Hemos hablado mucho sobre violencia, azotes, castigos y autoridad, sobre límites y crianza caprichosa, pero quería abordar ahora una cuestión profundamente grabada en nuestra manera de relacionarnos con los niños y también, a veces, con otras personas, y es el chantaje emocional.
Quiero centrarme en analizar las formas y las consecuencias de recurrir al chantaje emocional para controlar o encauzar el comportamiento de los niños para ayudarnos a reconocerlo y buscar otras alternativas más sanas de comunicarnos.
Todos usamos las emociones de los demás inconscientemente. Pero cuando las usamos para dañar, controlar e intimidar al otro por miedo del miedo a perder nuestro cariño, estamos realizando un uso abusivo del amor al utilizar el miedo para imponernos.
¿Qué es el chantaje emocional
El chantaje emocional es una forma de manipulación muy poderosa en la cual las personas cercanas y afectivas nos amenazan, directa o indirectamente, con castigarnos de alguna manera si no hacemos lo que ellos quieran.
La mejor manera de definirlo es decir que se trata de una forma de violencia psicológica en la que, mediante la amenaza, se logra que una persona unida afectivamente al agresor, haga lo que él desea por miedo a perderlo o a perder el respeto de otras personas también importantes para él en lo emocional.
En el chantaje emocional se manipula al otro usando sus emociones y especialmente el miedo para, con la intimidación y la amenaza, lograr vencer la voluntad del otro y conseguir que haga lo que queremos. La culpa y el miedo a perder a alguien a quien se quiere son las armas del chantaje emocional.
Reconocer el chantaje emocional entre adultos
En las relaciones adultas esto se puede detectar con facilidad, en teoría. Como todas las formas de violencia, la víctima puede no poder reconocer que está sufriéndolo, sobre todo si tiene un historial previo, incluso en su infancia, de este tipo de violencia emocional.
Si sus padres la chantajearon puede tener más dificultades para reconocer el chantaje emocional o defenderse de él, ya que lo ha interiorizado como normal.
Pero veamos primero, antes de volver a los niños, la manera en la que se manifiesta el chantaje emocional entre los adultos. Luego, habiéndolo reconocido, sobre esta base, veremos como se ejerce sobre los niños.
Si a nosotros otro adulto nos hace chantaje emocional podemos identificarlo. Hay frases típicas en las relaciones insanas, especialmente en las de pareja, que deben alertarnos: "si te vas me mato", "no eres nada sin mi", "si te vas no verás más a tus hijos", "si no me das lo que quiero me iré a buscarlo fuera", "si no haces lo que yo quiero, ya no te querré, o te abandonaré", "no sabría vivir sin ti", "si te vas ahora, no vuelvas".
También nos pueden hacer chantaje nuestros familiares y amigos, forzándonos a hacer cosas que no deseamos chantajeandonos con amenazas o, simplemente, con no querernos más o diciéndonos que si los quisiéramos de verdad, cederíamos.
El chantajista emocional hacia los adultos llega a usar secretos compartidos en la intimidad para coaccionar al otro y busca la obediencia y la sumisión como objetivo, creyendo, incluso, que el uso de la violencia está justificado, pues al otro no lo percibe como persona libre, sino como alguien a quien dominar y de quien extraer beneficios o acciones que el manipulador desea.
El chantajista grita o llora, amenaza, rompe cosas, pega golpes contra las paredes, amenaza con suicidio o con llevarse a los hijos, ajusta cuentas o te dice que revelará secretos privados si haces algo que no quiere que hagas. Usa el miedo a perder su amor, su compañía, su respeto o el de otros que amamos para controlarnos y mantenernos sometidos.
Amenaza incluso con matarse o con que morirá por tu culpa, de los disgustos que le das, si no cedes y, por ejemplo, vas a comer el domingo a su casa o le pones las cortinas o terminas una relación amorosa insatisfactoria.
Cuando la víctima es un niño
Cuando la persona que realiza el chantaje tiene una posición de poder sobre la víctima la violencia es más grave, pues la víctima, que depende de su agresor en lo emocional y hasta en lo material, no tiene salida posible. Todos los recursos y las expresiones que hemos citado en el chantaje entre adultos se usan también, pero más frecuente y normalizadamente, hacia los niños, aunque se hagan de forma sutil o seamos ciegos para ellas.
Si la víctima es un niño y quien hace chantaje emocional son sus padres, abuelos o maestros, la indefensión es mayor incluso, pues el niño no ha desarrollado los recursos psíquicos para defenderse y además, está recibiendo el mensaje implícito de que la persona adulta que toma naturalmente como modelo considera válida esta manera de controlar al que depende de ella.
Es decir, la víctima tiene muchas posibilidades de repetir ese recurso y usar el chantaje emocional para conseguir lo que quiere. Y lo usará con sus propios hijos, pues no habrá recibido herramientas mejores para comunicarse con ellos y habrá recibido el mensaje de sus padres de que hacer chantaje emocional a los niños es algo a lo que los adultos tienen derecho.
Pero me gustaría que nos planteáramos que convierte en dañino el chantaje emocional cuando la víctima es un adulto y que hace que la sociedad lo tenga normalizado si la víctima es un niño. ¿Tienen los adultos derecho a hacer chantaje emocional a los niños?
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