Cinco reglas de oro para enseñar a los niños sobre su cuerpo y prevenir abusos sexuales

Es muy importante hablar con los niños sobre los límites de la sexualidad para que sepan detectar y defenderse en el caso de que sean víctimas de una persona que quiere abusar de ellos.

Una buena educación afectivo-sexual desde los primeros años es clave para que los niños aprendan desde pequeños a conocer y entender su cuerpo, a identificar las relaciones afectivas sanas de las perjudiciales, y brindarles un marco de confianza para hablar con naturalidad.

Pero lamentablemente, a pesar de ello, muchas veces los niños son víctimas de abusos sexuales por parte de asquerosos depredadores que se aprovechan de su ingenuidad infantil. Hay cinco reglas de oro que podemos enseñar a los niños sobre su cuerpo para prevenir abusos sexuales.

1) Llamar a las partes del cuerpo por su nombre

Ni "toto", ni "colita", ni otros eufemismos o palabras inventadas para llamar a las partes del cuerpo. Es importante llamarlas por su nombre: vulva y pene, y que los niños las identifiquen desde pequeños con la mismas naturalidad que llaman a la cabeza o a la oreja.

Esto les ayuda a desarrollar una imagen corporal positiva, tanto en la infancia como en la transición hacia la pubertad de una manera más fluida, mejorando la comunicación con los hijos. Además, llamar a los genitales por su nombre es muy positivo de cara a la prevención de abusos y, llegado el caso de que algo sucediera, para detectarlo de manera temprana.

Si el niño conoce el nombre de los genitales, si sabe que puede hablar de ello con naturalidad, verá esa zona como algo positivo, como una parte más de su cuerpo, no como algo negativo que haya que ocultar o de lo que haya que avergonzarse. Los depredadores no suelen usar los nombres reales, usan palabras dulcificadas para conectar con los niños.

2) Nadie puede tocar sus partes privadas

Cualquier tocamiento, beso o acercamiento inadecuado ya es motivo de alerta, si el niño o la niña se sienten incómodos.

Pero si tenemos que poner un límite evidente, según 'La regla de Kiko' propuesta por el Consejo Europeo, debemos enseñarles que no está bien que alguien mire o toque sus partes privadas cubiertas por la ropa interior, o que les pidan que miren o toquen las partes privadas de otra persona. Evidentemente, tampoco por encima de la ropa.

Su cuerpo es suyo. Tienen derecho a la propia intimidad y nadie tiene derecho a hacerles nada que ellos no quieran o con lo que no se sientan a gusto.

3) Enseñarles a identificar situaciones de riesgo

El niño tiene que ser capaz de identificar cuando está en una situación de riesgo en la que no se siente cómodo. No hay secretos buenos ni secretos malos, que es el argumento que suelen usar los depredadores. Si alguien les pide que guarden un secreto, y especialmente si ese secreto les hace sentir mal o no les gusta, deben saber que pueden (y deben) contarlo.

Así como les enseñamos que el semáforo no se cruza cuando está en rojo, le puedes explicar que si un adulto le ofrece algo, un juguete o un caramelo por ejemplo, o tiene comportamientos inadecuados, nos informe de ello inmediatamente.

4) Enseñarles a decir "no"

Es importante transmitir a los niños que su cuerpo es suyo y nadie puede tocarlos ni besarlos sin su permiso.

Por eso insistimos en la importancia de no forzar a los niños a dar besos a otras personas si ellos no lo desean,  incluso cuando se trata de una persona a la que conocen y quieren. Recordemos que la mayoría de las veces los abusos sexuales se dan dentro del ámbito familiar.

Se debe enseñar a los niños a decir “No”, a poner límites de forma inmediata y firme cuando no estén cómodos ante una situación extraña o ante un contacto físico inapropiado.

5) Enseñarles a pedir ayuda

A raíz de lo anterior, debemos hablar con ellos y enseñarles que si sucediera una situación no segura para ellos, deben alejarse y contar lo sucedido a un adulto de confianza.

Muchos niños, por vergüenza o por creer que ellos son los culpables, ocultan lo sucedido protegiendo -sin saberlo- al depredador y permitiendo que perpetre sus abusos durante años.

Tenemos que brindarles una red de seguridad para que puedan contarnos cualquier situación extraña hablando de sexualidad sin tabúes desde que son pequeños, siempre adaptando el lenguaje a la edad que tengan.

Si no son los padres, tenemos que asegurarnos que tienen a los tíos, a un profesor o a cualquier adulto de confianza al que puedan acudir. No tenemos que generar miedo en ellos, pero sí hacerles ver que no por ser adultos todas las personas son de confianza.

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