La vuelta al cole se complica un poco más cuando el niño estrena colegio. No hay aliciente por reencontrarse con sus antiguos compañeros, porque no conoce a nadie, y los nervios por saber qué le espera suelen inquietar al pequeño, pero también a sus padres.
El primer día de clases suele causar estrés y ansiedad y es importante que el niño se sienta apoyado y arropado por su familia. Noelia Sosa, psicóloga educativa de Psise Madrid nos da algunos consejos para que la adaptación sea lo más sencilla posible.
El motivo del cambio
Las razones que llevan al cambio de colegio (económicas o educacionales) influyen mucho en la manera en la que el niño se enfrenta al nuevo centro.
Puede ser por un traslado de trabajo de los padres a una nueva ciudad, por un divorcio que obliga a que uno de los progenitores tenga que variar su residencia, por problemas de bullying en el anterior colegio, o simplemente porque papá y mamá no están contentos con el antiguo centro y buscan algo mejor para su hijo.
¿Cómo podemos ayudarle?
1) Contar con él (o ella) e informarle
La decisión a la hora de elegir o cambiar de colegio es responsabilidad de los padres, pero es conveniente hacerle partícipe: explicarle por qué le cambiamos, dónde queda el centro, puntos positivos que le pueden gustar, e incluso si es posible, visitarlo para que se vaya familiarizando con él antes del comienzo oficial de las clases.
2 Escucharle
Es normal que pueda sentir miedo ante la novedad. Es importante no ignorar sus temores, enfados o tristeza. Va a tener muchas preguntas y hay que responderlas sin engañarle.
3) No mentirle
Es muy importante no crearle falsas expectativas con la intención de tranquilizarle. Nada de frases como: “Este cole te va a gustar más que el anterior” o “Vas a hacer un montón de amigos”. La información tiene que ser real para evitar que de no cumplirse pueda hacerle sentir peor.
4) Quedar con amigos de antes
Si el cambio ha sido de colegio o barrio, pero no de ciudad, puede ser de ayuda quedar con sus antiguos compañeros, siempre y cuando exista posibilidad de que la relación continúe, bien porque viven en el mismo barrio o nos llevamos bien con sus padres. De no ser así, no interesa forzar la situación porque luego el duelo de una segunda despedida puede ser aún más duro.
5) Darle las herramientas para relacionarse
Pero sin inmiscuirse. El mayor temor de los padres suele ser si hará amigos. Hay que dejarle que sea él mismo quien resuelva sus conflictos y no meterse en el medio.
Es decir, mejor evitar esas ocasiones típicas de primer día cuando mientras espera en la fila le animamos a que hable con otro niño que vemos solo o apartado, o a que juegue con un compañero que creemos puede encajar con él cuando en realidad cada uno tiene aficiones diferentes… Tenemos que dejar que sea él quien elija.
Como sí podemos ayudarle es dándole las herramientas que necesita para relacionarse: cómo presentarse a los niños dando su nombre y preguntando por el del otro para conocer a los demás, preguntar si puede jugar o invitar a jugar…
Pero dejando que sea él quien realice el acercamiento, siempre sin meternos demasiado. Si somos nosotros quien le presentamos o preguntamos si puede jugar, le estamos quitando autoridad delante de los demás y autonomía.
6) Respetar su ritmo
Hay que intentar no presionarle para que haga amistades de inmediato. Es normal que los primeros días se dedique a observar. Lo único que podemos hacer mientras en preguntarle cada día, a la salida del centro “¿cómo te ha ido?”, de diferentes formas para que no se convierta en una coletilla aburrida para él a la que contestar con un simple “bien”.
Si pasadas las primeras semanas no sociabiliza, entonces sí podemos hablar con el centro a ver si hay algún problema.
7. Tranquilizarle. La mejor manera de hacerlo, es manteniendo nosotros la calma. Ante el cambio, tendemos a sobreproteger a nuestro hijo, a sentirnos intranquilos. Nuestra función es lograr que se sientan seguros, así que deben ver que nosotros también lo estamos y que pueden contarnos cualquier cosa.
Y hacerles entender que es normal que estén asustados: “Es lógico que te sientas así”, “Es un cole nuevo”, “Vas a conocer a nuevos niños”…
8. Llevarle y recogerle del cole. Es difícil por el trabajo y el ritmo de vida, pero es bueno para el niño que sus padres le lleven y recojan del colegio, al menos los primeros días. Viene del verano, de estar 24 horas con nosotros y de repente no vernos en todo el día, puede ser muy duro para él. Que les acompañemos, les aporta seguridad.
Además, a la salida del cole suele ser cuando los niños están más abiertos a hablar, a contar cómo ha ido su día.
9. Hablar con los profesores. La comunicación de la familia y el colegio es clave cuando hay un niño nuevo en clase. Cualquier cosa que nosotros o el profesor observemos en el comportamiento de nuestro hijo como si sale triste de cole o le vemos decaído es importante hacer un equipo para poder ayudarle.
¿Y si ha sufrido bullying en el colegio anterior?
Noelia Sosa sigue insistiendo en la importancia de respetar su autonomía, también en estos casos, y no mentirle.
“Si es cierto que cuando el cambio de colegio se produce por un problema importante en el anterior, hay que estar mas pendientes del niño, hay que acompañarle más en el camino pero dándoles la oportunidad de que ellos mismos resuelvan sus conflictos”.
Va a tener más miedo a la hora de hacer amistades, por lo que no hay que obligarle a que se relacione con algún niño si no quiere.
Hay que preguntar, escucharle y si pasadas unas semanas le vemos tristes o no habla de ningún compañero, entonces sí podemos tomar medidas como ir a hablar con el centro para descubrir qué puede pasar.
Lo que hay que evitar, también en estos casos, es mentirle con manidas frases del tipo “Este colegio va a ser mejor”, “No te va a volver a pasar”, porque no lo sabes y si todo no va bien puede llegar a convencerse de que el problema es suyo.
Es bueno que sepa que el centro va a ser diferente y que vamos a estar abiertos a que nos lo cuente todo y que estaremos en contacto con sus profesores. Que sepa que el cambio va a ser para mejor.
Y sobre todo tener mucha paciencia con él, respetar su ritmo y no contagiarle nuestros temores, sobre todo si el cambio de colegio se debe a un cambio en la estructura familiar, pero hay que tomarlo como una etapa de adaptación, lo que realmente es.
Para animarle, premiar su buen desenvolvimiento escolar, su esfuerzo, sus avances cotidianos y la superación de las dificultades es una manera de fomentar las conductas deseables y de ayudarle a confiar en sus capacidades, a sentirse seguro de sí mismo y a gusto con el entorno.
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