“Es intentar darnos un beso y enseguida tenemos al peque en medio diciendo que de eso nada”, “Mi hijo no quiere que su padre se acerque a mi o me hable, o me bese”… ¿Es posible que un bebé o un niño pequeño tenga celos de uno de los progenitores? Pues, es posible, aunque no es algo tan complicado y retorcido como pensamos. Te cuento cómo podemos actuar para neutralizar esos celos… y poder besarnos, querernos e incluso mantener una conversación... todos a gusto.
Hay padres que cuentan cómo su hijo o hija monta en cólera al más mínimo intento de demostración de afecto entre los miembros de la pareja, o que se interpone entre ambos evitando que haya contacto... Y ojo, vemos casos de todas las edades, no solo bebés (que por la etapa de desarrollo y apego en la que se encuentran puede justificar esa ansiedad ante “la retirada de atención del progenitor en cuestión”): perfectamente podemos observar esta conducta en niños y niñas incluso de 9 o 10 años.
Este vídeo se hizo viral hace algún tiempo y nos sirve perfectamente para ejemplificar de qué hablamos, con un poquito de humor:
Lo primero es no preocuparnos, no le pasa nada raro a nuestro hijo, ni estamos estableciendo una relación extraña ni quiere usurpar el papel del otro progenitor: calma. Eso sí, vamos a hacer algo para intentar minimizar esos celos porque no dejan de ser una emoción negativa que genera malestar en el propio niño, además de poder acabar interfiriendo (hay casos así) en la relación de pareja.
¿Cómo se manifiestan esos “celos”?
Intenta separarnos cuando nos besamos.
Habla e interrumpe sistemáticamente (bloquea) los intentos de comunicación entre nosotros.
Físicamente empuja a uno de los dos lejos del otro.
Verbaliza (según su edad) su negativa a que realicemos demostraciones de afecto entre nosotros (entre los miembros de la pareja).
Llora, grita o tiene pataletas (más propio de niños de menor edad) cuando mostramos afecto o interactuamos entre nosotros o nuestra cercanía física le impide estar cerca del progenitor ?favorito?.
Verbaliza la ?posesión? de uno de los progenitores: ?Mamá es mía?.
En menor medida se dan demostraciones como las que aparecen, por ejemplo, los celos producidos por la llegada de un hermanito: dificultades para dormir, negativa a comer, hacerse sus necesidades encima (si ya habíamos dejado la etapa del pañal hace tiempo), etc.
Qué no hacer
No ridiculizarle ni reírnos: por muy ?gracioso? que nos pueda parecer la situación la realidad es que estamos hablando de los sentimientos de nuestro hijo, no es algo para tomárselo a broma. Además, si nos reímos se va a sentir herido y es posible que esto refuerce precisamente la conducta y el malestar que queremos reducir.
No regañarle ni enfadarnos, especialmente el progenitor ?rechazado?: si precisamente lo que nos está solicitando es atención por parte de uno frente al otro y lo que obtiene es hostilidad? (insisto, y más cuando es del papi o mami que quiere ?evitar? en la interacción), ¿cómo creemos que se va a sentir? ¿Qué conclusión va a sacar? Mejor ir con calma.
No dejar de demostraros afecto delante del niño, a pesar de su conducta. Debemos normalizar estas situaciones, estas muestras de afecto, esta unión, de esta manera verá que es habitual, no excepcional que papá y mamá hablen, se besen? que interaccionen entre ellos y no solo con él/ella.
¿Qué podemos hacer para neutralizar estos celos?
Si nos interrumpe podemos explicarle, adaptando el lenguaje a su edad, que ha de esperar un momento a que papá y mamá terminen de decirse lo que se están diciendo, y que en seguida van a atender a lo que él/ella tiene que contarnos. Evitemos enfadarnos, mandarle callar o apartarle de nuestro lado, eso potenciará la sensación de ?si están los dos, yo sobro? (dicho de un modo un tanto exagerado, para que nos entendamos).
A través del juego podemos realizar role playing (juegos de rol) en los que haya tres personajes, y dos de ellos son pareja, para escenificar esas situaciones en las que el niño muestra conflicto en la vida real. El juego es una vía magnífica para abordar todo tipo de cuestiones.
Explicarle, tranquilamente, y sin hacer de esta conversación un evento (podemos aprovechar la comida, o un momento de tranquilidad, no en plena rabieta), que los papás además de querer muchísimo a nuestros hijos también nos queremos entre nosotros, y que eso es maravilloso. Podemos ponerle como ejemplo a los abuelos, o a amiguitos que tenga a los que sepamos que les tiene afecto.
Demostrar afecto en pareja ante nuestros hijos reporta beneficios para ellos
Nos verán como una unidad, cosa que nos viene de perlas, porque mostrar coherencia en el discurso y en las normas en las muestras de afecto, en todo, entre papá y mamá es clave para el mejor desarrollo de nuestros hijos.
Nuestro bienestar tiene un impacto (obvio) en ellos. Para empezar porque los padres somos modelos para nuestros hijos, aprenden de nuestras verbalizaciones, de nuestras conductas? Si lo que ven es una relación sana, de afecto y cariñode respeto y amor entre los adultos, ¿no es ese un buen modelo para ellos?
Por otro lado le estamos transmitiendo que las personas merecemos cuidarnos, dedicar un tiempo a nosotros mismos, a nuestro bienestar, cosa que es estupenda de cara a su desarrollo como futuros adultos.
Y por último unos papis felices, con una relación sana, suponen un contexto de desarrollo muy favorable para la salud mental y emocional de los niños.
Si nuestro pequeño parece "no querer que nos queramos" tranquilidad, es normal y no pasa nada, pero ayudémosle a aprender a manejar esas emociones, porque querernos y cuidarnos, siendo papás, es un gran ejemplo para nuestros hijos.
Fotos: Pixabay.com; Youtube;
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