Esa era una de las frases del verano cuando éramos niños “Mamá, me voy a la calle a jugar con los amigos”. Mamá se encargaba de ponernos un bocata de merienda y marcarnos la hora de regreso a casa para la cena.
La tarde era nuestra, de los niños, y la calle también. Ahora no, ahora casi les hemos prohibido jugar en la calle y quizás es algo que deberían recuperar, por su propio bien.
Es evidente que todos hemos cambiado,las familias, los ciudadanos y las ciudades pero algo que nos deshumaniza y nos pone las cosas muy difíciles es precisamente que diseñemos nuestras ciudades pensando sólo en la fluidez del tráfico rodado. Los coches son los reyes de las calles y esto es uno de los motivos que ha expulsado a los niños de ellas.
Es verdad que antes las familias eran más numerosas y encontrar compañeros de juego en casa era mucho más sencillo que ahora que como mucho se tienen dos hijos y la mayoría sólo uno, es mucho más complicado jugar con otros niños ¿Y encima no pueden salir a jugar a la calle con los demás chicos del barrio?
Ahora eso gracias a (o por culpa de) la tecnología ha cambiado. Podemos jugar solos en casa contra la máquina, o solos en casa pero con amigos a los que físicamente no conocemos si preferimos jugar en modo on line ¿esto es suficiente socialmente hablando?
Y un último factor que según los expertos saca a los niños de las calles es el miedo de sus progenitores. Algunos dicen que somos una generación de padres sobreprotectores que estamos criando a unos futuros adultos inseguros y dependientes. No sé si es exagerado pero es cierto que los niños no juegan en la calle también en parte por el miedo que tenemos los padres a que lo hagan.
¿Qué podemos hacer para ir recuperando espacios en nuestras propias ciudades?¿Cómo podemos mostrar a nuestros gobernantes municipales que queremos que las cosas se hagan de otra manera?
UNICEF: Ciudades Amigas de la Infancia
Desde esta ONG llevan años trabajando para reivindicar y mejorar las condiciones de vida en las ciudades de niños y adolescentes con políticas municipales más respetuosas en las que se desarrollen normas y programas donde se tiene en cuenta la Convención sobre los Derechos del Niño.
No es algo que deba extrañarnos, hace unos meses ya os hablábamos de la iniciativa de una niña por dedicar una rotonda en su ciudad a la figura de los refugiados de la guerra de Siria.
Con este concepto de “Ciudades Amigas de la Infancia” se defiende que todos los niños sean protegidos de la explotación, el abuso o la violencia. Que tengan las mismas oportunidades más allá de su origen, su religión, su género, su discapacidad o si nivel de ingresos. Que participen de forma activa, que reciban los servicios básicos de sanidad y educación y que puedan moverse por la ciudad, caminar libres y seguros por las calles.
El Camino Escolar: devolver la calle a los niños
Se organizan recorridos más seguros, se reduce el tráfico en estos recorridos (al menos durante las horas en las que los niños van y vuelven del colegio) y se implica a la colectividad del municipio: los padres, los profesores, las administraciones locales, las empresas de transporte y los comerciantes de la zona por la que transcurra el itinerario.
Es una manera de que los niños interactúen, se conozcan entre sí, se creen relaciones, se recupere el espacio público y ellos tengan un grado más de autonomía del que tienen si dependen de sus padres y el coche para ir y volver del colegio.
Madrid: Los niños recuperando espacios
Un espacio a la medida de ellos y no lleno de columpios elegidos por los adultos. Un espacio en el que dos piedras pueden ser un tesoro. La iniciativa pretende recuperar la ciudad para los ciudadanos con espacios como este, flexible, que pueden ir creando los propios niños a su medida en el que puedan jugar libremente y al aire libre.
En este barrio y en este espacio se consigue que niños de familias de distintas nacionales interactúen, jueguen y se conozcan, sueñen e imaginen juntos y que las diferencias les enriquezcan y no les alejen.
Los martes de Almendro3 from basurama on Vimeo.
Quizás estamos ante una cuestión más de voluntad y organización que de medios porque no es mucho lo que se necesita para crear espacios públicos como este donde los niños puedan jugar libremente.
No nos estamos dando cuenta de que les organizamos su tiempo de ocio como no nos lo organizaban a nosotros nuestros padres y les eliminamos la posibilidad de “no hacer nada” o hacer lo que les pida en ese momento su imaginación, sus ganas o su falta de ellas ¿por qué no?
Fotos | iStockphoto
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