Sordera, hipoacusia y discapacidad auditiva

Muchas veces hemos podido escuchar a algún padre o madre decir algo parecido a esto: "mi hijo es sordo pero con el audífono oye muy bien". Y aunque generalmente la sordera, hipoacusia y discapacidad auditiva se emplean como palabras de significado similar, lo cierto es que no son exactamente lo mismo, y debemos tener cuidado al emplear uno u otro término.

Es importante conocer qué significa cada uno de esas deficiniciones, ya que de cara a una posible intervención, e incluso escolarización, se hará de una manera u otra, de una forma lo más adecuada posible para el niño que padece algún tipo de alteración en la forma de recibir la información que proviene por medio auditivo.

Es muy importante conocer el tipo de alteración auditiva que tiene nuestro hijo ya que sus consecuencias serán mayores o menores en función de las características de su problema.

Así, la deficiencia auditiva se refiere a la existencia de una pérdida en la audición, sin tener en cuenta el grado de pérdida de la misma. Es decir, cuando hablamos de deficiencia auditiva, nos referimos a un concepto grande que recoge al término de hipoacusia y de sordera.

Si la pérdida auditiva no es igual o superior a 90 decibelios, nos referimos a hipoacusia. Si la pérdida auditiva supera ese umbral de audición, hablamos de sordera.

Es muy importante saber distinguir entre hipoacusia y sordera. Éste último se suele reservar para aquellos niños que no tienen una audición funcional y, por consiguiente, no les permite la adquisición del lenguaje oral por vía auditiva, aunque si pueden hacerlo mediante la vía visual. De este modo, la visión se convierte en el medio más importante para la comunicación, ya que es el principal vínculo de unión entre el niño y el mundo.

Cuando hablamos de hipoacusia, aunque la audición es deficiente, es funcional para la vida cotidiana y permite al pequeño procesar la información lingüística mediante la audición, aunque en su forma de expresarse oralmente podemos encontrar algún problema a la hora de articular o de entonar lo que quieren decir. Este tipo de problemas variará en función del grado de pérdida auditiva.

En la actualidad, es muy poco frecuente podernos encontrar con una pérdida auditiva total, siendo lo más frecuente que el niño tenga algún grado de audición residual. Por ello cada vez se emplea más el término de deficiencia auditiva en lugar de sordera, que ha estado normalmente relacionado con la pérdida total de audición. Por razones similares, cada vez se está hablando más de niño con pérdida auditiva en lugar de niño sordo.

Como veis, aunque parezcan lo mismo, sordera, hipoacusia y discapacidad auditiva muestran importantes diferencias que nos serán de gran ayuda a la hora de facilitarle a nuestro hijo un tratamiento lo más acorde posible a sus posibilidades, algo muy importante de cara a una intervención especializada.

Foto | matsuyuki en Flickr En Bebés y más | desarrollo de la audición en el bebé, señales de alerta ante una posible deficiencia auditiva, Unos padres desean que sus hijos hereden su sordera

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