Para los que no tenemos demasiada idea sobre la relación entre los embarazos y el cáncer de mama, he estado investigando un poco sobre el asunto.
La clave parece estar en los estrógenos, hormona segregada por los ovarios y las glándulas suprarrenales que estimulan la multiplicación de las células. El tejido de los pechos resulta ser extremadamente sensible a los estrógenos.
Al elevarse la concentración de estrógenos en el cuerpo cabe la posibilidad de que se produzca algún error genético que provoque un crecimiento anormal y desordenado de las células, es decir un cáncer.
Cuando se produce un embarazo, los niveles de estrógeno disminuyen para dar a paso a las hormonas que intervienen en la gestación reduciendo así la exposición a los estrógenos y la posibilidad de que se produzca este crecimiento celular descontrolado.
Así como diversos estudios han demostrado que la lactancia disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama, tener hijos también.
Se ha observado que en la medida en que la natalidad aumenta, la incidencia de cáncer de mama se ve disminuida en la población.
O sea, que una mujer que ha tenido embarazos tiene menos probabilidades de enfermar de ese tipo de cáncer.
Un motivo más para apuntarse al club de la maternidad.
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