Ayer iniciamos una serie de entradas hablando del dibujo de los niños en la que os estamos ofreciendo cinco consejos para lograr que los niños dejen de dibujar.
Estos consejos son muy fáciles de seguir, tanto, que aún cuando no leyerais estas entradas la mayoría los acabaríais siguiendo. Es más, si no los seguís vosotras, porque no los veis adecuados, estad tranquilas, que alguien en el colegio lo hará seguramente.
Después de comentar lo interesante que puede ser que tratemos los primeros trazos de los niños como si de manchurrones o garabatos se trataran (hablo irónicamente, claro), vamos a pasar a ofreceros el segundo y tercer consejos.
2. Piensa que está queriendo expresar algo
Otro de los errores que cometemos los adultos es pensar, cuando vemos sus primeros dibujos, que están queriendo expresar algo o que están representando alguna situación concreta.
Los niños cuya naturalidad y cuyos deseos no han sido desviados por los adultos suelen hacer sus trazos de manera espontánea y los van modificando a medida que crecen y maduran. Del círculo pasan a otras formas, normalmente irreconocibles por los adultos, porque no son nada en concreto.
Entonces, cuando sus dibujos van ampliándose nosotros queremos entender y queremos saber y cometemos nuestro primer error: preguntarle qué ha dibujado.
El niño se queda extrañado, porque no hacía nada concreto, sino disfrutar de los trazos. Sin embargo se da cuenta de que los adultos esperan que en el papel haya algo reconocible y empieza a poner nombre a sus dibujos y a añadir intencionalidad y mensaje, normalmente tratando de decir lo que los adultos quieren oír.
3. Enséñale a completar su dibujo
Entonces dice que es un bosque con unos árboles y nosotros, que queremos enseñarle nuevos conceptos y posibilidades, para que vea que en un papel se pueden decir muchísimas cosas, le enseñamos a completar su dibujo: “¿Y no hay nadie en ese bosque?", “¿Quizás las personas están detrás de los árboles?", “¿Era de día o de noche?, porque no veo ningún sol ni ninguna luna..."
Creemos que le estamos enseñando a pensar, a superar sus limitaciones por ser niño y a perfeccionar algo que podría estar mejor y el error es de concepto, porque pensamos que todo lo que los niños tienen que aprender se lo debemos enseñar los adultos, como si ellos no fueran capaces de aprender por sí mismos.
Entonces lo que hacemos en realidad es forzarle a recorrer un camino que, más que ayudarle a avanzar, le ayuda a alejarse de su propio camino, acercándolo al nuestro y distrayéndole de sus propias necesidades, de sus propias inquietudes y deseos y tratando que entienda nuestro modo de ver las cosas, que no es el que él estaba construyendo.
De este modo se consigue desorientarle y hacerle sentir inseguro, pues desde entonces intentará entendernos y seguir el camino que nosotros creemos que está bien.
Continuará
Mañana acabaremos con los consejos, ofreciéndoos los dos que quedan. Si ya habéis empezado a seguir los consejos, podemos hablar de ello para tener un poco de feedback y observar qué resultados estáis obteniendo.
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