Son muchos los misterios que aún entrañan el embarazo y el parto a los ojos de la ciencia. En ese afán de investigar qué sucede realmente en un momento tan decisivo en la vida de dos personas (tanto la madre como el bebé), se están dando pasos realmente importantes, como es el caso de EMMI, una herramienta que permite mapear en 3D las contracciones durante el trabajo de parto, y que puede suponer un avance significativo en la forma en la que se atienden, especialmente si se trata de un parto prematuro.
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Esta herramienta acaba de ser presentada por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver. A través de ella, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis desarrollaron una nueva tecnología de imágenes que puede producir mapas en 3D que muestran la magnitud y distribución de las contracciones uterinas en tiempo real y en toda la superficie del útero durante el parto.
Esta técnica de imagen no invasiva genera nuevos tipos de imágenes y métricas que pueden ayudar a cuantificar los patrones de contracción, generando una gran cantidad de información a tiempo real que podría llegar a cambiar la forma en la que se gestionan los partos.
EMMI: las contracciones pueden avisar de forma previa si pueden presentarse complicaciones durante el parto
Los métodos clínicos actuales para medir las contracciones son dos: la tocodinamometría y un catéter de presión intrauterina, pero estos solo pueden proporcionar detalles limitados, como la duración y la intensidad de las contracciones, aunque tienen el gran inconveniente de ser procedimientos invasivos.
Por el contrario, EMMI integra dos tipos de exploraciones no invasivas: una resonancia magnética anatómica rápida que obtiene una imagen del útero (que se puede tomar durante el embarazo a término o incluso a las 37 semanas de gestación) y una técnica llamada "electromiograma de exploración de superficie multicanal", que utiliza sensores colocados a lo largo del vientre para medir las contracciones durante el trabajo de parto.
Estos datos se combinan y se convierten en mapas uterinos tridimensionales, con colores cálidos que indican áreas del útero que se activan primero en una contracción, colores fríos que indican áreas que se activan más tarde y áreas grises que muestran regiones inactivas.
Estos generan una secuencia de mapas a lo largo del tiempo, creando un lapso de tiempo visual que muestra dónde comienzan las contracciones, cómo se propagan y/o sincronizan, y los patrones potenciales asociados con un embarazo típico versus uno con complicaciones.
Precisamente este es una de las primeras aplicaciones que puede tener dentro de las numerosas posibilidades que podría llegar a ofrecer dentro del paritorio.
Tener la posibilidad de identificar con antelación si un parto ha empezado a desarrollarse de forma anómala puede suponer un antes y un después en el tratamiento que se da a cada paciente, empezando por aquellas que pueden necesitar la inducción del parto frente a aquellas que pueden llegar a necesitar una cesárea.