¿Deberían estar los padres presentes cuando hacen pruebas a sus hijos?‏

¿Deberían estar los padres presentes cuando hacen pruebas a sus hijos?‏
16 comentarios

Una de las vivencias más complicadas para los padres a nivel emocional es aquella en que su hijo se pone enfermo y debe ser tratado o cuando hay que hacerle pruebas o procedimientos invasivos.

En el momento en que entras por la puerta de un centro sanitario parece que pierdes el control de tu hijo, como si cedieras la responsabilidad a los médicos que le van a tratar. Esto tiene su lógica, porque son los profesionales sanitarios los que van a actuar para tratar de restablecer la salud física del niño, sin embargo existe, en ocasiones, un gran vacío emocional en el trato con los niños y en casos así son necesarios unos padres comprensivos que estén al lado de su hijo apoyándole.

En la Carta Europea de los Niños Hospitalizados se puede leer que un niño tienen derecho “a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, sin obstaculizar la aplicación de los tratamientos necesarios para el niño”.

A pesar de ello hay muchos profesionales que, ante un procedimiento (como una sutura, un análisis de sangre, un sondaje, etc.), instan a los padres a que dejen al niño solo, diciendo incluso que “son normas del centro”.

La opinión de los padres

En los últimos años cada vez más padres declaran querer estar presentes en el momento en que se realice alguna prueba a su hijo. Algunos estudios (los menos) hablan de que menos de la mitad de los padres quieren estar con su hijo en esos momentos, mientras que hay otros (la mayoría) en que la cifra es cercana al 90%. En cualquier caso, la mayoría de los padres desearían tener, al menos, la opción de decidir.

Esta opción de decidir se centra, sobretodo, en el tipo de procedimiento que se va a realizar, ya que cuanto más invasivo sea el procedimiento, menos padres desean estar presentes (hablamos por ejemplo de una reanimación cardio-pulmonar o una intubación endotraqueal).

Por norma general, los padres creen que su presencia ayuda a su hijo, ya que les permite demostrar que lo apoyan y lo quieren. Curiosamente, o quizás no tanto, el acompañamiento no solo beneficia al niño, sino también a los padres. Varios estudios al respecto demuestran que los padres que presencian los tratamientos y las pruebas realizadas a sus hijos tienen menos ansiedad que los que deciden no hacerlo.

Además, los padres sienten que forman parte del proceso y que están ayudando al personal sanitario, ya que al observar el papel de los padres en esas circunstancias se ha visto que más del 90% de los padres habla con sus hijos para calmarlos y cerca del 80% mantiene contacto físico directo con ellos.

Cómo lo sienten los niños

Según la edad de los niños es difícil valorar qué beneficios comporta el hecho de que los padres estén presentes durante la realización de una prueba. Esto se debe a la dificultad para evaluar el dolor (muchos niños no hablan o no saben muy bien cómo describir el dolor).

Sin embargo, parece lógico que ante una situación estresante para un niño se busquen todas las estrategias posibles para calmar la ansiedad y la presencia de los padres es, sin duda alguna, una de ellas.

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Algunos autores han tratado de cuantificar dichos beneficios y se han conseguido resultados dispares, ya que en algunos estudios se observa que los niños se comportan peor cuando están sus padres y en otros, en cambio, parece que se comportan mejor. Sin embargo, bajo mi punto de vista, el objetivo de estos estudios es erróneo, pues lo que interesa no es que el niño se comporte mejor o peor, sino que viva el momento con la menor ansiedad posible (a mí como enfermero nunca se me ocurriría sacar fuera a los padres para conseguir que el niño, asustado, estuviera más quieto).

Qué opinan los profesionales sanitarios

El único estudio español en el que se recoge la opinión del personal sanitario muestra que el 95% de los médicos están a favor de la presencia de los familiares junto con el niño, mientras que tan solo el 45% de los enfermeros y el 50% de los auxiliares piensan igual.

Los motivos que se argumentan en contra son los siguientes (además de enumerarlos los comentaré):

  • Mayor nerviosismo de los niños: No es cierto. Lo más lógico es que ante una situación estresante en que probablemente se le va a hacer daño a un niño (daño provocado por diversas personas desconocidas), éste se sienta más acompañado si está en contacto directo con un familiar o, si al menos, tiene contacto visual con él. Cuanto más solo se sienta, más nervioso y asustado estará.
  • Mayor angustia de los padres: No es cierto. Ante una situación en que a un hijo se le debe hacer un procedimiento doloroso que no comprende (o aunque lo comprende), los padres hacen de tripas corazón y prefieren, por norma general, estar presentes hablando y dando la mano, si es posible, a su hijo, para demostrarle que están ahí para lo que haga falta. Lo más lógico es que los nervios sean muy superiores si están fuera, sabiendo que su hijo lo está pasando mal sin ellos poder hacer nada.
  • Mayor riesgo de denuncias: Lamentable. Una mala praxis lo es tanto si los padres están presentes como si no lo están. Imagino que la gracia está en que si los padres no lo ven, siempre puedes disimular el trabajo mal hecho. Por otra parte, el objetivo debe ser siempre buscar el mayor beneficio del niño, así que hacer salir a los padres afuera para evitar una posible denuncia me parece, como digo, lamentable. Además, algunos estudios sugieren que cuando los padres presencian las intervenciones de los profesionales y observan que hacen todo cuanto pueden por su hijo tienen menos ansiedad, menos dudas (“creo que podrían haber hecho más”) y muestran más gratitud por el esfuerzo realizado.
  • Interrupción del procedimiento: En ninguno de los estudios realizados al respecto se ha comentado ningún caso de interrupción del procedimiento. Esto no quiere decir que no haya algún padre que al ver sufrir a su hijo decida detener la prueba o tratamiento, sin embargo deben ser tan pocos, que el solo hecho de sugerirlo es irrespetuoso y está fuera de lugar (y mira que lo he oído veces: “prefiero que estén afuera porque alguno se te puede echar encima”).
  • Mayor duración del procedimiento: Depende. Algunos procedimientos pueden ser más lentos y en otros apenas habrá diferencia (poner una vía, sacar sangre, suturar una herida,...). De todas maneras, me parece más lógico tardar más tiempo en hacer algo para conseguir que un niño viva el momento de la mejor manera posible que obviar su bienestar para acabar antes.
  • Mayor nerviosismo del personal sanitario: También es posible, aunque siguiendo el hilo del punto anterior, el que importa es el niño, no el personal sanitario. Si un profesional se pone nervioso porque los padres están presentes tratando de apoyar a un niño que puede sufrir mucho tendrá que buscar estrategias para conseguir apaciguar dichos nervios. Nadie nace enseñado y está claro que las primeras veces tiembla la mano, sin embargo el tiempo aporta seguridad y la seguridad aporta serenidad.
  • Peor rendimiento del personal sanitario: Lamentable. Hemos de mirar por el bienestar de los niños, no por el rendimiento del personal sanitario. Como he dicho, el que no sepa, que haga por aprender, pero que no ponga a los padres como excusa.
  • Interferencia en la formación del personal sanitario: Lógico. A nadie le gusta ver sufrir a su hijo, así que los padres deseamos siempre que lo que se le vaya a hacer a un niño, sea haga en las mejores condiciones y en el menor tiempo. A pesar de ello podemos entender que alguien esté aprendiendo y que puede tener menos práctica al realizar algunos procedimientos (mientras sea capaz de retirarse a tiempo si ve que no es capaz). En cualquier caso, si un padre se niega a que un estudiante lleve a cabo alguna técnica, debería respetarse su decisión

Volviendo a los derechos de los niños…

Tanto hablar de beneficios y de opiniones de padres y profesionales para decir, finalmente, que aunque alguien opine que es mejor que los padres no estén presentes, es un derecho del niño estar acompañado en todo momento por un adulto. Es decir, los padres no deben decir “tengo derecho a estar con mi hijo”, sino “mi hijo tiene derecho a estar con sus padres”. Esto quiere decir que los profesionales sanitarios no deben “invitar” a los padres a esperar fuera, ni aún cuando argumenten que son normas del centro, porque, repito, es un derecho fundamental de los niños.

Una experiencia personal

Teniendo Jon dos años se cayó en casa haciéndose una herida en la cabeza que requería un punto de sutura. En el Hospital nos invitaron a salir, pero Miriam se negó en rotundo. Yo desconocía que era un derecho de mi hijo, así que nadaba entre dos aguas, como padre veía normal acompañar a mi hijo, pero como sanitario entendía su postura, más que nada porque lo tenía normalizado (de tantas invitaciones a salir, uno cree al final que debe ser así).

Finalmente, tras varios “tiras y aflojas”, suturaron a Jon en nuestra presencia. Entonces un médico se acercó y nos dijo:

Entiendo vuestra postura porque yo también soy padre, pero esto no lo podéis hacer porque le estáis dando a entender al niño que le hacemos daño y que vosotros no estáis haciendo nada al respecto.

Como todas las tortillas tienen dos caras, decidimos darle la vuelta y ver qué había ahí debajo:

Sí, pero después de haberse abierto la cabeza, hay que suturarle sí o sí, así que ya que hay que coserle y hacerle daño, prefiero explicarle que hay que hacerlo, que va a doler, pero que papá y/o mamá no se va a separar en ningún momento de él.

Dentro de unos días os comento algún otro caso personal, porque como muchos padres y madres, me he visto en más de una ocasión en dicha tesitura.

Fotos | Ateo Fiel en Flickr
Bebés y más | Derechos del niño hospitalizado (y de sus padres), Los derechos del niño hospitalizado, Cómo hacer frente a una enfermedad en la infancia

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Comentarios cerrados
    • interesante

      Si. Llamar a una abogada muy conocida en Madrid y que ella llame al hospital y que se acaben los problemas. Llamarla para que venga cuando se ponen pesados y que acepten que no tienen derecho a impedir lo que los padres quieren. Y en un par de casos llamar a la guardia civil y no veas como les temblaron las piernas ante la posibilidad de ser denunciados por negación de auxilio y de intento de rapto de menor. Una cosa es ser amables y negociar, pero llega un punto que debemos sacar todos los recursos para defender a nuestros hijos, y en esos casos, hay que dejar de tener miedo a ejercer nuestros derechos y a defender los de los niños, lo diga el celador, la enfermera, el médico o el director del hospital.

    • interesante

      Por supuesto que deberían estar presentes. Es su derecho y sobre todo el de sus hijos. Si se les niega asistencia médica por no querer separarse del niño sin que se aduzca una clara razón médica (no de protocolo, sino de necesidad real)deben denunciar. Si, por supuesto, se intenta separar a los niños de ellos contra su voluntad, tienen derecho a denunciar. Y no digo en Atención al Paciente, que también, sino a la policía. No hay pruebas médicas en las que a un niño le perjudique la presencia de sus padres pues si hubiera riesgos de contagio siempre pueden tomar las mismas medidas que los sanitarios.Ponerle una via o sondarlos no son razones para expulsar a los padres, que darán al niño una cierta trnquilidad en esos momentos de miedo y dolor. Yo creo que es un tema en el que hay que ser inflexible. Los protocolos y conveniencias de los sanitarios no están por encima del derecho de vuestros hijos.

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    • Avatar de mireia.long.1 Respondiendo a Mireia Long

      Yo quejas sí he puesto, pero a la policía no la he llamado nunca. ¿Conoces alguna experiencia al respecto, Mireia?

    • interesante

      Pues yo tengo una mala experiencia con esta cuestión. Buff, a ver, que hacía tiempo que no pensaba en ello y se me ha vuelto a encoger el estómago. Cuando Sara tenía justo 17 meses se puso malita de un virus gastrointestinal. Vomitaba bastante, tenía fiebre y una mañana me pidió agua. Al instante la vomitó y se quedó así como flojita y un poco grogui. Decidimos llevarla a las urgencias del hospital privado donde nació porque generalmente funcionan bien. Bueno, pues una vez en el box, le picharon el dedito, nos dijeron que era una bajada de glucosa y aquello de 'salid un momento que le vamos a poner una vía'. Yo estaba con mi padre y salimos sin protestar, un poco como autómatas. En dos minutos volvimos a entrar con ella, que evidentemente lloraba mucho. Pasaban las horas y el nivel de glucosa no se recuperaba así que nos dijeron que la llevaban a la UCI pediátrica. Allí seguíamos, como autómatas confiando en todo lo que nos decían. 'No os preocupeis, no está de UCI pero allí estará más vigilada que en planta. Puede entrar uno con ella'. Y allí estuvimos las dos, ella con su vía... nos acercábamos a ver a los bebés de las incubadoras, hablábamos con otros niños... lo pasamos bien juntitas. Yo salí a comer cuando se durmió la siesta y entró su padre. Pero... llegó la noche... y nos dijeron que no nos podíamos quedar. Yo le dije a la pediatra que yo me quedaba en una silla. 'No se puede quedar nadie dentro de la UCI'. 'Pues me quedo aquí fuera en el pasillo, si a mi me da igual, de todas formas no voy a dormir'. Me convencieron porque la dejé dormidita en la cuna y porque estaba embarazada de Marta y me encontraba un poco chunga. Nos marchamos a las 12 y a las 7 de la mañana ya estábamos allí. Sara estaba muy bien, muy contenta de vernos. Le dí su bibe y nos subieron a planta. Pasamos dos días y dos noches en el hospital porque había que controlarle los niveles de glucosa. Le hicieron curvas de glucosa los dos días y aunque no me acuerdo ya muy bien, creo que le sacaron sangre varias veces. Ahí sí que estuve yo con ella todo el rato. Sólo salía a comer algo cuando se dormía la siesta. La estancia en el hospital fue todo lo buena que puede ser una estancia en un hospital. Había más niños ingresados con el 'virus' y jugábamos con ellos en el pasillo. Dormíamos los 3 en la habitación (porque como he dicho, era privado): mamá y Sara en la cama, papá en el sofá cama y el personal era amable. Cuando Sara veía entrar a alguien vestido de verde se enfadaba mucho, pero podíamos estar con ella y tenerla en brazos mientras le sacaban sangre. Ahora bien, la noche que se quedó en la UCI prefieron no recordarla, aunque estoy segura de que estuvo atendida con cariño y lo más probable es que no se despertara... al menos eso me dijeron y es lo que quiero creer.

      En resumen, sentimientos ambivalentes. Entiendo que para según qué cosas no te dejen entrar, pero también me gustaría que el personal sanitario hiciera un esfuerzo por entendernos a los padres. Creo que si nosotros confiamos en ellos, ellos deberían confiar en nosotros. Quiero decir, que vamos a entrar con nuestros hijos y nos vamos a comportar y vamos a colaborar con ellos.

    • Yo estoy de acuerdo en que en situaciones pequeñas, como la sutura de tu hijo, los padres puedan acompañar al pequeño. No me he visto en la situación pero creo que insistiría en quedarme, como hizo tu mujer. Otra cosa es ante temas más complicados y/o graves, que requieran por parte de los médicos actuaciones más contundentes y precisas, aunque también estoy de acuerdo en las reflexiones que desgranas en el post. Como madre, persona madura y paciente con confianza en el sistema sanitario, no me veo montando un pollo sin motivos o aleccionando a los profesionales sin motivos o de malos modos. Así que sí, creo que los padres deberían estar presentes cuando hacen pruebas a sus hijos.

    • A mi hijo lo operaron con 3 meses de un quiste que le salió en la cabeza, una de las pruebas previas a la operación fue una extracción de sangre y me dijeron que si quería podía quedarme fuera, pero entré porque no me parecía para tanto, y lo que tuve que presenciar fue horrible...al ser tan pequeño y tan gordito las venas de los bracitos no se le veían y tuvieron que sacarle sangre de la cabeza, yo no tenía ni idea de eso y recomiendo no estar delante porque no puedes acercarte a él porque no te dejan y lo único que sientes es impotencia. Después llegó el momento de la operación, cuando le cogieron la vía ya no me dieron ni la opción de estar presente pero escuché desde la habitación cómo lloraba...donde si me dejaron entrar fue a reanimación una vez terminó todo y allí pude quedarme con mi hijo y esperar mientras le acariciaba a que se despertase.

    • Un tema un poco complicado que dependerá como en todo de la situación concreta a tratar y del carácter de padres y sanitarios.

      Personalmente creo que para lo que son las intervenciones menores como las que comentas, una sutura, una extracción de sangre, una exploración radiológica, no hay ningún motivo para que los padres no acompañemos a los hijos, para darles esa confianza y seguridad y normalizar en lo posible estos procedimientos, restando al nerviosismo propio de la situación una "angustia de separación". Eso sí siempre y cuando seamos capaces los padres de dejar hacer a los profesionales su trabajo, sin intervenciones innecesarias que los desautoricen o cuestionen sistemáticamente.

      Lo que sí que me parece que está fatal todavía es el tema de los ingresos hospitalarios de bebés y niños pequeños. En estos casos debería ser obligatorio que el hospital permita a los padres la estancia permanente al lado de los hijos en condiciones dignas. Y con esto no me refiero a una silla de madera al lado de una incubadora durante una hora, como conozco un caso, o acampadas en sala de espera por no disponer de cama (o sofá o lo que sea) junto al enfermo.

    • Supongo que todo depende de la region en la que vivas. Yo soy de Pamplona y por suerte, creo que aqui si te permiten estar presente en estos casos. O al menos he visto a niños haciendoles analisis de sangre en brazos de sus padres. Por suerte no me ha tocado verme en esas situaciones pero desde luego que preferiria estar con mi niña aunque lo pasase fatal. Para mi fue traumatico cuando le pusieron los pendientes en las orejitas, que hasta me maree y sali medio llorando, pues cuando son cosas mas graves no quiero ni pensarlo.

    • Muy buenas reflexiones Armando, si me veo en un situación similar ya tengo más argumentos para que no me separen del niño. Muchas veces he pensado sobre los días de hospital al nacer mi hijo, solo nos separaron para hacerle las pruebas audiológicas y la prueba del talón, sin embargo en los baños y las exploraciones del pediatra sí estábamos presentes. Despues me enteré que en la prueba de los oidos les dan un biberón, asi que si eso es cierto, no me volverá a pasar y tendrán que aguantarme porque no entiendo como pueden dar un biberón sin tu consentimiento cuando tu opción es la lactancia materna.

    • No soy madre, así que voy a hablar de mi experiencie personal.

      De pequeña sufrí desarreglos homonales, así que tenía que hacerme análisis de sangre cada tres meses desde muy pequeñita. La primera vez era muy pequeña, no sé cuanto, pero lo suficientemente mayor como para acordarme (tendría unos 4 años).

      Mis padres siempre fueron muy claros, nunca me mintieron al respecto. Me dijeron que iban a pincharme, que era necesario, que puede que me doliese un poco, pero que si no me movía terminaría pronto y dolería menos. Además, como los análisis hay que hacerlos en ayunas, después iríamos a una cafetería a desayunar y podría tomar lo que quisiera.

      La primera vez dejaron que me sentase en el regazo de mi madre. Me quedé muy quieta y cuando terminó me di cuenta de que mi madre estaba más asustada que yo (por cómo podría reaccionar), pero no lo había notado hasta que terminó todo. Una felicitación por parte de la enfermera al terminar me llenó de ese gran orgullo que sienten los niños pequeños cuando demuestran que saben comportarse como mayores y los mayores se lo dicen.

      Con los años, no le tenía el más mínimo miedo a las agujas. Es más, era capaz de ver cómo me las clavaban sin ningúna grima. Sabía que era incómodo, pero también sabía que terminaba pronto. Para mí hacerme un análisis de sangre no significaba lo que para otros, incluso para muchos adultos, una tortura o un miedo horrible, significaba faltar a clase, estar la mañana con papá o mamá y desayunar un cruasán o chocolate con churros. ¡Hasta me hacía ilusión!

      Hoy en día no tengo el más mínimo miedo a las agujas e incluso soy donante de sangre.

      Por otro lado, la visita al endocrino era otro cantar. Mi madre se quedaba en el despacho, el doctor ni me hablaba más que para decirme "échate ahí" y aún encima iba mirando cómo me iba desarrollando (si me salía vello o me creían los pechos)... yo me sentía tan incómoda durante aquellas visitas. Creo que la presencia de mi madre me hubiese calmado mucho, yo me portaba bien, pero lo pasaba muy mal.

      El otro lado de la moneda del acompañamiento, cuando se debería echar a los padres. Un día recientemente fui a hacerme un análisis y tuve que oír desde fuera cómo un padre llamaba de todo a un niño porque no se estaba quieto y no le podían hacer el análisis. La pobre enfermera hablando con suavidad, intentando calmar al niño que lloraba, y el padre soltando una burrada tras otra (como que se le iba a romper la aguja dentro). Cuando salió el niño y vi que sólo era un pequeño de unos tres años... fue horrible.

    • Mi experiencia hasta ahora había sido buena, en la sanidad pública de Madrid te dejan tenerles en brazos en los análisis, vacunas, etc. Sin embargo estas Navidades ingresaron a mi hijo pequeño en el hospital San Rafael de Madrid con 5 semanas de vida por bronquiolitis y ha sido una de las peores experiencias de mi vida; no me han dejado estar ninguna de las dos veces que le han cogido la via (la última pasé cerca de 20 minutos en la habitación escuchando sus gritos al final del pasillo, al volver tenía los brazos con varios pinchazos fallidos). Esto en lo que referente a las pruebas que es el tema del post. El resto de la estancia fue terrible; no sé si fue por las Navidades, la falta de personal por las fechas, que el hospital estaba hasta arriba y la planta no era la de niños...A excepción del jefe del pediatría y un par de enfermera sensibles, me encontré con una terrible falta de sensibilidad hacia el bebé, hacia la lactancia materna a demanda y hacia los padres que no quiero ni recordar porque aún duele. No dudo de la capacitación técnica del personal sanitario pero deberían dar mucha más formación humana.

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    • Avatar de suyuan Respondiendo a suyuan

      Uff, suyuan, cuánto lo lamento... sobretodo por tu bebé, aunque también por ti. Como has leído no pueden sacarte de la habitación si tú no quieres. Una pena semejante trato.

    • Avatar de suyuan Respondiendo a suyuan

      Qué horror, no puedo ni imaginarme una situación así. Sin embargo estoy totalmente de acuerdo contigo en que falta formación humana.

    • Hola Armando, querría saber como va el trámite de tu queja, ya que yo presenté una por el mismo motivo hace 15 días, pero de momento no me han contestado, y creo que no voy a recibir respuesta. un saludo

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    • Avatar de 20176 Respondiendo a 20176

      Hola Virtudes, cuando puse la queja al centro ellos sí respondieron, diciendo lo que comento en el post, que ellos lo hacen así.

      Desde el Síndic de Greuges, que es algo así como el Defensor del Menor en Cataluña la última noticia es que pidieron el informe al centro de salud y éstos no lo han enviado a pesar de haber expirado el plazo legal para enviarlo. Al parecer lo han vuelto a reclamar. O sea, el centro no responde al defensor del menor.

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    • Muchas gracias por tu respuesta. Yo esperaré a pasar el mes desde la entrega de la queja y si no me contestan en ese plazo mandaré un burofax al defensor del menor y al ministerio de sanidad. Me parece vergonzoso. Cuando ocurrió pedí hablar con el responsable y este señor me dijo que era la primera persona que se quejaba por ese tema y que lo que tenía que hacer era informarme mas sobre sus protocolos y dejar de ver series tipo "house". Pues debería saber que los protocolos no tienen rango de ley y nunca pueden contradecir al Parlamento Europeo.

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