Ha llegado el día en el que sacas de la caja ese gimnasio tan mono que le regalaron a tu bebé cuando estabas embarazada. Lo armas y pones a tu pequeño, que se queda casi hipnotizado con sus colores. Mueves los juguetes, y sus ojos se abren aún más, tratando de adivinar qué es esa maravilla que acabas de ponerle. De repente, alza su manito, pero no ocurre nada. Sigue observando y lo vuelve a intentar una vez más, esta vez consiguiendo su objetivo... ha descubierto que sus manos pueden tocar aquello que ve, ¡y todo el mundo de posibilidades que eso supone!
El descubrimiento de sus manos
Cuando el bebé es un recién nacido ni siquiera es consciente de su propio cuerpo. Poco a poco (alrededor del mes de edad), empieza a mover sus brazos de forma brusca y descoordinada, hasta que poco a poco aparecen, junto con sus manos, dentro de su campo de visión. Generalmente coincide con la desaparición del "reflejo del moro" (cuando el bebé se sobresalta de forma repentina, llegando a asustarse a veces).
Esto ocurre alrededor del tercer mes y es ahí cuando empieza a ser consciente de que esas manos que despiertan tanto su curiosidad son suyas, y que con ellas puede alcanzar cosas. Se convierten así en su juguete favorito, siguiéndolas con sus ojos hasta que poco a poco van perfeccionando todo lo que pueden hacer con ellas. Es a partir de ese momento cuando podemos ayudarles a estimular esa coordinación mano-ojo.
¿Cómo estimular la coordinación óculo-manual en los bebés?
Un sonajero pequeño: su primer mejor juguete
Los bebés nacen con el llamado reflejo de presión palmar (que hace que tengan los puños cerrados todo el tiempo), porque su cerebro es aún inmaduro para realizar movimientos con las manos. Alrededor del segundo al tercer mes se relaja un poco, así que en ese momento podemos darle un sonajero que sea pequeño y suave (de tela, por ejemplo), de tal forma que el bebé empiece a identificar sus manos y el sonido que emite el objeto cuando las mueve. Los primeros días puede que duren poco tiempo en las manos, pero poco a poco controlarán su fuerza hasta mantenerlos todo el tiempo que quieran.
Los gimnasios con arco: otro gran aliado de la coordinación ojo-mano
Este es el juguete con el que empecé este post porque sin duda, es uno de los mejores para esta etapa del bebé. Cuando descubren que son ellos quienes dirigen sus manos y descubren que son capaces de mover esas cosas tan llamativas que están justo encima suyo, empezarán a jugar y a entretenerse solos por un período más largo de tiempo.
Los libros con texturas, un paso más para mejorar su motricidad
Cuando el bebé domina el gimnasio, (generalmente cuando tiene alrededor de seis meses), es hora de retirarlo. En ese momento los bebés ya coordinan mucho mejor el movimiento de sus manos, pero tienen un reto que es muy importante, y es darse la vuelta.
Aquí podemos recurrir a otro tipo de juguetes, como es el caso de libros con textura, ya que con ellos el bebé encuentra que con las manos también se descubren otras sensaciones. Al querer alcanzar con las manos el área más llamativa, poco a poco calculará mejor las distancias y el proceso se irá perfeccionando.
Los objetos cotidianos, todo un mundo de posibilidades
A partir de los siete meses el bebé ya domina la presión en pinza, así que ya puede, por ejemplo, manipular mejor las hojas de los libros. En ese momento ya puedes valerte de objetos que tienes por casa para estimular su coordinación: folios para que los arrugue, un vaso con un juguete pequeño para que pueda meterlo y sacarlo, e incluso jugar a "toma y dame", cambiando de mano y entregándoselo desde arriba, desde la derecha y desde la izquierda.
Es importante tener en cuenta que la coordinación ojo-mano continúa perfeccionándose durante años y que es algo que debemos seguir estimulando durante la infancia a través de juegos y manualidades.
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Imágenes | Vertbaudet, Fisher Price