¿Hasta qué punto debemos hacer campañas solidarias de juguetes?

¿Hasta qué punto debemos hacer campañas solidarias de juguetes?
11 comentarios

Arranca estos días la II Campaña Anual “Niños Solidarios” de Imaginarium en colaboración con la Fundación Antena 3 y Mensajeros de la Paz, que se basa en enviar desde los países occidentales juguetes a aquellos países en vías de desarrollo (los países pobres, vamos), en época de Navidad y Reyes.

Los niños tienen que decorar una caja de zapatos en la que meterán el juguete o juguetes, especificando si es para niño o niña, y llevarla a Imaginarium entre el día 1 y el 14 de Noviembre.

A simple vista suena todo muy bonito, sin embargo a veces me pregunto (quizá me esté haciendo viejo o mal pensado): ¿Hasta qué punto debemos hacer campañas solidarias de juguetes?

Hace tiempo que los occidentales sufrimos una gran enfermedad que consiste en creernos el ombligo del mundo. Creemos que todo lo que hacemos, todo lo que tenemos y el modo en que vivimos es el mejor posible, el más avanzado y al que deberían aspirar el resto de mortales.

Todo el que no vive como nosotros, o es una persona extraña y antisocial, o no tiene recursos para vivir de esta manera, sino parece difícil de entenderlo.

El caso es que, aunque parezca mentira, los niños de los países pobres, sonríen y comparten probablemente más de lo que lo hacen nuestros hijos. Aprenden a ser felices a pesar de todo y aprenden a vivir con lo que tienen, porque no pueden tener más y porque, simplemente, no necesitan mucho más.

Es por eso que el mensaje que damos a nuestros hijos: “vamos a mandar juguetes para los niños pobres, que no tienen dinero para comprarlos” me resulta algo chocante, primero porque no se qué puede hacer un niño con según qué juguete europeo (un coche de plástico rojo, un juguete que vaya a pilas o un action man, por poner algunos ejemplos…) y segundo porque los niños de los países en vías de desarrollo no necesitan estos juguetes para ser felices.

Los nuestros tampoco

Cierto, nuestros hijos tampoco necesitan juguetes para ser felices, sin embargo, en la sociedad en la que viven, es impensable que un niño crezca sin juguetes.

No existe el gen juguete, no nacen necesitando cosas materiales. Somos nosotros y nuestra sociedad de consumo los que imponemos, poco a poco, la necesidad de tener bienes materiales y la necesidad de desearlos.

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Los niños sin recursos de los países pobres no tienen esta necesidad porque son capaces de jugar y divertirse sin juguetes (o lo hacen con los que ellos mismos se construyen) y es por este motivo que me parece incluso cruel poner un granito de arena que ayude a hacer sentir a estos niños que para ser felices necesitan tener juguetes como los nuestros.

Pero los niños tienen que aprender a ser solidarios ¿no?

Por supuesto, pero los niños no tienen que ser solidarios con los países pobres para lavar la imagen de los adultos que no lo somos, y menos si con esta solidaridad creamos necesidades en aquellos que no las tienen o si con ello hacemos creer a nuestros hijos que nosotros somos felices gracias a lo que tenemos y que ellos son infelices por no tenerlo.

Se puede ser solidario de cien maneras diferentes. No hace falta enviar cosas a otros países, sino mirar en cualquier esquina de nuestras grandes ciudades para encontrar personas con necesidades.

Voy más allá, no hace falta ni siquiera buscar al mendigo que pide en cualquier esquina, sino mirar a nuestros familiares más cercanos, a nuestros vecinos, a nuestros conocidos, a nuestros amigos y a los desconocidos porque son múltiples las situaciones en que alguien puede necesitar nuestra ayuda (sea echar una mano, sea ofrecer un hombro en el que llorar, sea ofrecer un oído para escuchar, sea…).

Así, empezando desde nuestro entorno más cercano nuestros hijos pueden aprender lo que es la solidaridad.

Binta y la gran idea

Binta y la gran idea es un corto relacionado con este tema que pertenece a una película realizada por Unicef titulada “En el mundo a cada rato“ que llega fácilmente al corazón porque es precioso y porque ayuda al occidental medio a conocer cómo viven los niños en los países pobres.

Está dirigido por Javier Fesser y formó parte de los preseleccionados para los Oscars. Os recomiendo que lo veáis, porque es maravilloso y porque ayuda a ver el hemisferio sur desde otro prisma.

La persona que me recomendó esta película me comentó que sus hijos de 5, 8 y 12 años la habían visto con ella y al parecer se originó en su casa un amplio debate en que aparecieron las palabras “necesidades”, “playstation”, “ropa de marca”, etc. Lo mejor es que dicho debate surgió de sus hijos y no de ella.

La buena vida

Os recomiendo también este cuento de Tony Mello que ayuda a pensar sobre este tema:

Enzo, un rico comerciante de Puerto Ayacucho, visita a las comunidades indígenas del alto Orinoco y se horroriza cuando ve a Orawë, indígena Yanomami tumbado tranquilamente en su chinchorro (especie de hamaca), mascando tabaco.

- ¿Por qué no sales a pescar? – le pregunta Enzo.

– Porque ya he pescado bastante por hoy – le contesta Orawë.

– ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insiste el comerciante.

– ¿Y qué iba a hacer con ello? – pregunta a su vez el indio.

– Ganarías más dinero. De este modo podrías poner un motor fueraborda en tu canoa. Entonces podrías llegar lejos en el río y pescar más peces. Y así ganarías lo suficiente para comprarte una red de nylon, con lo que obtendrías más pescado y más dinero. Pronto ganarías para tener dos canoas y hasta dos motores y más rápidos… Entonces serás rico, como yo.

– ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el indígena.

– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el comerciante.

– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este momento? – respondió satisfecho el indio Orawë.

Conclusión

La iniciativa es muy loable. Me parece maravilloso tratar de que los niños aprendan lo que significa la palabra solidaridad, sin embargo no me parece correcto hacerlo a costa de “trastocar” la paz y la felicidad de aquellos niños que no necesitan juguetes para sonreír creándoles la sensación de que para ser más felices precisan de cosas así.

Podemos mostrar a los niños cómo ser solidarios y cómo compartir actuando nosotros como personas solidarias con aquellas personas de nuestro entorno que necesitan de nuestra ayuda en algún momento. Sólo hace falta abrir un poco los ojos y la mente para buscar los momentos y las infinitas posibilidades que aparecen a diario para prestar nuestra ayuda.

Foto | Flickr (Graham Crumb)
En Bebés y más | Campaña solidaria de Imaginarium, Campaña “Concienciados por la infancia” de TVE, solidaridad navideña

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Comentarios cerrados
    • interesante

      ¡Cuanto de verdad en lo escrito por Armando! Tal vez nuestros hijos aprendan a ser solidarios por sí solos si son criados en el respeto, el apego y el amor incondicional de sus padres. Tal vez les obligamos a ser tan competitivos casi desde la cuna que al final hay que enseñarles a ser solidarios. Desde luego los vienes materiales no dan la felicidad y menos en la infancia. Un apunte ¿habéis visto la película "Los dioses deben estar locos"? En ella se ve como un grupo de bosquimanos se desestabiliza por una simple botella de Coca-cola y acaban deshaciéndose de ella porque les trajo la desgracia. Una parábola perfecta de la sociedad occidental.

    • Tienes razón isam, no he leído el funcionamiento de dicha campaña y si es como comentas se le puede dar una oportunidad, sin duda.

      Sin embargo sigo pensando que en muchas ocasiones, cuando las campañas van destinadas a según qué niños (y es posible que parte de esta campaña llegue a estos niños), hacen más mal que bien.

      No trato de fomentar nada, simplemente trato de dar una visión diferente de la solidaridad. Se puede ser solidario sin salir de tu barrio (y se puede ser solidario con los niños necesitados, por supuesto, sin alterar la felicidad de aquellos que saben vivir sin nada demostrándoles lo felices que aquí somos con nuestro materialismo).

      Isam, yo te invito a que sigas entrando en la página, por supuesto, porque no entiendo que leer una entrada que no te gusta haga que dejes de leer el resto, pero si prefieres dejar de hacerlo, eres libre, por supuesto.

      Un saludo.

    • hola, Me gusta mucho las reflexiones que planteas. A veces peco de mal pensada, y por esa razon me guardo mis pensamientos cuando recibo en mi correo campañas del tipo que mencionas. Hace unos dias me enviaron el mensaje para ser solidara y dejar los regalos en Imaginarium. Y lo primero que me vino a la cabeza, ¿de verdad el coste de transportar y distribuir esos juguetes a los niños que los "necesitan" compensa?, quiero decir si el valor de esos juguetes es por ejemplo 1€ y el coste de gestionar, transportar y distribuirlo es de 3€ quien gana?, No seria mas facil donar esos 4€ a organizaciones especializadas? Pensandolo mejor, ¿cuanto cuesta una campaña, donde en blogs como este o donde muchas familias reciban en su buzon un e-mail hablando de Imaginarium? Hay que mantener la mente fria, y plantearse que la ayuda no es necesaria solo en navidades, sino durante todo el año, y que es mejor que los padres puedan comprar regalos, si asi lo desean a sus hijos, y que dispongan de medios para ganar ese dinero. Yo colaboro con la ONG de Vicente Ferrer y conozco de primera mano el trabajo de campo en la India. Por eso os recomiendo mejor apoyar a ONG de este tipo que enviar regalos a Imaginarium. PERO OJO, solo es mi opinion.

    • gracias x compartirlo,me parece una reflexión muy interesante y personalmente nunca lo había visto de ese modo,xo tienes toda la razón. El cuento me ha encantado y el corto me lo dejo xa otro rato q la peke esté más tranquila xq ahora no quiere q lo vea!un saludo!

    • Hola.

      Sin duda, uno e los mejores post que he visto en mucho tiempo. Ya conocia el corto de Fesser y me parece que mucha gente tenia que recapacitar y mucho sobre lo que es 'ser solidario'.

      Saludos y felicidades.

    • No estoy de acuerdo para nada con este post y creo sinceramente que el que lo ha escrito no ha leido la campaña y no se ha molestado en ver a quien está dirigido. En ningún momento habla de que va a niños que no saben que es un juguete. Los juguetes van para hospitales, centros de acogida,.....y aunque asi fuera no se que daño puede hacerles. En el post habla de juguetes con pilas. PERO POR FAVOR SI LOS JUGUETES CON PILAS NO SE PUEDEN MANDAR!!!! Se piden pinturas, peluches, ropa, me direis que daño hace eso a un niño que no tiene de nada. Yo me imagino a un niñito en el hospital abriendo una de esas cajas y viendo un peluche precioso y se me llena la cara de alegria. Yo no he entregado una caja he entregado dos y estoy pensando en una tercera. Hasta hoy me encantaban los post de esta página y no lo dejaba de leer pero a partir de ahora........ Estan fomentando que no se les den cosas a unos pequeños en vez de animar a la gente a que se las den. Madre mia!!!! hasta donde estamos llegando.

    • Armando, Te agradezco que hayas contestado a mi comentario. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que no es necesario salir de casa o de tu barrio para ser solidario y que ciertas campañas no están bien enfocadas y hacen más mal que bien, no tengo nada que objetarte. Lo que molestó es que metieras en el saco a una campaña como la de imaginarium (que para mí es muy bonita) junto con las otras. Todo lo que dices me parece precioso y el corto y el cuento son realmente emotivos y

    • lo que planteas es digno de leer. No voy a dejar de entrar en la página porque me encanta y lo que escribes también. un saludo para ti tambien.

    • El corto es enternecedor. No sé cómo es la campaña del Imaginarium, pero a veces hay campañas que pecan del etnocentrismo que tenemos los europeos, es verdad. Pero, claro, también las hay tan necesarias y todo el año.

    • Un gran momento para arrimar el hombro y contagiarse de buenos sentimientos y es algo para compartir, me encanta y me hace sonreír :) Contagia tu sonrisa en http://sonriesmile.com/

    • Enhorabuena por la entrada, interesantísima, como siempre :) Nunca me había planteado esta acción desde ese punto de vista, cuando colaboro en ese tipo de iniciativas no lo hago pensando en "dar una lección de solidaridad" a mi hija, más bien lo hago pensando en la ilusión (nervios, sorpresa, entusiasmo) del niñ@ que recibirá el juguete, no creo para nada que se vuelvan "materialistas" porque una vez en su vida les llegue UN juguete, ni vayamos a crearles necesidades de consumo, sencillamente apreciaran ese objeto con mucho cariño durante muuuuuuuuuuuucho tiempo, cosa que no son capaces de hacer l@s niñ@s de "aquí", que le pierden el interés a todo en 0,2 gracias a esa práctica tan habitual de los padres de "comprar en lugar de vincularse". Está claro que es@s niñ@s no necesitan juguetes para ser felices, pero no creo que vivir un momento de ilusión sea perjudicial para ellos...

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