Qué hacer y qué no hacer cuando no quieres meter una moneda en los recreativos infantiles

Qué  hacer y qué no hacer cuando no quieres meter una moneda en los recreativos infantiles
9 comentarios

Cuando somos padres nos damos cuenta, de repente, de la existencia de cientos de máquinas recreativas infantiles dispuestas en la calle cada 50 o 100 metros en las puertas de diversos negocios.

Siempre han estado ahí, pero es cuando tu hijo se monta en una tras otra cuando te das cuenta de que el camino elegido no es el mejor si ese día tienes un poco de prisa.

Al principio no hay demasiado problema si el tiempo no apremia, sin embargo cuando se dan cuenta de que, con una moneda de un euro, el coche, conejo, camión de bomberos, caballo,… se mueve y hace ruido, empiezan a pedir una moneda en cada aparato.

En mis cuatro años de experiencia como padre paciente junto a los recreativos infantiles he visto técnicas muy variopintas para evitar dejarte el sueldo en tres paseos por la calle. Es por eso que hoy explicaré qué hacer y qué no hacer cuando no quieres meter una moneda en los recreativos infantiles.

No, es que no tengo dinero

Esta es una de las frases más famosas que padres y madres utilizan como excusa para no meter una moneda: “No, es que no tengo dinero“. En ocasiones podría ser válida, si es verdad. El problema viene cuando le decimos que no tenemos dinero y luego pasamos por la panadería, por poner un ejemplo, y soltamos una o dos monedas.

Cuando son pequeños no se enteran demasiado, pero cuando son un poco más mayores son muy capaces de darse cuenta de que papá le ha dicho que no tenía dinero cuando minutos después está sacándolo de la cartera.

Además el hecho de no tener dinero suele ser más o menos aislado. Un día sí puede ser cierto que no tengas dinero, pero muchos otros días sí tendrás y entonces habrá que utilizar otra excusa.

No, si es que está estropeado

Esta es otra de las frases más utilizadas (al menos es una de las que yo más he oído). También suele funcionar porque el niño realmente se cree que la máquina está estropeada.

El problema es que a menudo hay otro niño esperando a montarse con un padre o abuelo dispuesto a meter una moneda y, en el momento que tu hijo ve que no está estropeado, se da cuenta de que le has mentido (o te dice que te has equivocado, que no está estropeado y que después se montará él).

Ser sinceros

Tras dos opciones basadas en la mentira, bastante peligrosas porque nuestro farol puede descubrirse fácilmente, llega la opción más honrada en la relación entre padres e hijos: ser sinceros.

Esta opción es la que yo utilizo, básicamente, porque no me gusta mentir a mi hijo. A mí personalmente no me hace demasiada gracia meter 1 euro en una de estas máquinas recreativas infantiles a cambio de 3 viajes, porque me parece un precio absolutamente abusivo por 5 minutos de vaivenes y ruidos (con 1 euro se paga 1 litro de gasolina, que da para unos 12 km… eso sí que da para tres viajes dentro de la ciudad).

Lo que quiero decir es que ser sincero contempla el decirle (al menos en mi caso): “Cariño, si metemos monedas en estos coches no tendremos dinero para comprar otras cosas como comida, agua, cuentos o juguetes y yo prefiero comprarte estas cosas…” y siempre me ha funcionado (aunque he de decir que mi hijo siempre ha sido bastante conformista cuando le razonas las cosas y que sí, de vez en cuando le compramos algún cuento o algún juguete porque nos apetece, supongo que porque él nunca nos los pide).

Ser sinceros puede funcionar o puede provocar el enfado del niño: si le decimos que no tenemos dinero, pueden entender que no tenemos monedas y claro, sin dinero, no hay movimiento. Si le decimos que está estropeado, aunque pusiéramos dinero, no funcionaría. Pero si le decimos que tenemos dinero pero que no vamos a ponerlo porque es para otras cosas le estás diciendo, en resumen, que no se puede divertir en la máquina porque no quieres.

En este caso, es decir, si decir la verdad genera rechazo y enfado, cada cual debe decidir qué camino tomar. El camino fácil sería ceder y darle la moneda. Esto podría considerarse un fracaso o no, dependiendo de cada relación padre-hijo.

Hay niños que aceptan perfectamente un no (o varios), cuando de vez en cuando hay un sí. Es decir, no tiene por qué perderse el mensaje original de “no me gusta meter dinero aquí porque prefiero gastarlo en otras cosas” por que una vez de tanto en cuanto acabes metiendo una moneda.

Sin embargo hay otros niños que no quieren oír un no y que, por lo tanto, no están entendiendo el mensaje que tratamos de transmitirles (quizás sean demasiado pequeños para entenderlo, todo hay que tenerlo en cuenta). En estos niños quizás sería apropiado mostrarle que le entendemos y seguir explicando el porqué de nuestra negación: “Cariño, sé que te enfadas porque te quieres subir en la máquina, pero papá no quiere meter una moneda porque sino no tendremos dinero para otras cosas”.

Esto no es un método que haga que el niño deje de quejarse, sino que le muestra que entiendes su enfado y su malestar y que hay una razón para no hacerlo.

Sustituir o buscar alternativas

Esta última estrategia es útil en caso de que nuestras razones no sean suficientes y el niño siga pidiendo una moneda y la situación empiece a enquistarse en un “tú dices sí, pero yo digo no”, en la que no se suele llegar a ningún sitio.

La idea es sustituir el deseo de montarse en la máquina por otra cosa que le pueda gustar hacer. Para esto es necesaria la imaginación de los padres para buscar alternativas que puedan satisfacer el niño y le hagan pensar en otra cosa.

Lo que más suele funcionar son los juegos. Desde promover una carrera hasta la siguiente esquina, hasta ofrecer la posibilidad de cantar alguna canción que le guste mientras seguimos caminando.

También puede funcionar meternos en la piel de algún personaje y hacer, por lo tanto, que él también lo haga. Para esto en concreto no lo he tenido que hacer nunca, pero en otras ocasiones sí. Es poner la voz del padre de Vicky el Vikingo y decir: “Venga Jon, hijo, vamos a hacer esto, que tenemos que ir a remar al barco y no vamos a llegar” y enseguida se pone en la piel de Vicky y me dice: “sí, papá, ¡vamos!”.

Resumiendo

Como veis hay alternativas a las mentiras cuando no queremos meter una moneda en los recreativos infantiles. Todo es echarle un poco de imaginación al asunto según las preferencias y gustos de cada hijo y buscar otras opciones que le puedan satisfacer o bien hablarle, según su ritmo de maduración, desde la sinceridad.

A un mentiroso se le pilla antes que a un cojo, así que mejor evitar meternos en líos de los que luego no sabremos cómo salir. Las alternativas requieren de más imaginación y persistencia, pero todo sea por evitar que nuestros hijos acaben pensando que papá y mamá les mienten para evitar satisfacerles.

Si como padres os habéis visto en esta situación y habéis llevado a cabo otras soluciones, comentadlas por favor, siempre es enriquecedor escuchar otras opciones.

Foto | Armando Bastida
En Bebés y más | Los padres mentimos a nuestros hijos una vez al día, La espiral de mentiras navideñas

Temas
Comentarios cerrados
    • interesante

      Yo también utilizo la estrategia "económica": mejor guardamos la moneda para los helados de las vacaciones. Ahora, sí, os aseguro que en nuestra semanita de vacaciones de verano, cada tarde a la heladería!!! A mi también me parece un abuso lo de los "caballitos", tan bien puestos a la salida del supermercado!!! Por suerte, mis hijas se suelen conformar con subir al trasto parado.

      La estrategia "cambio de tercio", la uso más en el parque, cuando hay que ir tirando para casa y no hay manera de sacarlas de allí. Cuando el "un poquito más" se eterniza. Bueno, pues entonces me tengo que convertir en la astronauta jefa. Resulta que los columpios son naves espaciales, que como no paran de usarlas, se les acaba la gasolina. Les da mucha risa que diga "Houston, tenemos un problema". "¿Cuál problema? (sic)". "Pues que os estáis quedando sin gasolina y hay que volver a la tierra". Surrealista, sí, pero se bajan del columpio y se convencen de que hay que ir a casa. Ahora bien, no os penséis que es inmediato: Sara tarda un montón en quitarse el traje de astronauta, normal... casco, cinturón, botas, pulseras (yo tampoco sé de qué va esto), guantes... Voy a tener que llamar a Houston un hora antes!!!!

      Son geniales, me siento un poco mal cuando me superan ciertas situaciones y momentos de rabietas y cabezonerías, pero al final, un conflicto de estos suele estar resuelto en 5 minutos con dos o tres payasaditas como las del astronauta... en fin... tengo que abandonar este comentario porque se me cae la baba!!!

      Saludos!!!

    • La primera vez que senté a mi bebé en un carrito fue en diciembre, cuando aún tenía 15 meses. Le encantan los carros, estábamos en un centro comercial, y los carritos estaban desocupados, así que lo senté sin que él me lo pidiera, por probar a ver si le gustaba. Obviamente le encantó, y como yo tenía una moneda, pues la metí. Cronometré dos minutos, y ahí se paró la máquina. ¡Me sentí tan estafada! Me parece una atrocidad pagar 1€ por tristes dos minutos, por fortuna Sam siguió jugando igual de animado luego de que terminó "el viaje" durante unos 15 minutos más.

      Al rato llegó otra mamá, con una beba de 10 meses, inicié una conversación con ella diciéndole que me parecía una estafa meter dinero en estas máquinas, mientras ella metía su euro en el carrito de al lado. Me respondió que su hija (con escasos 10 meses) ya le señalaba la ranura de la moneda. Yo me quedé en shock cuando me dijo eso, y tomé la decisión de no meter más monedas en estas máquinas. Hice el siguiente razonamiento: Si de todas maneras el carrito tiene volante, luces y sonido, y el niño está disfrutando, ¿para qué voy a ponerle una moneda que hará que cuando acaben los dos minutos deje de disfrutar del carrito?(y por ende pida otra moneda). Si de por si ya la pasa bien sentadito ahi tocando todos los botones y girando el volante, balanceándose él mismo ¿para qué voy a arruinar su diversión?

      Fuera de esto, estoy totalmente de acuerdo con entribu09, obviamente están colocadas en sitios estratégicos por temas de marketing. En diciembre pusieron una fila de 3 máquinas, cada 5 metros dentro del centro comercial. Las hacen inevitables. No es que puedas coger otro camino para que el niño no las vea. Por ahora me va bien haciendo eso, sentándolo todo el rato que quiera, yendo fuera de las horas pico y cuando no tengamos prisa, sin ponerle una moneda, y ya tiene 22 meses.

      En caso de que me deje de funcionar esto, concuerdo contigo, Armando, creo que lo mejor es decirles la verdad, una verdad en lenguaje digerible acorde con su edad.

    • Estoy pensando en que Mario no pide dinero para montar en las máquinas pero sí ha pasado por una época en la que quería comprar casi de todo. Ahora anda un poco más relajado en este sentido, aún así hay veces que ¡¡preferiría que pidiera dinero para que se moviera el coche de la tienda de abajo!!

      ¿Cómo hemos ido sobreviviendo a la época en la que pedía y pedía comprar? Pues como hemos podido. Las primeras veces no nos importaba. "Es mejor que pida una pelota chiquita, que no un chupachups". Pero cuando ves que la casa se te está llenando de "pelotas chiquitas", piensas "Casi hubiera preferido comprarle los chupachups, que cuestan menos y ocupan menos espacio". Entonces hubo que empezar a decirle "No". No recuerdo si alguna vez he mentido a mi hijo en estas lindes; imagino que sí, que en alguna ocasión habré tirado de las excusas para salir del paso. Pero sí sé que habrán sido ocasiones contadas con los dedos de una mano -y me sobran-.

      Nosotros también optamos por no contar cuentos chinos al crío, más que nada porque el niño no es tonto y se percata perfectamente de si lo que le dices es cierto o no. También es verdad que Mario no es precisamente conformista y como se proponga una cosa no para hasta conseguirla. A veces las explicaciones sólo nos sirven para empeorar las cosas, así es que solemos distraerle con algún atractivo que desvíe su atención -estrategia más utilizada por su padre- o avisarle antes de que se lleve el chasco "en esta ocasión venimos a hacer esto o lo otro, pero no es el momento de comprar nada" -estrategia más utilizada por mí-. Aún con todo, muchísimas veces acaba cabreado y optamos por darle esas explicaciones (que a veces sólo empeoran las cosas) e intentar calmarle. Pero esta calma es sólo aparente porque si no es esa noche será alguna noche posterior, soñará con el episodio en concreto y nos dará una noche toledana.

      Bueno, no sé si diciendo que no tenemos dinero o que no nos dejan comprar lo que él quiere en ese momento, lograríamos que se quedara más conforme. Puede que sí, puede que no. En cualquier caso, creo que es mejor ir con la verdad por delante aunque no guste demasiado. De otra manera, enseñamos al crío a mentir y para eso ya habrá otros que se lo propongan.

    • Son muy astutos poniéndolos en sitios estratégicos, como las chocolatinas al lado de las cajas del supermercado. Yo me niego a echar la moneda, por principios, no quiero que empiece ya a consumir. Hasta ahora creo que me lo ha pedido una vez (y, sí, se la di porque para una vez que me pide algo...).

      Mi solución hasta ahora ha sido ofrecer una alternativa más divertida.

      Sugerir ir a la librería de enfrente que le encanta, echar una carrera, llevarla en brazos, enseñarle un pájaro que hay por allí cerca, contar un cuento, etc. Y no como maniobra de distracción, ojo, sino hablando tranquilamente en plan: "¿vamos a ver los libros allí o prefieres quedarte viendo las máquinas estas más rato?". A mí me funciona bastante bien. O ir comentando lo que hacen los otros niños, le divierte más.

    • No estoy en esa fase (todavía) pero creo que estos cacharros son un timo descomunal. Como dice amormaternal, los viajes son cortísimos y sale muy muy caro. Creo que lo mejor es decirle al niño la verdad, mis padres lo hacían conmigo y salía de mi no insistir demasiado en montar...

    • Yo tampoco estoy a favor de mentir, prefiero mil veces razonar con el o animarle a hacer otras cosas. En este tema he tenido suerte, nunca le he echado dinero y debe ser que se ha acostumbrado porque a mi peque lo que le gusta es subir en todos pero sin movimiento. De hecho estaba en un carrusel un dia con otros niños y un papa le echo dinero, bueno pues mi hija se bajo y me dijo , no me gusta, esto se mueve!!. A su padre y a mi nos hizo mucha gracia.

    • Por ahora nos hemos librado de este "problemilla". Mario nunca pide que le echemos dinero. No le gusta que se muevan. Ni siquiera le atraen las atracciones de feria o los carruseles. Mientras la máquina esté parada puede estarse subido una eternidad. Pero en el momento en que empieza a moverse, se quiere bajar de allí.

      No obstante, la información la reservo por si algún día cambia de opinión (día que llegará seguro).

    • Hola, soy madre de dos niñas, cuando tengo un poco de tiempo las dejo que se suban sin poner la moneda luego les digo que se le acabo la bateria y por eso no funciona y otra de mis excusas: le digo, que es de otro niño que vendra mas tarde a jugar. Normalmente siempre me funciona.

    • Esto es como la lucha entre hackers y fabricantes de antivirus, o entre Google y los SEOs: hay que ir innovando continuamente con argumentos nuevos para cuando se agota el antiguo. ¡Menudo derroche de imaginación nos exigen estos críos!

    Inicio
    ×

    Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información