Hace unos días me mandaron un simpático texto en el que daban consejos a las parejas que se plantean tener un hijo. Uno de los párrafos proponía un ejercicio para que se hicieran una idea de lo que puede ser vestir a un pequeño especialmente revoltoso: intentar vestir a un pulpo.
Vestir a un niño pequeño es simple: primero, compre un pulpo, pídale al verdulero una bolsa de red y trate de introducir el pulpo dentro de la bolsa de manera que no salga ninguno de los tentáculos por los agujeros de la red. No se aflija, le puede dedicar toda la mañana.
Admito que es un poco exagerado, pero seguro que alguno de nuestros lectores se ha encontrado con que su bebé parece un pulpo díscolo cuando intenta embutirlo en la ropita. Agotador.
Niños pulpo
Hay niños que llevan bien lo de que los cambiemos de ropita. Otros no lo soportan, el cambio de temperatura o el que los manipulen les enfurece y no hay manera. Los padres se desesperan y el bebé llora y patalea tanto que incluso piensas en inmovilizarlo para poder meterle las piernas por los agujeros del pantaloncito mientras chilla y se agita.
No hay recetas válidas para todos los pequeños pulpos furiosos. Para los padres si, paciencia. Como siempre, repetir lo de "esto pasará" tiene un efecto calmante.
Es mejor no cambiarlos de ropa si no es necesario. Vamos, que no pasa nada si lo sacamos de paseo en pijama, poniéndoles encima un abrigo y una mantita. Además, buscar un momento en el que esté tranquilo, distraerlo y no perder el buen humor, hablándole en todo momento con dulzura y explicándole, aunque sea muy pequeño, lo que vamos a hacer, ayuda.
También es aconsejable comprar ropa cómoda. Pijamitas enteros que se abran por entre las piernas, cuellos anchos que pasen facilemente por la cabeza, mangas y piernas amplias, chaquetas que se abran por delante sin botones ni complicaciones son prendas cómodas.
Entender al bebé
Ayuda mucho entender al niño, como siempre, la empatía será la mejor de las herramientas. Partir de la idea, cuando nuestro bebé nos desespera, de que no hace lo que hace para fastidiar, ni manipular, ni por maldad, es una calmante sensación. Los bebés hacen lo que hacen por necesidad.
Los recién nacidos y los bebés, de no ser que haga mucho calor e incluso si la temperatura es cálida, se ponen nerviosos si están desnudos sin el cobijo de los brazos. Para ellos es necesario sentirse arropados y protegidos del entorno, no solamente porque su control de la temperatura corporal es inmaduro, sino también por una cuestión psicológica y emocional, el calor y el estar rodeados por sensaciones táctiles les reconforta y el no sentir en su piel contacto hace que salten sus alarmas.
Si cuando lloran por ser cambiados o manipulados nos ponemos bruscos y nerviosos sienten el rechazo y pueden entrar en un círculo vicioso que hará que cada vez se pongan peor cuando se dan cuenta de que vamos a cambiarlos.
Consejos prácticos
Es preciso tener la ropa preparada al lado del bebé, para reducir al máximo el tiempo que estará desnudo. Ir haciéndolo por partes, si no es para el baño, evitando que se quede completamente desnudo también puede ayudar. Además, cubrirlo con una toalla, les permite seguir con la sensación de estar vestido mientras lo cambiamos.
La ropa es fundamental que se pueda pasar por la cabeza rápidamente y sin quedar encajada. Nada agobia más al pequeño que una prenda tapándole la cara o la boca o los tirones para hacerla pasar. Suavidad en la manipulación y comodidad en las prendas son obligatorias.
Nunca debemos dejar el bebé sobre una superficie de la que pueda caerse, ni marcharnos a buscar algo que hemos olvidado ni un solo instante. Los bebés "aprovechan" justo ese momento para sorprendernos con movimientos que antes no habían hecho y puede ser realmente peligroso si se giran y caen. Nunca dejarlos solos, aunque tengamos prisa o lloren. La seguridad ante todo.
Si el niño se ha acostumbrado a estar desnudo desde el nacimiento, piel con piel, y podemos vestirlo abrazado, puede hacer que este malestar disminuya. Pero en otros casos, tocarlo o darle caricias puede ponerlo más nervioso, como cada niño es diferente solamente sus papás saben bien encontrar la estrategia que mejor se amolda a sus características.
Seguro que los lectores tienen experiencias en este sentido y nos darán ideas para llevarlo mejor. No hace falta entrenarse teniendo que vestir a un pulpo para poder llevar mejor el ponerle la ropita a nuestro bebé.
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