El juego es la actividad infantil por excelencia. Mediante el juego los niños no sólo se entretienen sino que también aprenden a relacionarse con el mundo que les rodea. Acompañarlos en este descubrimiento del mundo fortalece su autoestima, es por ello que jugar con los hijos es clave para su desarrollo.
Acompañar significa contenerlos, compartir tiempo de juego, pero no entrometernos, ni dar directivas, ni imponer nuestras reglas ni nuestros tiempos. Cada niño tiene que descubrir el mundo a su ritmo, aprendiendo a resolver conflictos a su manera, pero siempre con nuestro apoyo.
La participación de los padres en el entretenimiento de los niños contribuye a crear un vínculo de entendimiento muy estrecho entre ambos. En plena formación de su personalidad, la presencia de mamá y de papá en sus actividades lúdicas contribuye a reforzar la seguridad en sí mismos.
Como dije antes, el juego les ayuda a comprender al mundo que le rodea. A través del juego expresan sus deseos, sus emociones, se sociabilizan y aprenden a gestionar situaciones. Ser parte de este proceso nos ayuda a comprenderles mejor poniéndonos a su propia altura, creando una forma de conectar con ellos basada en el cariño y la confianza.
La compañía de los padres permite agudizar sus sentidos, sus movimientos y su capacidad mental, especialmente durante durante los tres primeros años. Pero sobre todo, les aporta seguridad, algo fundamental para el desarrollo de su personalidad.
El tipo de juegos puede ser muy variado y depende en gran medida de la edad del niño. Interactuar con el niño desde los primeros juegos del bebé, en los que se guían por la imitación como el juego del escondite, hasta juegos de interpretación cuando son más mayores. La gama es muy amplia, sólo hay que echarle imaginación y recordar que para jugar no necesariamente se necesita un juguete. Lo importante es motivarlos a través de las emociones, pero tened en cuenta que debéis siempre jugar respetando sus estados de ánimo.
Dedicar tiempo a nuestros hijos es el regalo más valioso que les podemos hacer, pero también el mejor que nos podemos dar. Al jugar juntos, al menos media hora al día, descubriréis todo un mundo de posibilidades que compartir. Comprender que jugar juntos es clave para su desarrollo es básico para forjar una relación sólida con los hijos.
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