Hablarle a la barriga durante el embarazo es bueno (incluso aunque el bebé no pudiera oírlo)

A raíz del post sobre el reconocimiento fetal de los sonidos vocálicos y otros artículos que analizan la capacidad lingüística de los bebés, me he preguntado si tanto estudio nos impide ver otro factor importante del hecho de hablarle a la barriga, el emocional.

Hasta qué punto son importantes los "logros" tempranos, la estimulación prenatal, es algo que también nos preguntamos últimamente, inmersos en una sociedad en la que prima el "mejor cuanto antes, mejor cuanto más". Bebés más listos cuanto antes si les ponemos música o les hablamos desde el embarazo, idiomas desde pequeños, dibujos específicos para aprender...

Cualquier bebé tiene derecho a escuchar la voz de su madre, distorsionada como todo lo que le llega del exterior, pero reconocible al final. Pero no se trata de que el bebé llegue antes o más allá.

No se trata de retos, de que el bebé aprenda antes, de que sepa diferenciar idiomas o que reconozca el suyo... sino que el sencillo gesto de hablarle ya le aporta mucho a la madre. Es decir, que incluso aunque el bebé no escuchara absolutamente nada, hablarle a la barriga es bueno para la madre y la pareja.

Hablarle al feto antes de que nos oiga

No hace falta que nos esperemos a los cinco meses de gestación, cuando el feto ha desarrollado el sentido de la audición. Una audición que apenas puede diferenciarse todavía de los otros sentidos, como el sentido del tacto, pero que posibilita que entre por primera vez en contacto con el mundo exterior.

De hecho, seguro que las que ya habéis sido madres os descubristeis hablándole a la barriga mucho antes de esa fecha, al conocer la noticia del embarazo, con los primeros síntomas... Y probablemente le hablábais con el convencimiento de que no os oiría el bebé.

Poco importa entonces que el bebé escuche. Más que transmitirle algo al feto, lo que queremos es darle forma, darle nombre, convertirlo en real, sentirlo más cerca. Por eso hay parejas que por prudencia prefieren no darle nombre ni hablarle al bebé hasta que pase la incerteza el primer trimestre. Porque de otro modo lo habríamos hecho en nuestra mente más real, y si algo sale mal probablemente dolería más.

Hablarle a la barriga nos sirve a "los de fuera"

Pero sobre todo cuando los meses van avanzando, el vientre materno crece y notamos cada vez más al bebé, sus patadas y movimientos... cuando se acerca la fecha del parto, hablarle al bebé nos tranquiliza. Nos prepara para ese momento, para conocerlo una vez esté en nuestros brazos, porque no será un desconocido: sabemos cómo se llama y hemos tenido conversaciones con él (más bien monólogos...).

Con suerte, el bebé ya conoce no solo el sonido del torrente sanguíneo y los latidos del corazón, también la voz de la madre, que se convertirá de ese modo en un bálsamo para el miedo y la intranquilidad una vez haya nacido. Es el primer vínculo entre madre e hijo: antes de ver su cara, antes de oler su piel, el bebé ya sabe cómo suena su voz.

La ha escuchado mientras hablamos con cualquiera, también cuando hablábamos con él; cuando cantamos en la ducha, y cuando le cantamos a la barriga; cuando nos reímos con los demás y cuando nos reímos de sus volteretas en la barriga.

No es que el bebé escuche claramente la voz materna, como la podemos escuchar nosotros. Porque desde dentro la voz suena diferente, se escucha mezclada con el resto de sonidos del cuerpo y con el efecto de resonancias de la tráquea, la columna vertebral... y el paso a través del líquido amniótico.

Sería un error no hablarle al feto pensando que no nos oye, pero lo mismo sucedería si le hablamos simplemente porque pensamos que va a ser beneficioso para su desarrollo intelectual. Sin duda es beneficioso para la vertiente emocional de la madre y la pareja, y ese simple hecho debería animarnos a hablarle a la barriga, por poco que esos sonidos fueran a influir en el bebé (que no quiero decir que sea poco).

La estimulación del bebé empieza en el vientre materno, y el auditivo es el sentido sobre el que mejor podemos actuar. Pero, ¿dejaríamos de hablarle al bebé si supiéramos que este nacerá sin sentido del oído? Seguro que junto a las caricias y masajes que sí podrá percibir (hay muchas maneras de comunicarse con el bebé durante el embarazo), hablarle fortalece el vínculo ya antes de nacer.

Hablarle al bebé, cantarle, acariciar la barriga... hará al bebé más cercano y nos prepara para ese gran paso de la maternidad y paternidad, que descubrirá muchas sensaciones nuevas e inigualables. Y una vez nacido multiplicaremos la alegría que sentimos al ver (ahora sí) que al bebé le calma nuestra voz, una música, una caricia... Porque ahora ya casi están todos sus sentidos disponibles.

Fotos | davhor y cscott2006 en Flickr En Bebés y más | ¿Cuánto ve el recién nacido?, Desarrollo de la audición en el bebé, ¿Qué oyen los bebés dentro de la barriga?

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