¿Os imagináis un colegio en que se aprendan matemáticas bailando o que vaya alternando las clases con bailes y juegos en grupo? ¿Creéis que así los niños aprenderían más? Pues sí, existe, y se llama Ron Clark Academy.
Hace unos días Ron Clark, el responsable del cole subió un vídeo a Facebook para mostrar cómo estudiaban matemáticas y el vídeo fue visto por más de 3 millones de personas porque tanto él como las alumnas estaban ¡bailando! ¿Llevarías a tus hijos a un cole donde la diversión es obligatoria?
Así estudian matemáticas
Nuestros compañeros de Magnet han hecho un vídeo con el que os haréis una idea de cómo funciona el cole:
Seguramente os diréis "¿Y cómo se aprende bailando?", a lo que hay que responder: no se aprende matemáticas bailando así, pero si consigues que los niños sean felices, conseguirás que aprendan más fácilmente.
La filosofía de Ron Clark
Clark abrió esta escuela de secundaria en el año 2000 y se inspiró en la escuela Hogwarts de hechicería de Harry Potter. Pensó que las aulas debían estar tematizadas y que el colegio tenía que tener un aire especial y por eso añadió diversas "atracciones", actividades y normas en el funcionamiento para crear un espíritu de respeto, aprendizaje y diversión. Todo ello con el fin de conseguir que los niños fueran a la escuela diciendo "me encanta venir aquí" y que los profesores dijeran "me encanta enseñar aquí".
Pero... ¿de verdad aprenderán más así?
Mucha gente se queja de que los niños salen del colegio hoy en día con menos conocimientos de los que adquiríamos nosotros en nuestra infancia y piden que se endurezcan las normas, que se trabaje más y que se haga lo posible por hacer que el nivel de fracaso escolar descienda.
Lo que no tienen en cuenta es que en la actualidad los niños tienen a su disposición muchos más estímulos (más juguetes, más pantallas y más contenidos) y en consecuencia el colegio debe adaptarse para poder enseñar las cosas de una manera más divertida, o de lo contrario la cosa irá a peor.
Por eso existe este colegio y otros centros en los que están innovando, porque entre estar en casa enganchado a la tablet, a un canal de dibujos y series 24 horas, a los juguetes, o ir al colegio a que te suelten el rollo de manera aburrida, los niños lo tienen bastante claro. Si en cambio les haces el colegio atractivo, si les enseñas aprovechando sus ganas de aprender y con el incentivo de estar y jugar con otros niños, entonces los tienes ganados.
¿Aprender más así? Pues no lo sé, pero seguro que no aprenden menos, y en igualdad de condiciones vale la pena estar deseando ir al colegio un día tras otro, que no estar deseando que llegue el fin de semana y las vacaciones.
Las 55 normas de Clark
Para que no penséis que el colegio es un parque de atracciones, deciros que en el centro tienen una serie de normas que todo estudiante debe seguir. Podéis leerlas aquí (es un documento de 14 páginas en inglés) y seguro que algunas os dejan un poco asombrados por el nivel de control al que se llega: para mi gusto, hay un exceso de normas cuando algunas de ellas te obligan a llevarte bien con todos tus compañeros o a, en caso de no estar de acuerdo con algo o alguien, o enfadarte, no poder hacer gestos de desacuerdo, a riesgo de que mucho del buen rollo acabe siendo forzado o hipócrita.
En cualquier caso, la intención global de las mismas es muy valiosa y tienen como finalidad crear un clima estupendo en el colegio, de comunicación, de respeto, de afabilidad, de compartir con otros, de llevarse bien, de acoger a todos y cada uno de los estudiantes como válidos y de evitar la exclusión o el que algunos niños, por ser muy tímidos, queden apartados naturalmente, como sucede en muchos colegios (sin que nadie les haga nada, ellos mismos se apartan de otros compañeros sintiéndose diferentes o incomprendidos).
Algunas de las normas que más sorprenden son:
- Si cualquier niño en esta escuela te está molestando, házmelo saber. Soy tu profesor y estoy aquí para cuidarte y protegerte. No voy a permitir que nadie en este colegio abuse o te haga sentir incómodo. A cambio, te pido que no intentes solucionar los asuntos por ti mismo. Deja que sea yo quien trate con él.
- No guardes los asientos en el comedor. Si alguien quiere sentarse en uno, déjale. No trates de excluir a nadie. Somos una familia y debemos tratarnos unos a otros con respeto y amabilidad.
- Puedes traer una botella de agua y dejarla en tu escritorio. No me preguntes si puedes beber agua mientras doy clase. Puedes incluso tener comida en la mesa siempre que otros no te vean comiendo y yo no te oiga.
- Debes ser la mejor persona que puedas ser.
- Carpe Diem. Solo vives la vida una vez, así que no la desperdicies. La vida se hace de momentos especiales y muchos suceden cuando la gente echa las precauciones al viento y se pone en marcha para aprovechar el día.
- No importa cuáles sean las circunstancias, debes ser siempre honesto. Incluso si has hecho algo malo, es mejor admitirlo, porque voy a respetar eso, y muchas veces me olvidaré de cualquier medida disciplinaria gracias a tu honestidad.
- Acepta que vas a cometer errores. Aprende de ellos y sigue adelante.
- Vive sin tener que lamentarte. Si hay algo que quieres hacer, ¡hazlo! Nunca dejes que el miedo, la duda u otros obstáculos se impongan en tu camino. Si hay algo que quieres, lucha por ello con todo tu corazón. Si hay algo que quieres hacer, ve a por ello y haz que sea realidad. Si hay algo que quieres ser, haz lo necesario con tal de vivir ese sueño.
- Sé positivo y disfruta de la vida. Hay cosas por las que no vale la pena estar enfadado. Mantén todo en perspectiva y enfoca tu vida de manera optimista.
Envidia, de verdad... envidia
Yo he tenido algunos problemas con mis hijos, al ir al colegio, normalmente porque allí no estaban a gusto, no se sentían respetados o, directamente, no se divertían en absoluto. En momentos así suelen decirte que como padre hagas oídos sordos, de tripas corazón, o que le ayudes positivizando el colegio. Algo así como "convéncele de que se lo va a pasar bien". Sin embargo, de nada sirve decirles que el colegio es chulo si para ellos no lo es, o que se lo pasarán genial si luego no es así. Vamos, es que el niño acaba sintiéndolo como una mentira y como un "ni siquiera mis padres me entienden". Porque si todos los adultos se conjugan en negar sus sentimientos, el niño se siente cada vez más perdido y desesperado.
Por eso siempre que hemos hablado con las profesoras y profesores en ese sentido les hemos instado a que hagan algo, que se lo curren, que sean ellos los que consigan que nuestros hijos quieran ir al colegio. Porque nos decían aquello de "déjalo aunque sea llorando y vete", pero para nosotros la cosa era muy diferente: "no, haz algo para que no se quede llorando... tienes que conseguir que quiera venir al colegio".
Y esto es lo que ha querido conseguir Ron Clark y, al parece, ha logrado. Ojalá muchos colegios se fijen en su manera de hacer y empiecen a transformar los colegios, que muchos se han quedado anclados en un sistema educativo de hace décadas, cuando por entonces ya estaba desfasado.
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