Los niños y los perros forman un binomio perfecto, y en más de una ocasión nos hemos hecho eco de historias maravillosas protagonizadas por ellos. Por lo general, los niños y los perros se entienden y se quieren, se cuidan mutuamente, se ayudan y se convierten en grandes compañeros de juegos y aventuras.
Pero también hay niños para quienes los perros no solo no son amigos, sino que los temen. Niños que se cambian de acera cuando ven un perro paseando por la calle, que gritan o se ponen nerviosos si el animal se les acerca, y no disfrutan de su compañía como hacen otros niños de su edad. ¿Qué podemos hacer si nuestro hijo tiene miedo a los perros?
¿Por qué mi hijo tiene miedo a los perros?
Es muy difícil determinar la causa por la que un niño tiene miedo a los perros, aunque hay ocasiones en las que los padres sí parecen tenerlo claro. Entre las posibles causas que despiertan el miedo en el niño estarían:
Lo desconocido
En la mayoría de las ocasiones, el miedo a los perros es la cosecuencia de enfrentarse a algo desconocido; es decir, es una reacción lógica y natural propia de aquellos niños que no se han criado con perros ni están en contacto habitual con ellos.
Al desconocer cómo interactuan ests animales y qué reacción cabe esperar de ellos, es lógico que muestren cierto recelo cuandos se cruzan con uno.
Comentarios del entorno
En otras ocasiones, ese miedo puede venir infundado por comentarios que escucha el niño de boca de los adultos y que contribuyen a generar en su mente una imagen alterada de los perros.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando los padres también tienen miedo a estos animales y así lo manifiestan delante del niño, o cuando se utiliza la figura del perro para obligar al niño a hacer algo ("si no dejas de llorar ese perrito va a venir a morderte", "si no te comes la comida, vendrá el perro y te la robará").
Malas experiencias
Si en cambio, tu hijo no tenía miedo a los perros y de pronto comienza a tenerlo, quizá se deba a una mala experiencia de la que puede que incluso no te hayas percatado. A veces basta un ladrido inesperado mientras le acariciaba, una escena impactante en una película, o cualquier otra reacción del animal, -no necesariamente peligrosa,- para asustar a un niño pequeño.
Mención aparte merece la terrible experiencia que viven el niño que es atacado por un perro.
¿Fobia o miedo?
Los expertos señalan que lo primero que debemos hacer cuando un niño tiene miedo a los perros es asegurarnos de que se trata realmente de miedo y no de una fobia, pues en función de eso actuaremos de una forma u otra.
Si hablamos de miedo, el niño reaccionará poniéndose en alerta ante la presencia de un perro. Es probable que el corazón se le acelere, sienta un nudo en el estómago y si va de nuestra mano, nos la apriete fuerte. Cuando el perro pase de largo, la situación volverá a normalizarse y el niño se relajará.
Pero si hablamos de fobia a los perros, la reacción que mostrará el niño será desmesurada e irá acompañada de un cuadro de ansiedad que le incapacita o supera, llegando a alterar su vida con cambios de planes o evitaciones.
Un claro ejemplo de fobia a los perros es cuando el niño llora y grita sin control cuando ve a uno, busca cambiarse de acera o incluso evita ir a casa de familiares o amigos que tengan esta mascota. Para tratar la fobia debemos acudir a un psicólogo infantil.
Consejos para ayudar a los niños a superar el miedo a los perros
Una vez tengamos claro que no se trata de una fobia, podemos llevar a cabo los siguientes consejos para ayudar a nuestro hijo a superar su miedo a los perros:
Respeta su miedo: tener miedo es algo libre y personal, por lo que es importante que el niño se sienta respetado y no ridiculizado con su sentir. Y es que a veces, con el ánimo de ayudar, restamos importancia a su miedo diciéndole que "es una tontería" o "que no pasa nada", y lejos de contribuir positivamente, podemos empeorar el problema.
No le fuerces: jamás fuerces al niño a acercarse a un perro si no quiere, pero tampoco evites el encuentro. Por ejemplo, no os cambieis de acera si os cruzáis con un perro en la calle, y si estás paseando con tu hijo y te apetece acariciar a uno (previa consulta con su dueño), hazlo y que tu peque lo vea, pero no le obligues a él a hacerlo también.
Acercamientos progresivos: a medida que el niño vaya ganando confianza, propiciaremos acercamientos progresivos a este animal. Para ello, podemos pedir ayuda a familiares o amigos que tengan perros tranquilos y que estén acostumbrados a tratar con niños.
Enseña al niño cómo acercarse a los perros: pero antes de que tu hijo entable contacto con un perro es importante enseñarle cómo debe hacerlo. El niño debe estar tranquilo, acercarse al animal por delante y despacio, y mostrarle las manos abiertas para que el animal las huela. Unos segundos después podrá acariciarle suavemente el lomo o la cabeza, evitando tocarle la cola o el hocico.
Explícale cómo reaccionan los perros: también es importante que el niño conozca cómo interactuan los perros con las personas, así como las reacciones que cabe esperar cuando nos acercamos a ellos. Esto le ayudará a entenderles y a no asustarse.
Por ejemplo, explícale que es normal que los perros tengan la boca abierta y jadeen, que muevan la cola enérgicamente si están contentos, que quieran olisquearnos o incluso lamernos cuando les acariciamos, y que hay perros que se ponen de pie sobre sus dos patitas.
- Ante todo, respeto: y como último consejo, pero primordial, está inculcar al niño el amor y respeto hacia los animales, no solo porque todos los seres vivos lo merecen, sino porque los perros, por muy nobles y pacíficos que algunos sean, no dejan de ser animales que pueden tener una mala reacción ante un comportamiento violento por parte de un niño, como tirarle del rabo o las orejas.