Es una queja frecuente de los padres de hijos adolescentes: "Mi hijo está enganchado al móvil". Se pasan las horas pegados a la pantalla, no nos hacen caso cuando les hablamos y parece que se acaba del mundo si tienen que separarse del preciado teléfono aunque sea veinte minutos para cenar.
Sin embargo, aunque estas conductas nos irriten (y nos preocupen), hay que distinguir entre un uso abusivo de las nuevas tecnologías y una verdadera adicción, que los expertos llaman "adicciones no relacionadas con sustancias" y tienen consecuencias tan graves como el alcohol o las drogas. Aquí, las claves para saber si tu hijo adolescente es adicto a las nuevas tecnologías.
Cifras alarmantes
Según datos del Ministerio de Sanidad, el 18% de los jóvenes entre los 14 y los 18 años de edad usa Internet de forma compulsiva. No se trata de adictos, pero sí manifiestan no poder estar mucho tiempo sin conectarse a Internet o a las redes sociales y que no hacerlo les genera ansiedad o malestar.
La preocupación por este fenómeno es tal que por primera vez se han incluido las "adicciones sin sustancia" como las nuevas tecnologías, el juego o los videojuegos en la Estrategia Nacional de Adicciones aprobada a principios de año.
Mireia Navarro, directora del centro de Psicología y Logopedia El Teu Espai explica cómo afectan estas nuevas adicciones:
"Realmente no hay una sustancia que esté generando cambios físicos y orgánicos en nuestro cuerpo, como pasa con el tabaco, el alcohol u otras drogas. Pero los cambios neurofisiológicos existen incluso sin sustancia. Nuestro cerebro pronto se vuelve adicto a estos cambios y a los neurotransmisores que se segregan como ocurre con la adicción al juego".
Pero la diferencia respecto a otro tipo de adicciones es que las nuevas tecnologías son imprescindibles para comunicarnos con el mundo, están en nuestro día a día y, por lo tanto, podríamos estar enfrentándonos a un problema mayor del que nos imaginamos:
"Si a estos cambios neurofisiológicos le añadimos la necesidad del adolescente de sentirse aceptado por el grupo, la necesidad de tener seguidores, de que les pongan me gusta, de mostrar su vida y de pensar que el otro tiene una vida mejor por lo que cuelga en Facebook, tenemos los ingredientes perfectos para aumentar los porcentajes de adictos en los próximos años".
En la misma línea, el profesor de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela Antonio Rial alerta sobre los peligros del internet y las redes sociales:
"Los chavales que hacen un uso abusivo de Internet tienen mayor probabilidad de desarrollar problemas conductuales, hiperactividad, ansiedad, depresión e, incluso, ideación suicida. Son muchos los estudios que existen. Un 93 % de los jóvenes están registrados en alguna red social. Más de la mitad, en cuatro o más. El hecho de que el desarrollo de la autoestima y de la imagen personal dependa del tipo de interacción que tengas en una red social lo cambia todo. La exposición es mayor. La vulnerabilidad y la dependencia, también".
¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene un problema?
Es difícil a simple vista, porque el móvil parece una prolongación del brazo de nuestros hijos adolescentes, y, lo que es peor, también de los niños, que acceden cada vez más pronto a estos dispositivos.
La clave es fijarse en los cambios de comportamiento y cómo reacciona cuando no puede conectarse. Mireia Navarro explica que han de cumplirse una serie de criterios para hablar de una adicción:
- Pasa muchas horas cada día enganchado, tantas que no se realizan otras actividades.
- Aislamiento: deja de relacionarse con sus amigos y familia de manera significativa, es decir, mucho menos que antes o solo se relaciona de manera virtual.
- Baja su rendimiento escolar significativamente.
- Deja de hacer actividades que antes hacía para poder estar conectado más tiempo.
- Experimenta ansiedad cuando no puede conectarse a internet. Se pone muy nervioso ante la sola idea de no poder mirar lo que ocurre en las redes sociales.
- Cambios de humor frecuentes y aumento de la irritabilidad.
- Problemas de sueño. Puede pasar horas conectado por la noche y, por lo tanto, duerme mucho menos o simplemente pueden aparecer problemas para conciliar o mantener el sueño.
- El síndrome de abstinencia aparece cuando no puede conectarse y se manifiesta con ansiedad, irritabilidad y búsqueda desesperada de alguna manera de conectarse.
¿Cómo se trata en la consulta?
La adicción a las nuevas tecnologías ya es una realidad en las consultas de psicología, donde se trata de una manera similar a la adicción al juego, como explica Navarro:
- Control de las horas de conexión por parte de un co-terapeuta (que pueden ser los padres u otro adulto de su entorno). El adolescente no puede controlarse, por lo tanto necesitamos, sobre todo al inicio, un control externo firme.
- Conciencia de enfermedad: ayudar al adolescente a entender que hay una adicción, que no es lo que hace todo el mundo, que no es un uso adecuado. Para avanzar en el tratamiento es imprescindible que la persona se identifique con su adicción.
- Psicoeducación: entender cómo enganchan las TIC, cómo hacer un buen uso, cómo trabajar mi dependencia a las redes sociales, hacerles ver cómo ha cambiado su vida con la adicción, etc.
Programas públicos
También existe la posibilidad de acudir a organismos públicos en el caso de que pensemos que nuestro hijo podría tener este problema. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid acaba de poner en marcha un servicio especializado de intervención en adicciones a las nuevas tecnologías que atenderá a adolescentes de entre 12 y 17 años.
Además de evaluar a los jóvenes y dar tratamiento a los que lo necesiten, se realizarán actividades formativas y divulgativas dirigidas a profesionales que trabajan con niños y adolescentes y a las familias interesadas en saber más sobre el uso, abuso y dependencia de las nuevas tecnologías.
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