En los tiempos que corren es importante hacer la compra para una alimentación saludable de manera planificada, para no pasarnos del presupuesto ni caer en tentaciones poco recomendables o facilitar que los alimentos pierdan calidad.
Las prisas del día a día pueden provocar que hagamos una compra poco responsable, pero en vacaciones, con más tiempo para planificar, podemos acostumbrarnos a este modo de comprar y de este modo seguir durante todo el año haciendo mejor la compra familiar. Seguro que lo agradecerán los bolsillos de los mayores y la salud de toda la familia.
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria ofrece unos consejos para una mejor realización de la compra familiar:
Planificar anticipadamente el menú (diario o semanal, dependiendo de qué manera realicemos la compra), tratando de incorporar una gran variedad de alimentos y de respetar las raciones de la pirámide alimenticia.
Pensar qué comidas se harán en la semana, y quién comerá en casa. Si los niños van al comedor, si tenemos invitados, si algún día estaremos fuera...
Prestar atención a ofertas o listas de precios de alimentos que podemos encontrar en revistas, folletos.. Comparar precios y calidad, no elegir solo por marcas.
Repasar la despensa de nuestra cocina, para no comprar algo que todavía tengamos en suficiente cantidad.
Confeccionar una lista con los alimentos a comprar, con tres columnas: no perecederos (arroz, azúcar, pasta…); alimentos frescos (leche, queso, carnes…), y congelados. Así le daremos un orden a la compra, que ha de comenzar por los no perecederos, seguir por los frescos y acabar con los congelados. Evitaremos pérdidas de calidad de los productos.
Con esta misma finalidad hay que colocar juntos los alimentos refrigerados y guardar los congelados en una bolsa isotérmica para que no se descongelen antes de llegar a casa.
En el carro, es conveniente no colocar la carne y el pescado crudo sobre otros productos, ya que podrían gotear y contaminarlos. Además, los alimentos deben estar separados correctamente de los productos tóxicos (productos de limpieza, insecticidas…).
Hay que tratar de ir a comprar con tiempo, descansado y sin hambre, así podremos comparar mejor los precios, la calidad de los productos y elegir la mejor opción. Aunque esto no siempre es posible cuando vamos a comprar con bebés (las prisas por si le toca comer, por si se despierta...), por ello también podemos comparar desde casa.
Conviene leer la información que aparece en la etiqueta de los envases. Esto ayudará a hacer una mejor selección.
Verifica la fecha de consumo preferente o de caducidad de los alimentos.
También hay que verificar la información nutricional de la etiqueta, muy útil a la hora de evaluar entre la calidad de un producto u otro.
Comprueba que el envase del producto está en perfectas condiciones. Debemos descartar los abollados, abombados o deteriorados.
De este modo, planificando el menú y la compra, ahorramos tiempo, dinero, logramos más variedad en las comidas, y si nos fijamos en los tipos de alimentos que más convienen a nuestra familia satisfacemos mejor nuestras necesidades nutricionales.
En definitiva, es posible realizar una compra familiar inteligente y saludable, seguro que ya seguís muchos de estos consejos para conseguirlo, antes y durante vuestra visita al supermercado.
Vía | Guía de la alimentación saludable (SENC)
Fotos | Thinkstock y Happyworker en Flickr-CC
En Bebés y más | Al supermercado con los niños