Faltan pocos días para las vacaciones escolares, y después darán comienzo los campamentos de verano. La oferta es muy amplia: desde campamentos urbanos, hasta temáticos o campamentos con pernocta, donde los niños pasan uno o varios días fuera de casa.
Si por primera vez tu hijo va a dormir fuera de casa, es probable que ambos esteis nerviosos ante el acontecimiento. "¿Estará preparado para ello?", "¿nos echará de menos?", "¿qué hago si llora llegado el momento?"... Son muchas las dudas al respecto que nos asaltan a los padres (y probablemente también a nuestros hijos).
Por eso, hemos hablado con Lorena García Vega, pedagoga, guía Montessori y educadora infantil y de familias para saber cómo abordar este momento para que padres y niños disfruten de la experiencia.
1. El niño debe participar en la elección de su campamento
Ya sea por las actividades ofrecidas, como por el horario u otros aspectos logísticos, en muchas ocasiones somos los propios padres quienes elegimos el campamento de verano al que acudirán nuestros hijos.
Pero, según la experta, el niño también debería poder participar activamente en la elección, pues al fin y al cabo se trata de una experiencia que solo él va a vivir, y con la que debe estar convencido y contento desde el principio:
"Si por los motivos que sea se elige un campamento con pernocta fuera de casa, tanto padres como niños deben vivir la experiencia desde la tranquilidad. ¿Qué quiere esto decir? Pues que ambas partes deberán elegir el campamento. Primero, los padres harán una selección de campamentos que consideren más apropiados para darle a elegir a su hijo. Y después, ya con la criba hecha, el niño podrá elegir la opción que más le guste".
"Porque si damos a elegir a nuestro hijo en primer lugar, sin que nosotros hayamos valorado previamente las opciones, corremos el riesgo de que el niño escoja un campamento que, por el motivo que sea, no nos guste y nos lleve a rechazar su opción, con las consecuencias negativas que esto puede traer para la autoestima del niño" - señala Lorena García.
2. Los padres deben estar completamente convencidos con la elección
Pero pensemos por un momento en el caso contrario: nuestro hijo jamás se ha ido de campamento fuera de casa, pero este año nos lo pide de manera insistente porque "todos sus amigos van a ir y él no quiere perderse la experiencia".
¿Qué hacer? Por un lado, nos apetece que se lo pase bien y disfrute, pero por otro nos sentimos dubitativos o incluso nos invaden ciertos miedos por alguna situación concreta o una mala experiencia personal vivida. En este caso, Lorena nos aconseja:
"Si los padres van a sentirse angustiados es preferible que el niño no vaya a ningún campamento de estas características, porque los sentimientos pueden acabar desencadenando en una mala experiencia para todos."
"Y es que si les transmitimos angustia, desconfianza y miedo, el niño acabará absorbiendo toda esa energía negativa, y es muy injusto que la carga emocional de los padres la arrastren los hijos".
"Pero, si a pesar de todo, tomamos la decisión de llevar a nuestro hijo a un campamento con pernocta, los padres tenemos que extraer lo positivo de la situación y quedarnos con lo bien que se lo va a pasar nuestro hijo. Porque si el niño está bien, los padres también lo estaremos".
3. Aportar al niño confianza y seguridad
Los niños que se enfrentan por primera vez a un campamento con pernocta fuera de casa, pueden vivirlo de varias maneras. Desde el entusiasmo y la alegría desbordadas desde el primer momento, hasta la emoción contenida o incluso los nervios y el llanto conforme se acerca la fecha.
Y es precisamente esta última actitud la que genera una gran ansiedad en los padres, que se preguntan cómo actuar:
"Si aún habiendo participado en la elección de su propio campamento con pernocta, días antes de ir el niño comienza a vivirlo con angustia, es importante normalizar la situación y entender que es lógico que se sienta así, pues se trata de una experiencia totalmente nueva para él que va a vivir de manera autónoma"
"No obstante, hay que valorar la situación de cada familia y de cada hijo en particular, así como analizar el nivel de angustia que está viviendo el niño. Por un lado, es recomendable que vaya, porque así le estaremos transmitiendo la confianza de que es capaz de pasar unos días fuera de casa sin nosotros. Pero, por otra parte, es fundamental trasladar al niño la seguridad y tranquilidad de que, si no se encuentra cómodo y no lo está pasando bien, iremos a buscarle".
4. ¿Llamadas o visitas? Sí, pero manteniendo el equilibrio
Una de las principales ventajas que nos aportan las redes sociales y los teléfonos móviles, es la posibilidad de estar siempre conectados y enterarnos de cualquier novedad a golpe de click. En este sentido, hay muchos campamentos que van colgando fotografías y notificaciones a través de sus blogs, redes o grupos de whatsapp, para que los padres estén informados en todo momento.
Y si además, tenemos niños algo más mayores que cuentan con sus propios teléfonos móviles, es fácil caer en la tentación de escribirles o llamarles continuamente para saber qué tal les va. Pero... ¿cómo conseguir estar tranquilos sin obsesionarnos ni agobiarles?
"Las llamadas y visitas pueden ser una muy buena forma de abordar un campamento con pernocta, siempre y cuando se establezca un equilibrio. Llamar, ir o preguntar en exceso solo demuestra desconfianza hacia la capacidad del niño sobre su autonomía para afrontar la experiencia, así como hacia la organización del campamento".
"Esa angustia se la estaremos transmitiendo a nuestros hijos, y no lograremos que vivan la experiencia de manera relajada, positiva y productiva".
"Es mucho más recomendable esperar a que los monitores se pongan en contacto con la familia para indicar cuándo pueden hacerse llamadas o visitas. No obstante, si surge una consulta puntual por parte de los padres, también es mejor resolverla cuanto antes para nuestra tranquilidad".
En el caso de campamentos de larga estancia, en donde se ofrezca la posibilidad de visitar al niño, Lorena aconseja "mostrar entusiasmo e interés hacia lo que nuestro hijo nos cuenta, en lugar de someterle al clásico interrogatorio de ¿estás comiendo?, ¿te estás portando bien?, ¿obedeces a los monitores?...".
"En lugar de agobiar al niño con este tipo de preguntas, podemos formular otras más positivas que además nos ayuden a conocer más detalles de lo que nuestro hijo está haciendo, como por ejemplo ¿qué tal te lo estás pasando?, ¿qué actividades son las que más te gustan?..."
5. Monitores y organizadores, respetuosos con las emociones del niño
Y relacionado con el tema de las llamadas y visitas, Lorena aconseja que antes de elegir un campamento nos informemos muy bien acerca de este aspecto, y aclaremos cualquier duda relacionada con la forma que tienen los organizadores de abordar la gestión emocional del niño.
"Personalmente, no estoy de acuerdo con los campamentos en donde se prohíbe expresamente a las familias ponerse en contacto con sus hijoss, alegando que las llamadas o visitas les desestabilizan emocionalmente. El aislamiento no va a hacer que el niño disfrute más, sino todo lo contrario".
"Es cierto que algunos niños se emocionan cuando sus padres llaman por teléfono o van a verles, pero ya tienen la suficiente capacidad de comprensión como para saber que en unos días regresarán de nuevo a sus casas. Por ello, los organizadores del campamento, lejos de prohibir el contacto con las familias, deben transmitir a los niños la confianza de que se encuentran en un lugar seguro y con amigos, que no están solos y que pueden ver o escuchar a sus padres cuando lo deseen".
Fotos | iStock, Pixabay
Agradecimientos | Lorena García Vega - ConectaEmociones