Nueve juegos para estimular la psicomotricidad de tus hijos en la piscina

Estos días está haciendo en España un calor descomunal, así que parece casi obligada la visita a la piscina (o al mar) para refrescarnos y para que los niños se refresquen un poco y jueguen, que quedarte en casa está bien para no ver el sol, pero los niños se vuelven locos entre tanta pared.

Si vamos con el bebé (recomendable a horas de menos calor) podemos bañarle y además, si le gusta el agua, aprovechar para jugar con él. Y no solo haciéndole lo de "volar" como un avioncito o un maravilloso y experto pez que nada por la superficie, sino jugar a juegos con los que, además de divertirse, podamos estimular su psicomotrocidad y mejorar así sus habilidades y sus capacidades físicas. Si nuestro hijo es más mayor, lo mismo, pues hay juegos para todas las edades.

Lo primero, antes de entrar en el meollo de la cuestión, es hacer énfasis en que el objetivo principal de los juegos que os vamos a explicar es que el bebé y los niños se lo pasen bien. Los objetivos secundarios son que refuercen la muscultura, mejoren la flexibilidad, la capacidad respiratoria, el equilibrio y la coordinación y que vayan familiarizándose con el medio acuático. Repito: secundarios. Si se aburren o se cansan, lo dejamos para otro momento.

1. Hacer burbujas

El primero es un juego que puede ayudar a los niños a empezar a conocer el agua. Como muchos niños temen o les molesta que el agua les toque la cara, puede ser un buen recurso hacer que sean las burbujas quienes lo hagan, y no nosotros echándoles agua, poniéndoles agua con la mano o directamente metiéndoles la cabeza, que será mucho más traumático.

El juego consiste en meter la cara en el agua y soplar (nosotros), haciendo burbujas, ruidos y movimientos, para que ellos también intenten hacerlo. Así las burbujitas les llaman la atención y les salpican un poco mientras observan o se ríen.

2. La estrella de mar (o "el muerto")

La intención es también que vayan perdiendo el miedo al agua. En esta ocasión la idea es que noten el agua en la parte trasera de la cabeza e incluso que les tape los oídos. Abren las piernas y los brazos y se dejan coger por nosotros, relajándose y notando cómo el agua les moja parte de la cabeza y el cuello, quedando la cara fuera para poder respirar.

3. Recogiendo pelotas de colores

Si queremos que el bebé no solo se deje llevar, sino que además intente nadar un poco, aunque sea en nuestros brazos, podemos motivarle para ello con algún juego como el de recoger pelotas de colores.

El juego consiste en poner pelotas de colores alrededor y un cubo para irlas dejando. Nos acercamos a una, la coge, le llevamos hasta el cubo y allí la deja. Y vamos repitiendo hasta que las tiene todas. Seguro que hará lo posible por tratar de llegar a ellas.

Si el niño es más mayor y ya sabe nadar un poco, pueden jugar igual sin nuestra ayuda. Dado que va a estar utilizando los brazos y moviéndolos, un churro para flotar puede ser peligroso, así que es recomendable utilizar algún elemento más seguro. Las burbujas que se atan al cuerpo es mejor utilizarlas cuando el niño ya domina un poco la posición de nado y los manguitos limitan el movimiento de los brazos, así que lo más recomendable para juegos así son los chalecos, que les sujeta sin comprometer el movimiento de los brazos.

4. Recogiendo cubitos de hielo

Este es solo para niños y quizás para aquellos que naden ya sin métodos de flotación, porque así van más rápido. La idea es utilizar cubitos de hielo en vez de pelotas de colores, añadiendo dificultad a la historia, pues se ven menos y se van deshaciendo.

5. Rodeándonos

Cuando los niños están empezando a nadar, incluso con la ayuda de manguitos o similar, pero tienen miedo, tienden a agarrarse del bordillo y no soltarse. Una manera de animarles a hacerlo es poniéndonos a su lado, también en el bordillo, instándoles a que nos rodeen para llegar al otro lado.

Es una manera de que se suelten y de que empiecen a desplazarse, ni que sea unos segundos, hasta llegar de nuevo a su “casa” o lugar seguro. Tras esto, el siguiente juego sería lanzar un juguete cerca, para que lo recuperen y vuelvan.

6. Nadando con un churro

El siguiente ejercicio que os proponemos es el de hacer que el niño nade, que se desplace por el agua, pero con un churro rodeándole el cuerpo. Gracias al churro no se hundirá y con el uso de los brazos y las piernas puede ir moviéndose. Si no lo ha hecho nunca, por el riesgo de que el churro se escape o se desplace, debemos acompañar al niño en todo momento.

7. Jugando con una pelota

Este es un juego de toda la vida y un excelente motivador de la natación. El niño tiene que nadar para llegar a la pelota que le hemos lanzado y luego nos la tiene que devolver. Además, entrena la percepción tridimensional al calcular el momento en que la pelota va a llegar a sus manos y la coordinación para intentar cogerla.

8. Carreras con una pelota

Este es ya para niños con cierta autonomía al nadar. Siguiendo el hilo del anterior, con la intención de que naden un poco pero pasándoselo bien, está este juego en el que hacemos carreras con una pelota, para ver quién llega antes. La pelota debe flotar, y tanto el niño como el adulto tiene que tener una. La pelota debe empujarse con la cabeza, o con la nariz, para utilizar los brazos y piernas para nadar. El ganador es el que consigue que su pelota llegue antes al bordillo de la piscina.

9. El tiburón

¿Quién no ha jugado nunca al tiburón en una piscina? Pues eso es lo que hay que hacer. Cuando los niños no dominan mucho es mejor que sean ellos los tiburones y que el adulto sea la presa. Perseguir es mucho más “relajado” que ser perseguido. Cuando ya controlan mejor el nadar podemos ser nosotros el tiburón.

Más juegos

Los demás os los dejo a vosotros, porque no quiero que esto parezca un "cómo lograr que tu hijo haga ejercicio sin que se dé cuenta de que lo está haciendo". Si los juegos propuestos os parecen interesantes y divertidos, adelante. Si no, inventad vosotros otros. Lo interesante de todo es jugar, pasárselo bien, que disfruten y que vosotros, los padres, disfrutéis también con ellos, que después de un año en que les habéis visto menos de lo que hubierais querido, hay que aprovechar el verano para recuperar el tiempo perdido.

Fotos | iStock
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