Desde el momento en el que nos enteramos que estamos esperando un bebé, el instinto hace que acariciemos con dulzura nuestra barriga y le hablemos a través de ella a ese pequeño ser que está creciendo en nuestro interior.
Aunque todavía sea muy pequeñito y obviamente no pueda oírnos ni entendernos, el hecho de hablarle a la barriga "desde fuera" tiene un gran componente emocional para los padres.
Hablarle al bebé antes de que pueda oírnos
Para hacerlo, no hace falta que nos esperemos a los cinco meses de gestación, cuando el feto ha desarrollado el sentido de la audición. Una audición que apenas puede diferenciarse todavía de los otros sentidos, como el sentido del tacto, pero que posibilita que entre por primera vez en contacto con el mundo exterior.
De hecho, seguro que las que ya habéis sido madres os descubristeis hablándole a la barriga mucho antes de esa fecha, al conocer la noticia del embarazo, con los primeros síntomas... Y probablemente le hablábais con el convencimiento de que no os oiría el bebé.
Poco importa entonces que el bebé escuche. Más que transmitirle algo al feto, lo que queremos es darle forma, darle nombre, convertirlo en real, sentirlo más cerca.
Reforzando el vínculo afectivo con tu bebé
Cuando los meses van avanzando, el vientre materno crece y notamos cada vez más al bebé, sus patadas y movimientos... cuando se acerca la fecha del parto, hablarle al bebé nos tranquiliza. Nos prepara para ese momento, para conocerlo una vez esté en nuestros brazos, porque no será un desconocido: sabemos cómo se llama y hemos tenido conversaciones con él (más bien monólogos...).
Con suerte, el bebé ya conoce no solo el sonido del torrente sanguíneo y los latidos del corazón, también la voz de la madre, que se convertirá de ese modo en un bálsamo para el miedo y la intranquilidad una vez haya nacido. Es el primer vínculo entre madre e hijo: antes de ver su cara, antes de oler su piel, el bebé ya sabe cómo suena su voz.
La ha escuchado mientras hablamos con cualquiera, también cuando hablábamos con él; cuando cantamos en la ducha, y cuando le cantamos a la barriga; cuando nos reímos con los demás y cuando nos reímos de sus volteretas en la barriga.
No es que el bebé escuche claramente la voz materna, como la podemos escuchar nosotros. Porque desde dentro la voz suena diferente, se escucha mezclada con el resto de sonidos del cuerpo y con el efecto de resonancias de la tráquea, la columna vertebral... y el paso a través del líquido amniótico.
Junto a las caricias, hablarle a la barriga es beneficioso para la salud emocional de la madre y la pareja, estableciendo un vínculo temprano con el bebé antes de verle la carita por primera vez.
Hablarle al bebé, cantarle, acariciar la barriga... hará al bebé más cercano y nos prepara para ese gran paso de la maternidad y paternidad, que descubrirá muchas sensaciones nuevas e inigualables. Y una vez nacido multiplicaremos la alegría que sentimos al ver (ahora sí) que al bebé le calma nuestra voz, una música, una caricia...
Fotos | gpointstudio - www.freepik.es, iStockphoto
En Bebés y más | Doce cosas que tu bebé aprende dentro del útero