Cuando el niño rechaza a papá

Cuando el niño rechaza a papá
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Hay niños que rechazan a papá en algún momento de su desarrollo, especialmente cuando si madre está presente. No es que no lo quieran, o que no sean capaces de pasar ratos estupendos con su padre, pero se dan casos en los que, estando ambos progenitores presentes, el niño aparta al padre, no quiere que se le acerque y se pega con desesperación a la mamá.

Las familias viven esta etapa con desconcierto y angustia. El padre se siente apartado y puede reaccionar con despecho, considerando que el niño está demasiado apegado y que la madre lo sobreprotege.

La mujer se siente partida en dos, por un lado siente la necesidad de responder a la intensa necesidad que expresa el niño pero por otro lado no la entiende, está emocionalmente agobiada y se apena por su pareja. Si el papá se enfada con el niño o con ella puede que la mujer se sienta culpable y termine obligando al niño a apartarse de ella, lo que no suele tener buenas consecuencias para nadie.

Esta etapa es una etapa más del desarrollo de la psique infantil. No debe ser vivida como un problema, aunque se conjuguen intensos sentimientos en la familia. Aunque no todos los niños pasan por ella hay que estar preparados, especialmente si el papel del padre en la crianza no ha sido de gran implicación.

Cuando un bebé es pequeño su universo es su madre. Ni siquiera entiende el concepto del yo, se vive a si mismo como un ser único. El descubrimiento de la existencia propia y separada de la madre puede suponerle tensión y angustia y desencadenar que exprese su trastorno en las separaciones o en rabietas difícilmente comprensibles.

El niño explora sus límites y a la vez desea estar cerca y lejos de su madre. A los dos años muchos pequeños presentan una cierta regresión en sus comportamientos. Quieren alejarse, explorar la voluntad propia. ¿No os ha pasado nunca escuchar que el niño dice no a todas las opciones? No, no y no. No quiere nada y lo quiere todo, se enfada y llora, se apretuja contra la madre y a la vez quiere investigar. Aprender a decir no es una experiencia fascinante y no se desarrolla en pocos días. Hay que tener paciencia y respetar el proceso.

papa e hijo de la mano

Entonces entra en juego papá. El niño ya se expresa e interactúa más. El padre va ocupando cada vez una mayor parcela en su vida emocional. Pero esto choca con este momento de alejamiento y retorno a la madre, en el que el pequeño va buscando seguridad para dar el gran salto hacia la conciencia completa de si mismo como ser independiente. Entonces el niño rechazá a papá firmemente y lo aparta. Y el padre debe aprender a ser un pilar de confianza y seguridad para su hijo, mediante el respeto y no la imposición o el enfado.

Por algún motivo el padre puede suponer una fuente adicional de conflicto si interfiere. Su papel debe ser de espera atenta y amorosa, pero nunca una presencia que se imponga y separe al niño en el momento de angustia de la madre. Como todo, pasará, y saber afrontarlo reforzará a la larga en vínculo entre padre e hijo.

Para sobrellevarlo hay algunas cosas que se pueden hacer, aunque lo más efectivo suele ser esperar a que el niño se adapte. Ponerse a la altura del niño en los momentos en los que se muestre más receptivo, no enfadarse, ser confiable, son efectivas acciones. En la práctica, proponerle juegos en los que estemos pendientes de su deseo de relacionarse o alejarse. Juegos divertidos o cuentos que construyan un universo común de experiencias enriquecedoras y cariñosas serán la base sobre la que la confianza mutua podrá crecer.

Si los padres no viven juntos y se decide que a partir de cierto momento el niño ya puede pernoctar con el padre, hay que estar preparados para entender que no desee salir de su entorno y no tener a la madre cerca. En estos casos la situación de rechazo puede suceder a cualquier edad.

La solución ideal no existe, pero si los padres son capaces de tener una relación cordial, hacer actividades comunes y retrasar la pernocta hasta que el hijo se muestre contento y receptivo será una gran ayuda.

Los papás merecen que entendamos su deseo de estar con sus hijos y su pena al sentir el rechazo, más sobre todo en el caso de parejas separadas. Pero ¿como creéis que se establecerá mejor la relación de confianza y afecto, respetando al niño o imponiéndole unas normas que le hacen estar triste?

O sencillamente, si vosotros fueseis el niño, ¿que elegiríais?

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