Aunque los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son cada vez más conocidos, las familias de los niños con autismo siguen teniendo que responder preguntas como ¿y qué sabe hacer tu hijo?, dando por hecho que tiene que tener necesariamente algún tipo de habilidad especial.
La popularización de personajes con Sheldon Cooper, el protagonista de la serie The Big Bang Theory, que presenta rasgos autistas en su comportamiento como, por ejemplo, tener dificultades para comprender las ironías o los dobles sentidos, sirven para normalizar estos trastornos y dar una imagen positiva, pero no muestran la realidad de este colectivo. La psicóloga e investigadora de Autismo España Cristina Gutiérrez, aclara los mitos y verdades sobre el autismo.
Mito 1: Todos son genios
Pues no, no todos son Sheldon Cooper, ni Einstein, ni Mozart. El porcentaje de personas con autismo que presentan habilidades especiales o que se pueden considerar genios es el mismo que en el resto de la población.
"La realidad es que las personas con TEA tienen características muy variables en cuanto a su capacidad intelectual o en cuanto a sus niveles de lenguaje. Algunas de estas personas presentan habilidades especiales, pero no es una característica común. Hay una característica que sí que es común al TEA y es que suelen tener intereses muy específicos y muy restrictivos. Eso hace que, en aquello en lo que están interesados, se conviertan en expertos porque dedican mucho tiempo a esa actividad".
Mito 2: Viven en su propio mundo
Las personas con autismo procesan la información de manera diferente, especialmente la información que tiene que ver con los sentidos: algunos pueden ser hipersensibles a algunos estímulos (táctiles, visuales, sonoros), por eso les pueden molestar los ruidos las luces o los olores y otros pueden ser hiposensibles, es decir, que necesitan mucha estimulación porque a lo mejor no son sensibles al dolor o a los ruidos.
Procesar los sentidos de manera diferente es una característica general, pero hay variabilidad, se manifiesta más en unos que en otros.
Mito 3: Las personas con TEA no se comunican
Todas las personas con TEA se comunican, pero no todas lo hacen de la misma manera. Hay dos características comunes que son las dificultades en la comunicación no verbal y dificultades en las interacciones sociales. Por ejemplo, pueden tener dificultades para entender una frase irónica o con doble sentido o para procesar el lenguaje no verbal como los gestos con las manos, el contacto visual y las expresiones faciales. Estas dificultades de comunicación hacen que muchos niños con TEA se aíslen, pero eso no quiere decir que les guste estar solos y no quieran relacionarse con otros niños de su edad.
Mito 4: El autismo es una enfermedad
Los TEA son un trastorno de origen neurobiológico relacionados con el desarrollo del sistema nervioso. No son una enfermedad que se contagie o que pueda contraerse en un momento determinado de la vida. Por tanto, una persona con TEA no está enferma, sino que presenta una discapacidad que le acompañará durante todas las etapas de su vida. Como no es una enfermedad, no se puede curar, pero sí que se puede mejorar su vida con tratamientos psicoeducativos que son especialmente importantes en la infancia.
Mito 5: Los niños con TEA tienen discapacidad intelectual
Ni genios ni todo lo contrario. Algunas personas con TEA pueden presentar discapacidad intelectual asociada, mientras otras pueden mostrar capacidades esperadas para su edad o incluso por encima de lo esperado. Si cuentan con los apoyos necesarios, los niños con autismo pueden llegar a desarrollar al máximo su potencial. Sin embargo, el principal problema que tienen en este sentido es el abandono escolar que se produce muchas veces por la falta de apoyos por parte del sistema educativo y también por ser un colectivo muy susceptible al acoso escolar, que afecta entre el 40 y el 80% de los niños y adolescentes con TEA. En este sentido, se ha elaborado una guía para padres y profesores que se puede consultar aquí.
Mito 6: Las personas con TEA son agresivas
No es cierto. Lo que pasa es que en determinadas ocasiones, un niño con TEA puede estresarse mucho ante una situación social complicada o una circunstancia imprevisible y que este estrés se manifieste en comportamientos inadecuados que podemos no llegar a entender. Estas conductas suelen producirse cuando el entorno (muchas veces por desconocimiento) no se adapta a las características de estos niños. Con un poco de apoyo y comprensión, son fácilmente evitables.
Como vemos, aunque el conocimiento de los TEA es cada vez mayor, siguen persistiendo mitos que, en ocasiones, dificultan la convivencia con estos niños, que necesitan más apoyo por parte de las instituciones y también más información por parte de la sociedad.
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