Hemos vivido una jornada de horror. En las televisiones, periódicos, Internet, la noticia del desastre se colaba en nuestras casas, en nuestras vidas y en nuestra alma. Si para un adulto ya es complicado digerir este tipo de barbarie, ¿qué pasa con los niños? ¿Cómo les afecta a nuestros hijos la noticia del terrorismo? ¿Qué podemos hacer nosotros los padres para ayudarles a gestionarlo?
Cuando los niños se exponen a una situación traumática
Un desastre natural, la violencia en el hogar, el abuso o actos terroristas como los acaecidos en Barcelona son situaciones que pueden llevar a los pequeños a experimentar un fuerte malestar psicológico y emocional.
El impacto negativo de este tipo de eventos es mayor cuanta más cercanía y contacto directo con lo sucedido haya tenido el niño. Sin embargo, aunque no se haya sido testigo directo del acontecimiento, el conocer la noticia, la exposición a información y/o ver las reacciones de sus adultos de referencia puede generar malestar, al igual que nos sucede a los adultos.
Esconder los hechos no es la solución
No es recomendable evitar abordar el tema con ellos o ignorarlo: si ya han tenido contacto con la noticia, si nos notan inquietos o “raros”, omitir información por nuestra parte solo hará que ellos “rellenen” con su imaginación, que sus miedos se alimenten y crezcan, y que se genere más angustia.
Antes de los siete u ocho años (y dependiendo de las características de cada niño) debemos evitar que vean imágenes del acontecimiento. Si ya las han visto es preciso que hablemos con ellos del tema, porque si no les explicamos nada, si no les ayudamos a comprender lo que han visto, es posible que aparezcan pesadillas, miedos e incluso fobias. El miedo es una respuesta natural, es adaptativa, pero cuando no lo gestionamos bien se puede convertir en trauma, en fobia, y eso es lo que no queremos.
Debemos hablar con ellos, de todo, siempre, adaptando el lenguaje y el mensaje a su edad.
¿Qué reacciones negativas se pueden dar en los niños ante este tipo de eventos?
Este tipo de situaciones pueden afectar más a algunos pequeños que a otros. Entre las reacciones negativas que podrían darse si para nuestro hijo este acontecimiento es especialmente traumático, están:
Menos de 6 años:
- Pueden mostrar más necesidad de cercanía con las figuras de apego (mamá, papá?)
- Agitación motriz, es decir, que estén más ?movidos? que de costumbre
- Llanto o gritos
- Retomar conductas ?ya superadas? propias de estadios anteriores del desarrollo, como mojar la cama, el miedo a la oscuridad?
Entre los 6 y los 11 años
- Por la noche pueden aparecer pesadillas
- Manifiestan inquietud durante el día
- Dolores o molestias físicas sin motivo médico aparente
- Puede estar irascible (o más irascible que de costumbre)
- Tengan dificultad para concentrarse
- Se les vea tristes
- Aparezcan miedos nuevos (y no necesariamente vinculados o relacionados con el acontecimiento en cuestión)
Preadolescentes y adolescentes
- Pueden revivir el evento, o que les cueste deshacerse de la idea y lo tengan muy presente durante gran parte del día
- Mostrar comportamientos agresivos
- Pensamientos polarizados, como idea de venganza, violencia, etc.
- Pesadillas o insomnio
- Estado de ánimo depresivo
¿Qué podemos hacer los padres?
De entrada, y como decía antes, es importantísimo hablar con ellos, no ocultarles la realidad. Los niños no viven en burbujas aisladas, y es muy posible que tarde o temprano se enteren de lo sucedido, así que mejor que esa información les llegue de nuestra mano, de manera controlada.
Controlar nuestra conducta y nuestra expresión de emociones. No se trata de ocultar cómo nos sentimos, es bueno que vean que los adultos también lloramos o tenemos miedo, pero sí evitar muestras excesivas de ese miedo, de angustia? La reacción de los más pequeños dependerá en gran medida de lo que vean en nosotros: somos sus figuras de referencia, y necesitan saber, sobre todo cuando son pequeños, que ?tenemos el control de la situación?, que podemos protegerles.
Calmarles adecuando el mensaje a la edad del niño: vamos a estar juntos, la policía está haciendo su trabajo, es muy difícil que nos pase nada a nosotros, les vamos a cuidar?
Retomar las rutinas cuanto antes: es normal sentirse mal y tener miedo, pero vamos a seguir con nuestra vida. La interrupción de las pautas habituales en casa no hace más que potenciar la magnitud del evento.
Dejarles llorar, preguntar, enfadarse? han de exteriorizar sus emociones, es muy sano, y debemos estar ahí para escucharles. Esto nos permitirá además ayudarles a gestionarlas. Pero no debemos forzarles a ello, ni a exteriorizar ni a hablar si no les apetece. En ese caso podemos hacer uso del juego para abordar el tema, a través de muñecos, por ejemplo.
Situaciones como la que desgraciadamente ha vivido Barcelona nos hacen temblar a todos, y aunque a los padres nos angustie cómo lo llevarán nuestros hijos, la verdad es que con un poco de ayuda y de acompañamiento ellos lo asumen y gestionan casi mejor que nosotros. Bendita infancia.
Mi más sentido pésame a las víctimas, familiares y amigos.
Fotos: Pixabay.com
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