La mentira es uno de los recursos que más utilizan los niños para tratar de evitar un castigo, ante una posible trastada, haber desobedecido, en fin, cualquier cosa que pueda incomodar al niño y piense que repercutirá negativamente. Es un mal hábito que nosotros los padres debemos intentar eliminar mediante una adecuada educación repleta de confianza y honestidad.
Hay un antes y un después marcado por una edad, la de los 7 años, hay una notable diferencia entre ambas etapas. Antes de llegar a los 7 años, es mucho más difícil para un niño distinguir una mentira de una fábula, de una fantasía y una realidad, la imaginación en ocasiones les juega una mala pasada pero es que están en la edad adecuada para ello, como hemos hablado en otras ocasiones, la fantasía es algo normal que les ayuda en la formación de muchos aspectos de su personalidad.
Aunque aquí hablamos sobre todo lo que rodea a la infancia hasta los 6 años, las consecuencias de cómo se actúe durante esta etapa, se ven reflejadas posteriormente. Si nuestra enseñanza y formación con respecto al niño ha sido la adecuada, pasando de los 7 años el niño no será el pequeño Pinocho de la casa y tendrá sentadas las bases del correcto comportamiento, de la adecuada confianza y una perspectiva mucho más nítida de la realidad.
A partir de los 7 años ha minimizado esa etapa en la que se mezclan muchos aspectos fantásticos con la realidad y, sin una adecuada base, la mentira se convierte en un recurso, en un método de defensa, que se usa a diestro y siniestro, incluso sin necesidad alguna.
Estas son algunas razones para que como padres, en la medida de lo posible y con el sistema adecuado, enseñemos a los hijos las bases que eliminarán por si solas ese comportamiento, la sinceridad, la confianza, el cariño, todo ello ayuda al adecuado desarrollo intelectual del niño y una clara concepción de la realidad en años venideros.
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