Fumar es un hábito difícil de dejar. De hecho se estima que sólo entre el 10 y 20% de las personas que intentan dejar de fumar lo consigue con éxito.
Las mujeres embarazadas tienen una razón de peso para dejar de fumar más allá de su propia salud. Fumar durante el embarazo está relacionado con embarazos ectópicos, problemas de placenta y bajo peso al nacer.
De acuerdo a la Sociedad Americana de Cáncer, las posibles razones relacionadas con la salud, son motivos suficientes para que las mujeres gestantes abandonen el hábito, aunque sólo sea temporalmente.
El 45% de mujeres embarazadas consigue acabar con el hábito de fumar durante el embarazo sólo usando su “voluntad”, (los parches o gomas de mascar de nicotina están totalmente desaconsejados durante este periodo), sin duda, una buena noticia para la madre y el feto. La mala noticia es que el estrés de la maternidad a menudo hace que retomen el hábito. El 80% de aquellas que ganan la batalla ante el tabaco, comienzan a fumar de nuevo en el plazo de un año de dar a luz. La depresión postparto, el estrés, la dificultad de bajar de peso son factores que se han asociado a volver a fumar otra vez.
Este patrón de retomar el hábito, se hace común también en aquellos que han abandonado el tabaco. Las madres hacemos todo lo posible por proteger la salud nuestros hijos, pero a veces nos olvidamos de cuidar nuestra propia salud.
Dejar de fumar es un acto de fuerza de voluntad. Los profesionales de la salud están pensando que las nuevas mamás que fumaban antes del embarazo necesitan una ayuda especial después del parto para evitar que retomen el cigarrillo para hacer frente a las demandas de la maternidad.
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