      Pues igualito que coger una silla, arrimarla al banco de la cocina, meterse en la pila y avisar 'mamá mía!!!'. No, no era en plan Abba, era para decirme que viera lo que se le había ocurrido con a penas 20 meses. No, lo de la sordera lo digo por ellos... ¿no es como si les dijeras las cosas y no te oyeran?. ¿Tu trasto es el segundo hijo? Yo era muy incrédula -lo soy en general con los tópicos- cuando me decían que los segundos son de traca, que son 'mu malos'... porque mi hermano es el segudo y era más bueno que el pan. Bueno, pues es que lo de Marta es de libro, del capítulo primero del libro de los niños-trasto.

      Enhorabuena y mucho ánimo con el nuevo bebé. Marta en todo su 'brutismo' se derrite con los bebés. :)

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Jajaja. Gabriel también se metió en la pila de la cocina y se empapó todo el pijama después de haberme roto de cuajo una balda del frigorífico. No sé cómo será estar con los tres pero el niño con dos años le pega a la mayor con cuatro que da gusto, le muerde, le estira del pelo... Es agotador. Lucía no era así, era muuuucho más tranquila. Bueno, una de cal y otra de arena y ahora ya veremos lo que toca, me temo a los dos chicos en plan bruto, ya sabes, el tópico...

      Un saludo

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    • Avatar de diminuka Respondiendo a diminuka

      Suerte diminuka, eres una valiente. :-)

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Gracias, ya os contaré. Ha empezado la cuenta atrás. Valiente o loca, no sé.

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    • Avatar de diminuka Respondiendo a diminuka

      Loca no, mi madre tuvo 7 hijos y es de todo menos loca. Y es maravilloso tener hermanos. :-)

    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Joer, Anna, Martín al lado de Marta Terremoto es un angelote. Sí, tiene sus rabietas del carajo y es un poco pegón, qué le vamos a hacer, pero le dices "a pintar", le dejas solo con las pinturas y papel grande y te aguanta 20 minutitos súper majete sin decir ni mu. Aunque un día cogió un rotu y me pintó las paredes, pero fue culpa mía, era más pequeño y le dejé con el rotu...

      La verdad es que creo que va a ser obediente y no demasiado trasto, no le veo tan físico como a Marta, pero por ejemplo lo de las rabietas me descoloca, ahora dice "no" a todo, a saco. Y me pega manotazos si no le doy lo que quiere, a mí y a quien tengamos al lado. Y me mira cuando lo hace. Y yo grgrgrg. Le regaño, lo hace más, intento pasar de él, lo repite, mientras miradas escrutadoras de personas más o menos allegadas, piensan para sus adentros: "le tiene consentido". Incluso lo dicen en voz alta. No, no le tengo consentido, me ha salido pegón, le digo que no me gusta, que no se hace, pero sé que lo usa para llamar mi atención, por eso a veces le ignoro cuando pega manotazos, para que deje de hacerlo porque vea que paso de sus manotazos, a él mismo o a los demás. No porque le consienta. Pero, en realidad, no sé qué c... hacer. Buf.

      No me digas que Marta también pega, jajajaaj. Un besazo a esa futura revolucionaria. Y además, tienes la contrapartida en la reflexiva Sara, Dios aprieta pero no ahoga.

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia
      interesante

      Mi madre es psicologa, trabaja con niños y adolescentes y me contó que con dos añitos los niños se "meten" en emociones de las que a veces no pueden salir, no las tienen aun moduladas, no tienen herramientas para gestionarlas les pasa con todas en general pero para los adultos son mas espectaculares las emociones relacionadas con el enfado. Hay que ayudarles a "salir" a que identifiquen lo que estaban sintiendo "veo que estas muy enfadado" y sobre todo no reñirles por estar sintiendo eso para evitar sentar las bases de la culpabilidad "por lo que soy", hay que corregir sus actos, no sus sentimientos...no le parece una buena idea dejar a un niño a su libre y espontáneo albedrío con una rabietaza del 15 "y te haré caso cuando se te pase del todo" hay que acompañarle. Recuerdo una vez que mi hijo y yo nos exasperamos mutuamente de tal manera que el se enfado muchísimo, pataleta, lanzamientos en plancha al suelo, manotazos a la pared, en ese momento le quise soltar una bofetada monumental pero me metí en mi habitación y entredientes (para que no me oyera) proferi los tacos, las salvajadas, las amenazas y los "mecagüen..." mas abyectos que os podáis imaginar, mas tranquila salí, el seguia por los suelos llorando y ya me puse a tono, lo cogí en brazos y el sentado en mi regazo y yo acunandolo se le fue pasando el llanto, cuando lo vi mas sereno le dije que no se podía hacer tal cosa por esto y por esto, que era normal sentirse frustrado y enfadado cuando no consigues lo que quieres y que no pasaba nada. En un par de minutillos de "me rebozo en el amor de mi madre" se fue a jugar tan feliz con otra cosa. Ese día me hubiese bebido la botella de Ginebra de Anna JR de un trago y a morro.

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    • Avatar de simonetta Respondiendo a simonetta

      Coincido totalmente contigo, pero es que creo que son cosas diferentes... Odio justificar, analizar y diferenciar los tipos de palmadas al culo que he podido darle a mi hija, pero, intento ser honesta aunque alguien piense que me estoy autorretratando fatal. Mi hija pequena (3 años y 3 meses) tiene unas rabietas morrocotudas, explosivas, apocalípticas... Cada día me siento como un tedax desactivando bombas... mmmm, cable verde, cable rojo, cuál corto... mmmm.... dudo, sudo... el verde. Clac. '¡¡¡¡Nooooooooo!!!!!!'. Rabieta. Tantrum, que dicen los que hablan inglés. Por las cosas más diferentes: porque discute con su hermana por un juguete, porque en el restaurante del hotel no le dejo hacer el guarro con los espaguetis, porque aunque haya aprendido a nadar sola debe ponerse los manguitos cuando estamos las tres en la piscina sin papá... en fin... un show. En estos casos nunca le daría una palmada al culo a mi hija. Soy consciente de que aunque me desobedezca (que lo hace), me desafíe (que lo hace) o haga algo mal (que lo puede llegar a hacer), mis reprimendas no son plato de buen gusto para ella y sé muy bien que lo pasa fatal con sus rabietas. Por eso hago más o menos como tú... me desespero, aguanto y le digo que tiene que tranquilizarse, la dejo que se desahogue, pero cuando la cosa se alarga, la cojo en brazos aunque arquee la espalda con más fuerza que yo y la calmo como puedo. Y se calma. Y se acabó. Y a mi me entran unas ganas de llorar increíbles porque no sé por qué se pone así, porque no creo que sea una cuestión de dificultades de comunicación... si habla como una ministra!!! Y me odio por haberle reñido, pero creo que hay cosas que no puede hacer. Porque con ella la 'psicología inversa' no funciona, casi nada funciona aunque luego se acabe transformando en una niña simpatiquísima, cariñosísima y... no es amor de madre... muy inteligente. Así que.... ya te digo... a pesar de todo, la botella de ginebra está casi intacta... sólo un par de gin tonics nocturnos en la terraza a la luz de la luna con mi marido.

      Las rabietas serán muy normales y habituales pero son una mierda, con perdón, porque han sacado lo peor de mi como madre. Me explico: yo que me creía inasequible a los nervios, que me llaman sangre de horchata, que tengo mucho autocontrol... me pongo muy nerviosa con las rabietas y tengo unas ganas locas de que se pasen. En fin, que no lo llevo nada bien. Pero nunca le pegaría a mi hija en un episodio como el que tú describes y que yo 'sufro' casi a diario. A diario. Pero sí que le he pegado una palmada al culo cuando se me ha escapado corriendo por la calle al borde de un paso de cebra. Y tampoco me ha gustado. Pero tampoco puedo justificarme mucho más...

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Chica, te entiendo a la perfección y te deseo toda la templanza del mundo (que me da que la tienes), además añado que un gintonic no tomare porque no soy muy de beber alcohol pero que sepas que hoy me tomare una coca cola a tu salud y a la de la indómita pequeña.

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    • Avatar de simonetta Respondiendo a simonetta

      Chin-chín! Gracias por los ánimos!!

    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Acabo de llegar del corte inglés con las dos. Hemos ido a comprarle un regalo de cumple a papá. Marta ha cogido dos o tres barraqueras de campeonato. Yo en plan zen. Veo cómo nos mira la gente mientras arrastro a Marta de la mano o simplemente ando y ella me sigue entregada al berrinche. Unos parecen pensar 'pobre madre', otros 'pobre niña', otros 'haz que se calle', otros 'ay, qué gracia'... No sabía que comprarle a Paco y he acabado comprándole/me una botella de ginebra que me ha costado una pasta para hacerme un homenaje con tónica a la luz de la luna cuando la fiera y su hermana duerman. Toy agotá. Pero... ¿y nuestras siestas de verano? Sara se resiste a dormir después de comer, pero Marta se queda frita, encima de mi, tan preciosa, tan rotunda. Demasiao.

      Me ha encantado lo que has contado de tu abuela. Me reafirmo: yo recuerdo sin ira y con cariño los 'como vaya veréis' de mi madre zapatilla en mano. Llevo días pensándolo desde que leí esta entrevista. No encuentro la manera de justificar lo que dice, no puedo. Será cosa de hipnosis o psiconálisis pero de verdad que creo que no tiene nada que ver el tocino con la velocidad: es que yo no defiendo el cachete... diría como mucho, que encuentro cierta justificación, que entiendo el contexto en que se produjeron, que no les doy la mayor importancia y que mi objetivo es no darlos.

    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      "Mama, mía!" también es la banda sonora de mis días...mi crío no es "travieso" que digamos, pero el mundo es su vasto reino y como buen señor tiene que explorarlo todo...

    • interesante

      Recuerdo un estirón de la coleta y una palmada en el culo. Solo fue un batecul (soy valenciana), pero recuerdo la sensación de injusticia, el dolor moral, la pequeña indignación y el susto por lo inesperado del gesto y por venir de quien menos me lo esperaba: mi madre. Y como lo recuerdo como si fuera ayer, paso de que mi hijo recuerde lo mismo. No soy perfecta ni mucho menos, pero hay otras formas de imperfección que no van ligadas a la palmadita, por liviana que sea. Cuando mi hijo se ha acercado a un enchufe he gritado NOOOO! y he salido desbocada a levantarlo por los aires. Una y mil veces. Para eso estamos. Cuando aprendió a hablar y le decían "¿cómo se llama esto, y esto otro?", a los enchufes les llamaba "no". Más adelante se le explicó qué era la electricidad y lo que hacía. Y jamás ha metido los dedos en uno. Y cuando me he visto desbordada (y me desbordo cada día prácticamente, porque ya digo que no soy perfecta) intento que el cabreo salga por otro lado. Me pongo a cantar. A bailar. A respirar. A asomar la cabeza por la ventana y jurar en arameo. Sí, seguramente pareceré loca, pero me suele funcionar. Y el niño se queda tan flipado de ver a su madre cantar a voz en grito que suele escuchar muy atento la explicación que viene después de qué es lo que ha hecho mal y por qué, y cómo hay que hacerlo. Y yo no me siento mal, ni culpable, ni elaboro excusas, ni pienso que no es tan grave, ni tengo que elaborar categorías entre palmadas, palmaditas, palmadotas ni medirlas en julios para ver dónde empieza a ser lo que es: un golpe a quien más te quiere.

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    • Avatar de 8639 Respondiendo a 8639

      Intentaré hacer lo que haces tú... uff, pero con dos 'trastos' de 5 y 3 (ésta, ésta, sobre todo la pequeña) me veo ya a los señores de blanco con la camisa de fuerzas en la puerta de casa. Ejem... mis hijas pueden llegar a hacerme cazar moscas, en serio. Y yo, que soy catalana pero vivo en Valencia, sé que es un batecul. Un batecul no es un azote, no es un golpe... queda mal decir que es lo menos malo en la categoría de 'castigo físico', sí, la verdad es que es difícil de explicar o justificar, pero no se puede mezclar todo al tun tun. No, eso tampoco vale ni es justo.

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR
      interesante

      Sí que es muy difícil, ya lo creo! Pero vale la pena, y es que todos vais a salir ganando. Después de una palmada, ni ellos se quedan bien ni tú. ¿O no? Porque si no nadie tendría que justificarse. Y desde mi perspectiva de niña, el batecul que me dieron lo recuerdo. Y no queremos ese recuerdo en la cabeza de nuestros hijos... Piensa que es la ira quien dirige esa palmada, que la ira es una emoción negativa, y hay que trabajarla para que no nos domine en ese momento. Hay técnicas para hacerlo, algunas a las que recurro son las que explicaba, también puedes probar a contrarrestar esa emoción negativa con otra positiva. Por otro lado, a veces es el agotamiento, el cansancio, lo que nos hace explotar y acercarnos peligrosamente al momento palmada. Venimos arrastradas y encima el niño derrama la mermelada en sofá después de haberle dicho por favor unas trescientas veces que deje el bote. Zas. Sangre a la cabeza, yo quería echarme en el sofá tres segundos, solo tres y en vez de eso... míralo a los ojos. A ver qué ves cuando te acercas a él con la cara de te la has ganado. Métete en su cabecita, haz el ejercicio de mirarte como él te ve, puedes incluso probar a poner esa cara delante del espejo, pero esa cara de verdad, y hacerle una foto. Eso es lo que ve tu hij@. Y asusta. Y eso antes siquiera de dar la palmada, jo, a mí me dio que pensar, ¿no? No sé, es muy complicado, pero por algún lado hay que cortar con ese círculo vicioso de cachetitos, palmaditas y bateculs no traumáticos. ¿Te imaginas a tu jefe dándote una palmadita en la mano cada vez que te equivocas? ¿O dándole un batecul a un anciano a nuestro cargo? No hay justificación, ellos son niños y hacen lo propio. Nadie aprende mejor ni más rápido con palmaditas, eso está más que claro. Y nosotros somos los adultos, los que tenemos que saber manejar nuestro cansancio, nuestras emociones y nuestro poder sobre estas personas. Es complicado, es una lucha diaria... pero se puede, ¡ánimo!

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    • Avatar de 8639 Respondiendo a 8639

      Gracias, desde luego que lo intentaré. Pero, ¿qué puede hacer que yo recuerde 'con cariño' un batecul o que me dé risa la imagen de mi madre zapatilla en mano dando vueltas a la mesa? ¿He interiorizado la violencia? ¿La justifico sin querer? ¿Duerme en mi subconsciente un ser agresivo? ¿No nos estamos pasando un poco? ¿No podríamos dejarlo todo (al menos en mi caso persona, aunque también en el que acabo de leer por ahí abajo de manekineko) en episodios aislados, 'puntos negros' del día a día de la crianza de nuestros padres? Lo digo por la cita que encabeza el post. Yo no defiendo el cachete (entiendo por cachete una bofetada), lo único que hago es quitar importacia a una palmada en el culo, a una riña, a un todo de voz elevado en un momento dado... Intento quitarle importancia porque entiendo su reacción. Supongo que ahora, mi deber, al entender por qué reaccionaba mi madre así, es razonar y no hacer lo mismo. Pues sí, tengo ese apasionante reto. Pero de ahí a decir que 'se usa a los niños como válvula de escape' me parece que hay un mundo y que es una lectura muy torticera.

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Yo creo que a ti y a mí nos criaron con cariño; pero como dices tú, "con puntos negros".

      En mi opinión; estos artículos vienen porque hay personas que sí que hicieron una educación SmackDown. A una amiga mía, por chupar el lápiz, su abuela le dio una colleja tan fuerte que se clavó el lápiz en el paladar. Aún tiene la cicatriz, para que os hagais una idea. Fue una reacción desproporcionada a una chorrada que podría haber hablado perfectamente. Eso es educar con violencia.

      Luego está el caso de la niña que conozco, de 4 años, que está desarrollando problemas de alimentación - llora si en vez de decirle nena, o cielo, le dices gordita y te justifica por qué come -. Eso es una educación con violencia, aunque nunca le hayan levantado la mano encima. Porque ha supuesto poner a esa niña contra presiones que no puede manejar.

      Pero de ahí a que tu madre te amenace... hombre, tampoco la mía lo usaba como recurso constante. Y yo sólo la recuerdo cuando mi hermana y yo nos cascábamos, más que nada porque una podía haber ido contra el pico de cualquier cosa en un entrañable empujón fraternal y hacerse una brecha.

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      Yo también soy imperfecta y pierdo la paciencia, en algunos casos, con causa justificada. Pero no le doy azotes ni golpes a los que me exasperan, sea mi pareja, mis padres, mis vecinos o mis compañeros de trabajo por respeto y por ser capaz de no recurir a la violencia cuando pierdo los nervios. ´No se me ocurre darle un pescozón a quien me ponga nerviosa si es un adulto, menos aún lo haría con mi hijo, que está indefenso y depende de mi.

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      Expongo mi caso particular y concreto por si alguien se siente identificado...mi hijo tiene casi los dos años y en su corta existencia se ha llevado dos zurras en el culo, una por padre y otra por madre (yo), ambas dos no fueron dadas como medida educativa sino como expresión exacerbada de un susto, no voy a contar que hizo el enano solo diré que cuando le di mi corazón iba a mil porque vi donde se metía en un ataque de intrepidez y casi me da un patatús. Cuando ese enfado se ha pasado nos hemos sentido tan inútiles como el cachete que hemos dado porque...¿para que coño ha servido?, ¿que cara se me quedara a mi cuando vea al pequeño dándole golpes al gato porque se sube a la mesa?, ¿que le diremos cuando nos pege en la pierna porque no estamos haciendo lo que el dice?...no, no considero que haya maltratado pero me sentí muy culpable porque no había tratado bien...que no se puede controlar a veces? cierto. ¿que no somos superpadres en posesión de la verdad? cierto. ¿que a mi me dieron alguna torta? cierto, y no veáis lo que me jodía. Por eso mismo cuando un padre le da una zurra a su hijo considero que se ha visto desbordado Y PUNTO! y se ha visto desbordado porque es imperfecto, porque no tiene el control absoluto que todos desearíamos para proteger a su hijo y ha temido lo peor, porque no ha sabido hacerlo de otra manera, porque su paciencia se ha terminado...por favor que no me venga nadie diciendo que se trata de una medida educativa porque por la misma regla de tres ni juicios a los criminales ni leches...una buena paliza y se acabo.

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    • Avatar de simonetta Respondiendo a simonetta
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      Suscribo hasta la última coma. Yo también le he pegado al culo una o dos (o tres) palmadas a mi hija la pequeña. Yo no soy perfecta y ella, tampoco y tiene un gusto por el riesgo y las barbaridades más que considerable. No me gusta nada recurrir a la palmada al culo (quien se encuentre en el entorno lingüístico catalán, osease, Comunidad Valenciana o Cataluña reconocerá la palabra 'batecul', a eso me refiero, a nada más), pero ante ciertas peligrosas hazañas de Marta se me ha escapado.

      Y respecto a lo de nuestros padres... puesssss, mi padre jamás no ha dado una palmada al culo ni nada de nada. Pero puedo decir con orgullo que recuerdo entre risas y cariño a mi madre corriendo zapatilla en mano detrás de mi, alrededor de la mesa del comedor. Sí, qué le vamos a hacer... nací en los 70... esa generación feliz a pesar que los métodos de crianza no tenían nada que ver con la CN. Deberíamos reflexionar sobre ello, pero poniendo las cosas en su just medida. Jamás pegaría una bofetada, ni evidentemente nada peor. Hasta ahí soy más que capaz de controlarme. Todos sabemos, creo, diferenciar eso de una palmada al culo o una palmada en una manita que insiste en meter los dedos en un enchufe a pesar de la enésima advertencia. Claro que mejor no hacerlo, por supuesto, mejor no considerarlo un recurso, faltaría más, pero creo que entre padres imperfectos conscientemente nos entendemos.

    • Avatar de simonetta Respondiendo a simonetta

      De acuerdo contigo, también me considero humana y muchas veces, aunque intento tener paciencia la pierdo.

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      Silvia, me ha encantado lo que dices. Se usa a los niños como válvula de escape para descargar en ellos los nervios o la violencia, pues no pueden defenderse realmente. Obviamente, el usar la violencia verbal o de baja intensidad en los niños deja secuelas, adultos que han interiorizado el derecho a pegarle a sus propios hijos, adultos que han interiorizado que existe el derecho a usar la violencia si alguien nos exaspera... Luego podemos reirnos y hacer chascarrillos con los azotes que nos dieron, pero eso revela el daño que se nos hizo al hacernos aceptar que otros tienen derecho a hacernos daños.

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      En mi casa había zurras (no palizas, pero sí tandas de azotes) acompañadas de regañinas a gritos, y de mayorcitos había bofetadas. Jamás me causaron ningún daño físico y de hecho ni siquiera dolían en el momento. Pero recuerdo como si fuese hoy la sensación de rabia, impotencia, de ser víctima de una injusticia, de un abuso físico, la indignación al verme vapuleada por una persona que se aprovechaba de ser más grande y más fuerte. Soy una persona normal, sin traumas ni problemas psicológicos, y hoy me llevo bien con mis padres, pero no lo voy a olvidar jamás, y cuando recuerdo esos episodios sigo sintiendo la misma rabia y sigue hirviéndome la sangre ante la injusticia.

      Cuando se habla de esto en casa de mis padres (aunque intento evitar el tema, porque es doloroso para mí), se ríen y dicen que no es para tanto, que no me ven muy traumatizada por unos azotes, ja, ja, ja. Mi hermana, que también lo vivió, sigue su mismo discurso. Es como si viviesen en otro planeta.

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      No creo que un hijo pueda crecer y educarse correctamente en un hogar donde el maltrato ya sea físico o psicólogo, este presente. La educación y el trato que debe recibir un hijo tiene que ser lo más adecuado y correcto posible, ya que si no a la larga este presentara signos evidentes de maltrato.

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      Hola Bueno yo no tengo hijos pero soy maestra y tengo que reconocer que muchas veces se pierde la paciencia. Eso si, no estoy de acuerdo con aquellos padres que justifican el cachete a tiempo o cachete pedagógico (no sé como pueden ir estas dos últimas palabras unidas, la verdad). Mis padres en toda mi vida me daría 3 veces contadas, pero recuerdo una vez con unos 13 años, no me acuerdo exactamente por qué mi padre me pego en la espalda, en esos momentos sentí de todo, rabia, impotencia, frustración y hasta odio porque no me esperaba eso de mi padre, recuerdo que despues de eso me metí en mi cuarrto y rompí a llorar de lo mal que me sentía. L

    • Yo recuerdo la única vez que mi madre me pegó una bofetada (y no un azotazo) en mi vida. Tenía 5 años y le tiré una pelota a mi madre embarazada. No recuerdo humillación ni indefensión; recuerdo la rabia con la que se la tiré, el odio que tenía en ese momento; en mi fuero interno creo que quería exasperarla y sacarla de quicio. No recuerdo de dónde venía mi rabia en aquel momento, pero estaba ahí.

      Y sinceramente, entiendo que mi madre preocupada como estaba por un embarazo de alto riesgo, me pegara. ¿Que no fue la mejor solución? Pues no, obviamente no, y creo que mi madre aún se siente culpable.

      No me he convertido en una persona agresiva. Es más, suelo ser de esas personas que cuando se cabrean exasperan a la otra por dialéctica; y no le tengo ningún rencor a mi madre.

      Como Anna Jr, yo recuerdo a mi madre con la zapatilla en la mano. Y recuerdo azotazos que no picaban, la mayor parte del tiempo por cascarme con mis hermanos (eran famosas las peleas por el mando de la tele). Pero en pocas ocasiones. La mayor parte del tiempo era de broma, y hasta a veces le cogíamos la zapatilla, nos la poníamos y san-se-acabó el problema.

      No todos los casos con como el mío. Yo sí que conozco a una niña ignorada en su casa, que sufre gritos diarios por hacer cosas de niños pero le consienten a ella gritarle a la profesora con 4 años. Ahí sí que pienso que hay una educación con violencia y negligente.

      Pero vamos, alguna vez, aunque sea de recuerdos de mamá, mis hijos tienen que oír el "que voy con la zapatilla, ¿eh?"

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    • Avatar de manekineko Respondiendo a manekineko

      Pues mis hijas se mueren de risa cuando su abuelo les dice "ay, estas niñas... si las cojo les doy un 'batecul'". Cuando juegan claro... y te puedes imaginar la juerga. Y yo le digo a mi madre que tengo un 39 marcado en el culo por su zapatilla y nos reimos mucho. ¿Estaremos para psicoanalizar?

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Mi madre nos ha dicho cienes de veces lo de "que me quito la zapatilla" (seis hijos en 10 años, ella sola con mi abuela). Y otra mítica "que te pongo el culo como un tomate". Esa servía para mil cosas: "deja a tu hermano de una vez que te pongo el culo como un tomate", "haz el favor de recoger todo eso que te (...)". Nunca lo ha hizo o si lo hizo no lo recuerdo,y las zalagardas que les preparábamos eran finas. Sí recuerdo a mi abuela, el súmmum de la paciencia, esperándonos despierta a mi hermana Merce y a mí, regresando a las tantas. Ya éramos más mayorcitas. Abrimos la puerta y apareció mi abuela y nos dio un azote a cada una, y nosotras descojonás por el pasillo. También nos llamó "sinvergüenzas" y no sé qué más cosas. Me río de acordarme. Y lo hago, porque sé cómo era mi abuela, cómo nos quería, cómo nos cuidó hasta su último aliento y qué paciencia tenía. Recuerdo sus canciones, sus abrazos, su regazo donde pasé media infancia y por todo eso, recordar también una azotaina y un "sinvergüenza" me parece trivial y no me hace sentir violentada, maltratada ni similares.

      Dicho esto, obvio que no soy partidaria de azotes ni cachetes ni manotazos y procuraré no darle ni uno solo a mi hijo. Hasta la fecha con dos años no he sentido nunca la tentación. Sí a veces he gritado más de la cuenta, pero soy de naturaleza muy pacífica. Incluso a veces siento que me torea mi peque. Es difícil el equilibrio y la templanza y conseguir educarles sin gritos ni castigos sin perder las riendas. Pero nadie dijo que fuera fácil.

    • perdonar se me ha ido al enterior comentario. Decía que recuerdo eso como si fuese hoy. No me cabe en la cabeza que haya que pegar a nadie (tenga la edad que tenga) para educar, si perdemos la paciencia en nuestro problema, será mejor aprender formas de relajación ante esos casos que pegar un cachete. Cuando se le pega a un niño no es más que nuestra rabia descargada en él. Y si nos fijamos es muy variable...porque un día hacen X cosa y como tenemos nosotros un mal día pues ale les pegamos, pero otro día hacen lo mismo pero hemos descansado mejor o tenemos mejor día...no lo vemos ''para tanto'' o actuamos de otra forma. A mi me suele funcionar muy bien con los niños del cole una cosa: cuando alguno rompe algo, tira algo, ensucia algo entre el y yo lo volvemos a recoger, limpiar...tengo compañeras que ante estos hechos les castigan en la silla de pensar, ¿para qué? ¿sirve de algo? la respuesta es un no rotundo. La mejor manera de que aprendan algo no es el castigo sino hacerles ver las consecuencias. Es decir, si rompen algo entre los dos se arregla, si se ensucia algo entre los dos se limpia, sino hacen caso les decimos la frase ''cuando hagamos X...hacemos lo otro'' o ''despues de...se hace tal'', incluso ''para que podamos hacer X cosa...primero hay que hacer eso porque...''. Ese tipo de frases funcionan mucho más que los cachetes y castigos sin sentido.

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