Según estudios, casi el 50% de los padres de niños pequeños afirma que sus hijos son muy selectivos a la hora de comer, lo que hace que las comidas familiares acaben convirtiéndose en un foco de tensión y preocupación para todos.
Entre los aspectos que más inquietud provoca a los padres destaca el miedo a que sus hijos no estén correctamente alimentados o presenten alguna carencia nutricional, lo puede acabar derivando en acciones que obliguen al niño a comerse todo lo que hay en el plato, ya sea mediante el uso del chantaje, el autoritarismo o los premios y castigos.
Pero obligar al niño a comerse todo tiene consecuencias muy negativas que debemos conocer para no caer en este terrible error.
Porque es una falta de respeto hacia el niño
Hay muchas formas de obligar a un niño a comer. Algunas pueden parecernos inocentes (por ejemplo, maniobras de distracción como bailar, hacer el avioncito o engatusar con pantallas), otras son todo lo contrario (presiones, chantajes emocionales, autoritarismo, castigos, gritos...) y otras incluso conllevan premios si cambian su conducta (prometer que le compraremos un helado cuando se coma toda la comida).
Y es que por mucho que nosotros nos empeñemos en que el niño coma, si no le gusta lo que hay en el plato o en ese momento no tiene hambre, es más que probable que siga sin querer comer, aunque si finalmente lo hiciera no será por voluntad propia.
Porque anulamos su criterio
Una de las características que más aplaudimos en los adultos (y que todos deseamos inculcar a nuestros hijos) es la asertividad; es decir, saber comunicar y defender ante los demás nuestras opiniones e ideas. Esta importante habilidad va ligada a una autoestima sana y al respeto por uno mismo y por los demás.
Entre los derechos asertivos que debemos enseñar a los niños está el derecho a ser tratado con dignidad, a decir 'no' y a tener una opinión propia. Pero nada de esto se cumple cuando obligamos a nuestro hijo a hacer algo sin tener en cuenta sus gustos y sus necesidades.
Un niño sano al que se le ofrece una alimentación variada y equilibrada no va a morirse de hambre por no acabar todo el plato o incluso por atravesar una racha de inapetencia. A veces puede ser frustrante para los padres, pero es fundamental respetar su derecho a decidir y entender que al igual que nos ocurre a los adultos, hay momentos en los que comer nos apetece más que otros.
Porque puede afectar negativamente a su salud
Quizá pensemos que es necesario que nuestro hijo se coma toda la comida para estar fuerte y sano. Pero obligar a comer no solo podría favorecer la obesidad y la aparición de trastornos alimentarios, sino que en ocasiones, la inapetencia o el rechazo sistemático a un determinado alimento esconde detrás un problema de salud que podríamos empeorar.
Además, hay estudios que alertan de que obligar a los niños a consumir alimentos como frutas y verduras podrían incluso tener el efecto contrario.
Por eso, si creemos que nuestro hijo no engorda lo suficiente o la situación nos preocupa, la solución no es obligarle a comer más sino consultarlo con su pediatra para que valore el problema. Si el médico nos dice que todo es normal y su crecimiento es bueno, no habrá motivo de preocupación.
Porque le hace sentir mal
Imagina que te obligan a comer algo que no te gusta o a terminarte todo el plato aunque no tengas apetito: ¿cómo te sentirías? Probablemente muy frustrado, enfadado, anulado como persona, asqueado, triste, agobiado... Seguro que no hay ningún calificativo positivo que defina tu sentir en esos momentos. Pues a los niños les ocurre exactamente lo mismo.
Pero llegados a este punto, quizá también te estás preguntando: "entonces, si mi hijo es un 'mal comedor', ¿no tengo que hacer nada al respecto?"
Como acabamos de mencionar más arriba, si la situación te preocupa realmente lo que debes hacer es consultarlo con el pediatra. Pero descartado cualquier problema de salud, lo único que está en nuestras manos es respetar a nuestro hijo, educándole para comportarse en la mesa (en este sentido, cada familia establecerá sus propios límites, como puede ser no tirar la comida al suelo, no referirse a la comida en tono despectivo, probar al menos lo que hay en el plato, levantarse de la mesa solo cuando todos hayan terminado...) y ofreciéndole alternativas variadas, nutritivas y equilibradas para que tenga siempre a su alcance opciones saludables.
Por qué es una mala experiencia que recordará de por vida
¿Siendo niño te obligaron a comer algo que detestabas? ¿Eras de esos peques que se llenaba los carrillos de comida y nunca tragaba? ¿Te costaba terminar el plato de manera habitual porque pocas veces tenías apetito? ¿Tus recuerdos del comedor escolar o de tus comidas familiares se ven empañados por este tipo de vivencias?
Yo fui una niña 'mal comedora'. A día de hoy, 30 años después, sigo recordando con horror los momentos en los que me tocaba enfrentarme a un plato de comida que no me gustaba, o cuando un adulto con cara de enfadado o amenazándome con un castigo me obligaba a terminarme todo a pesar de mis lágrimas y mis súplicas.
Por eso, no quiero que la historia se repita con mis hijos, ni desde el autoritarismo que yo viví, ni desde otras posturas más laxas, pero cuyo trasfondo sigue siendo el mismo: obligar a comer en contra de la voluntad.
Porque interfiere en vuestra relación
Muy unido al punto anterior está otro aspecto que merece nuestra reflexión. Y es que si obligas a tu hijo a comer en contra de su voluntad, convirtiendo el momento en una experiencia desagradable o incluso traumática, ¿no crees que vuestro vínculo podría verse también afectado?
Cualquier padre desea ser el pilar en el que sus hijos se apoyen. Queremos que acudan a nosotros cada vez que lo necesiten y nos cuenten sus problemas porque confían en que les escuchemos, respetemos y aconsejemos. Pero para que esta relación se vaya forjando sólida, debemos demostrarles nuestra empatía, amor y respeto en cualquier aspecto de su crianza, incluida la alimentación.
En lugar de obligar, ofrezcamos alternativas saludables y variadas que puedan despertar el interés de nuestros hijos en la comida y, sobre todo, prediquemos con el ejemplo. Recuerda que un niño que tiene comida a su alcance no va a dejarse morir de hambre, pero si tienes dudas o el tema te preocupa consulta con tu pediatra o un nutricionista.
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