¿Le enseño a leer?

Muchos padres se preguntan si deben enseñar a leer a sus hijos. Aunque realmente los niños no estarían obligados a leer hasta los seis años en las escuelas infantiles se comienza la familiarización con las letras, la escritura y la lectura a edades más tempranas.

El nivel lector del alumno español

Yo tengo una posición ambigua respecto a esto. Realmente, si estudiamos los datos sobre competencia lectora de los adolescentes españoles o hemos dado clase, la capacidad de hacer lectura comprensiva de los alumnos no es lo que se debería esperar ni desde luego lo deseable y esperable de un sistema organizado. Los ultimos resultados del Informe PISA son mediocres por no decir malos.

Por supuesto, el fallo no es de la escuela como tal, aunque posiblemente si lo sea de algunos métodos pedagógicos que se mantienen o de organizaciones que no llegan, por razones múltiples, a atender la diversidad real de los ritmos de cada alumno y sus necesidades específicas. En aulas grandes, atender la diferencia intrínseca de cada niño es una tarea complicada.

Si a eso sumamos que la lectura se convierte en el pilar de la enseñanza desde primaria con excesiva presión a veces, la obligatoriedad de la lectura de obras que no deciden los propios niños según sus intereses y la falta de hábitos lectores en algunos entornos, el resultado va empobreciéndose.

La iniciación a la lectura

Los más pequeñitos, cuando comienzan a descubrir la lectura, no siempre están preparados o interesados. Si desde ese momento existe presión y obligación, el placer de la lectura se ve empañado y quizá dañado a largo plazo. Para ellos sería preciso, en mi opinión, que profesores y padres nos relajáramos. Por aprender a leer antes no se aprende a leer mejor ni mucho menos se consiguen hábitos de lectura.

Para los que van más rápido, esos niños que con tres o cuatro años desearían descubrir todo el mundo que se esconde en las letras, también sería necesario actuar de manera personalizada, alentando, mostrando, nunca, tampoco en su caso, presionando.

Hay niños que son capaces completamente de aprender a leer casi solos, preguntando curiosos por las letras y sus sonidos. A estos si, hay que darles toda la ayuda que necesitan.

Otros, que no desarrollan esta habilidad de manera tan autónoma, pueden también querer leer. En este caso, si la escuela sigue un programa que no permite que se les atienda individualizadamente, los padres podemos ayudarles. No creo que haya que temer que el niño se aburra en clase por saber leer cuando los otros están aprendiendo, sino coordinar con sus tutores fórmulas para que puedan ayudar a sus compañeros o adaptar el curriculum a sus necesidades.

Igual que no creo que a un niño haya que forzarlo a aprender a leer y mucho menos en Infantil, también creo que al que desee leer hay que darle todas las oportunidades para hacerlo.

Métodos de lectura

Entonces, los padres se preguntan si sabrán hacerlo o si será contraproducente no seguir el mismo método que el de la escuela. Yo creo que no, que un niño que comienza a leer, sea libremente o sea con métodos silábicos más tradicionales, o sea incluso con bits de información tipo Doman, disfrutará de la ventaja que eso supone, no por alcanzar esta habilidad antes que otros niños de su edad, sino por el enorme placer que supone aprender algo que estás interesado en poder manejar y por el mundo lleno de imaginación que la lectura automotivada pondrá en sus manos.

Los niños y los adultos han aprendido a leer con diferentes métodos a lo largo de la historia y han llegado a su objetivo, asi que determinar a ciencia cierta que método es mejor sería subjetivo. Existen métodos que usan la fonética, las letras, las sílabas, las imágenes referenciales, las palabras generadoras y hasta un método psicogenético que, aunque parezca magia, yo he visto funcionar.

Los padres podemos enseñar a leer a nuestros hijos. La elección del método es personal. Yo usaba, personalmente, el silábico, pues es con el que me siento cómoda y mi hijo conocía espontánemente las letras y sus sonidos, encontrando mucha diversión en reconocer las sílabas que formaban las letras que reconocía. De hecho, deletreaba palabras sin leerlas con mucha facilidad y el método se adaptó muy bien a él.

Otros padres buscan otros enfoques. Sinceramente creo que, además de ofrecer lectura de cuentos y responder a las preguntas de los niños, poniendo a su disposición letras y dejándolos experimentar sin corregir sus comienzos, cada familia usará mejor el método que mejor conozca y con el que los padres se sientan seguros, buscando, por supuesto, también adaptarse a aquel al que su hijo responda mejor.

Aprender a leer con placer

Sin embargo hacer un aprendizaje forzado antes de que el niño haya adquirido la madurez necesaria y el deseo de hacerlo, es desde luego el peor de los caminos. Y si, por el contrario, rodeamos el aprendizaje de la lectura de un ambiente motivador, con ejemplo y lectura de cuentos, con un entorno estimulante en el que las letras sean parte integrante de lo diario y no solamente parte de un trabajo concreto, el éxito y el placer tienen más posibilidades de lograrse.

Por tanto, si, enseñemos a leer a los niños que lo desean y no forcemos a los que dan muestras de no estar preparados o interesados. Todo llegará, seguro. Para unos antes, para otros después, pero solo desde el respeto a la libertad del educando y de sus ritmos personales nos aseguraremos que llegamos y llegamos en buenas condiciones.

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