Nacer es ese momento en el que tu madre hace lo que otras personas vestidas de verde y de blanco le dicen hasta que te cogen y te separan de ella para hacerte un montón de cosas, cuanto antes, para asegurarse de que estás bien sin que tengas la oportunidad, muchas veces, de volver a estar con ella hasta pasadas unas horas.
Eso es nacer, o eso ha sido durante mucho tiempo, por desgracia, porque desde hace un tiempo se ha visto que nacer no debería ser eso, sino algo mucho más normal, más natural y menos estresante. Algo así como salir del útero de tu madre con la ayuda o no de personas vestidas de verde y de blanco que te dejan con tu madre nada más nacer, mientras miran que estás bien, tratando de molestar lo mínimo e intentando no separaros a menos que sea imprescindible.
Algo así debería ser, pero aún no es en todas partes, ni mucho menos, porque estamos muy lejos de conseguir que el respeto en el parto y el nacimiento se extienda y que el protagonismo no sea de los profesionales, sino de la madre y el bebé. Y para muestra, un botón. Es habitual que las madres se quejen de sus partos y de cómo se sintieron con el proceso, pero no lo es tanto que los que hablen sean los profesionales, por eso hoy queremos compartir un escrito que pudimos leer ayer en el blog de El parto es Nuestro, en el que una neonatóloga explica cómo se siente trabajando ahí donde sigue faltando empatía y sobrando violencia a la hora de recibir a los bebés.
Las palabras de una neonatóloga
A veces los médicos necesitamos oír las cosas de una determinada manera para creérnosla.... hay tanta desconfianza aún en la naturaleza y en los procesos de la vida.... y el parto-nacimiento se maneja con tanto miedo en muchas ocasiones, que distorsionamos el momento único, sagrado, especial en el que un nuevo ser nace.Mi experiencia como neonatóloga durante 6 años, en los que he trabajado en diferentes hospitales de Tenerife, Lanzarote, Madrid... intentando quitar barreras mentales y físicas en las infraestructuras que no apoyan ni se detienen en la importancia del vínculo madre-hijo, es que aún hay mucho camino por hacer.
Me he visto tantas veces condicionada por el resto del personal que corriendo me entregaba al bebé, cuando yo lo único que he querido siempre es observarlo mientras respira encima de su madre. He sentido en mi piel el dolor de su respiración al cortarle antes de tiempo el cordón, el estado de agotamiento en el que a veces llegan a mis manos tras tantas agresiones innecesarias, la violencia que reciben nada más nacer, "para que llore"... como si vivir y llorar fueran sinónimos... la angustia de las personas que me rodeaban en una reanimación, cuando yo quería darle su tiempo al bebé y que se recuperara a su ritmo... He sido feliz cuando no he tenido que hacer nada, cuando he encontrado a matronas sensibles que me han apoyado y han permitido que les ausculte su corazón encima de sus madres, o que les controle el pulso mientras aprendían a respirar encima de sus madres... han sido en contadas ocasiones...
Cada bebé que se separa de su madre sin motivo, yo lo he sentido en mi piel... he pedido perdón a tantos recién nacidos por cosas con las que no estoy de acuerdo, y que he hecho y he visto hacer, vitamina K intramuscular, tomarles medidas nada más nacer, aspiraciones gástricas innecesarias, meterles en incubadoras para darles un "calentón", las primeras 2-3 horas de vida, glucemias y biberones de fórmula artificial sin control... cuantas veces he tenido que soportar el llanto intenso, profundo, desgarrador, de un recién nacido totalmente despierto, disponible, expectante, que no comprende ESE VACÍO, en el que le hemos metido y ESAS AGRESIONES que está recibiendo continuamente...
Mis preguntas siempre han sido ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ?
Ser responsables del dolor que generamos, de las consecuencias de nuestros actos, es una necesidad apremiante para salir de la ignorancia, de los "aquí siempre se ha hecho así" o de los "porque sí" que han poblado mis años de formación y práctica médica.
Pedir perdón también... por a veces nuestra falta de valor de decir hasta aquí, el miedo a las críticas entre el personal, no definirnos por falta de tiempo, porque hay demasiado trabajo, porque estamos cansados, porque la dirección no cambia las cosas, porque "aquí eso no se puede hacer"...
Hay cosas que sinceramente no deberíamos permitir, y ese dolor en mayor o menor medida, todos los que trabajamos en paritorios y en unidades neonatales lo llevamos dentro.
Esto es algo que SIEMPRE he pensado, pero que con los años de vivencias ha arraigado más profundamente en mí, y ya el revivir la experiencia de mi propio nacimiento en varias ocasiones, me hizo sentir muchas cosas, que me han llevado a abandonar mis lugares de trabajo y buscar a profesionales que compartan y vivan esta visión del parto-nacimiento.
Desde aquí me gustaría invitar a una reflexión personal y a solas con uno mismo, a las personas que trabajamos en el mundo del nacimiento, a encontrar nuestros miedos, a sanar nuestras vivencias de cómo nos recibieron al nacer, a ponernos en la piel de un bebé, para poder ESTAR en un paritorio con la sensibilidad, el amor y el respeto que cada ser que viene al mundo merece.
Gracias
Mónica Delgado Guerrero
Pediatra Neonatóloga
Madrid
¿Por qué? ¿Para qué?
Ella misma lo dice (muchas gracias Mónica Delgado) ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué son los profesionales los que pueden hacer lo que quieran con un bebé y la madre no puede decir nada? ¿Tan acostumbrados estamos a que no se nos respete, a que nos quiten cualquier cosa, que nos parece normal que nos quiten a nuestros hijos? ¿Nadie piensa en por qué un bebé llora tanto solo y llora tan poco con su madre?
Es cierto, los profesionales sanitarios trabajan mucho y no siempre tienen las fuerzas disponibles para dar todo lo que tienen. Es cierto, ellos han visto decenas, cientos de niños nacer, y cada día que llegan al hospital saben que verán nacer unos pocos más. No deja de ser una rutina. Sin embargo no han aprendido, o quizás han olvidado, que para un bebé, su momento de nacer es único.
Cuando nace es la primera y única vez que nacerá, es el primer contacto con el exterior, es su primer segundo de vida, es el momento en el que se empiezan a crear las bases de la persona que será en el futuro y los profesionales que le reciben son (o deberían ser) meros acompañantes del momento, facilitadores del proceso si se les requiere y sumamente delicados en el trato al bebé, para que la transición del interior de la barriga, al exterior de la barriga, en contacto piel con piel, sea lo más respetuosa posible. Repito: tú, desconocido, has visto nacer a cientos de niños, lo sé, pero yo sólo naceré una vez.
Vía | El Parto es Nuestro
Foto | Thinkstock
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