Hace unos días, hablando sobre el Baby-led Weaning con una conocida que me pidió que le explicara en qué consistía, me respondió que "menudo nombre más raro para llamar a lo que se ha hecho toda la vida". Y es que me contó que su madre la había alimentado a ella y sus hermanos así: "Nos daba trozos y nosotros nos espabilábamos con ellos... ahora me entero de que eso tiene un nombre tan raro".
Sin embargo, su "lo de toda la vida" no es el mismo que el de mucha gente, y es que ahora, cuando dices que los expertos recomiendan dar trozos a los bebés, son muchos (pediatras y enfermeras/os incluidos) los que dicen que ni hablar, que mejor lo de toda la vida, que son las papillas y purés, porque con este método se pueden asfixiar.
Un estudio recientemente traducido al castellano y publicado en Evidencias en Pediatría, sin embargo, lo deja bastante claro: los niños que comen trozos no parecen tener más peligro de asfixia ni atragantamiento.
Aunque sea lo de "toda la vida" hay poca ciencia
Supongo que estaréis de acuerdo conmigo al afirmar que lo de toda la vida no son las papillas ni los triturados, por pura lógica: los utensilios de triturar alimentos como carne, judías, etc. hasta lograr papillas existen desde hace bien poco en la historia de la humanidad.
Así que la reciente vuelta de los trozos a la alimentación infantil responde solo a la lógica que dice que si los bebés llevan meses preparándose para comer solos (llevándose la mano y todo lo que logran coger entre sus deditos a la boca), y así además tienen mejor relación con ella (la comida) y conocerán mejor los alimentos y sus sabores, lo normal es que coman así.
Pero claro, la lógica a veces da miedo, y hace falta que el método científico busque las respuestas para adoptar uno u otro método de alimentación: ¿Se alimentan mejor? ¿Tienen menos o más carencias? ¿Llegan a tener menos obesidad? ¿Se atragantan o asfixian más (no será peligroso)?
Y el estudio que mencionamos viene a aportar algo de ciencia sobre esta última pregunta, al contarnos lo seguro o inseguro que puede llegar a ser.
Un grupo de bebés alimentados con papillas vs uno con BLW
¿Y cómo saberlo? Pues reclutando a un gran número de mujeres a punto de ser madres (en este caso de Nueva Zelanda) y excluyendo del estudio a los bebés nacidos prematuros, con malformaciones congénitas o alteraciones que pudieran afectar a la alimentación.
De 1900 embarazadas participaron finalmente 206, que fueron divididas al azar en un grupo intervención (bebés que comerían mediante BLW) y un grupo control (bebés que comerían papillas).
A ambos grupos se les explicó cómo alimentar de manera segura según el método escogido, para intentar emular lo que sucedería en la vida real. Después se evaluó el número de episodios de asfixia y atragantamiento (náuseas) a los 6, 7, 8, 9 y 12 meses.
A todos, además, se les instó a que empezaran con la alimentación complementaria a los 6 meses, para que todos empezaran en el mismo momento y los datos pudieran ser equiparables.
Pero los que comieron papillas empezaron antes
Probablemente lo consideraran a la hora de evaluar los resultados, y es que aunque el 65% de los niños de BLW empezaron a los 6 meses (el resto antes), solo el 18% del grupo de papillas esperó a esa edad.
A la hora de evaluar cuántos niños tuvieron al menos un episodio de sofocación con la comida entre los 6 y los 8 meses de edad vieron que el número era similar en ambos grupos (el mismo número de niños, en proporción, tuvo episodios de atragantamiento).
La diferencia fue que los del grupo de BLW tuvieron arcadas más frecuentemente que los niños del grupo de las papillas entre los 6 y los 8 meses (un 56% más); sin embargo, a partir de los 8 meses, los niños que hacían BLW tuvieron un 40% menos episodios de arcadas que los niños del grupo de los triturados.
La conclusión: ambos métodos son igual de seguros
Los investigadores tuvieron en cuenta probablemente que los que fueron alimentados con papillas habían empezado a comer antes y estaban algo más "entrenados", y no consideraron significativa la diferencia de episodios de atragantamiento porque el número de niños que los padecieron fue muy similar.
Como además a partir de los ocho meses los bebés que comían solos lo hacían de un modo más seguro, acabaron por considerar que el Baby-led Weaning, junto con consejos para minimizar el riesgo de asfixia y atragantamiento, no parece incrementar el riesgo en comparación con la alimentación con cuchara.
Fotos | iStock
En Bebés y más | ¿Demasiado acostumbrado a los triturados? Haz que te robe la comida, Alimentación complementaria: guía completa, Eva Hache habla claro sobre lactancia materna y Baby Led Weaning