Entre el 20 y el 30% de los embarazos acaban en un aborto espontáneo, y en un 15% de los casos, el aborto volverá a repetirse. Las causas que se esconden detrás de los abortos recurrentes pueden ser múltiples, y entre ellas destacan los trastornos de coagulación de la sangre materna.
A este problema se le denomina trombofilia, y según un estudio llevado a cabo por la Clinica Universidad de Navarra y el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, podría ser la causa de hasta un 50% de abortos de repetición.
Te explicamos qué son los trastornos de trombofilia, por qué se producen y cómo se tratan para que no afecten al desarrollo del embarazo.
¿Qué es la trombofilia?
La trombofilia es un desequilibrio en la coagulación de la sangre que tiende a la hipercoagulabilidad; es decir, a la tendencia exagerada a formar coágulos dentro de los vasos sanguíneos, cuando no son necesarios. Estos coágulos pueden formarse dentro de las venas, las arterias y también de la placenta.
Este trastorno se asocia a un mayor riesgo de complicaciones gestacionales, como aborto natural temprano, abortos recurrentes, muerte fetal intrauterina, parto prematuro o crecimiento intrauterino retardado.
Tipos de trombofilia
- Trombofilias hereditarias, presentes desde el momento del nacimiento. Estas trombofilias se caracterizan por una alteración genética en algunos de los factores de la sangre, o por la disminución de algunas proteínas que habitualmente nos protegen de la formación de coágulos.
Son trombofilias hereditarias las alteraciones en el Factor V Leiden, mutación en el gen del Factor II o Protrombina 20210, déficit de Antitrombina, Proteínas C y S.
- Trombofilias adquiridas. En este grupo situamos el síndrome antifosfolípido, de origen autoinmune, o algunos casos de resistencia a la proteína C activada.
¿Cómo se diagnostican los trastornos de trombofilia?
Las pruebas para detectar trombofilia consisten en un análisis de sangre específico que identifica los marcadores trombofílicos. Estas pruebas se realizan en los siguientes casos:
Si la mujer ha tenido trombosis en una vena profunda del cuerpo, o cuando el coágulo progresó al pulmón.
Si la mujer perdió dos o más embarazos de menos de 10 semanas.
Si la mujer perdió uno o más embarazos de más de 10 semanas.
Si la mujer tuvo alguna complicación obstétrica, tales como parto prematuro o un embarazo con retardo de crecimiento del bebé.
Si la mujer presentó preeclampsia, eclampsia o desprendimiento de placenta.
Si la mujer presenta antecedentes familiares de trombosis o de complicaciones en el embarazo y programa la búsqueda de embarazo
En la mayoría de las ocasiones, el estudio de trombofilia se hace tras la presencia de dos o más abortos naturales recurrentes. Y es que los expertos aseguran que cuando una mujer ya ha sufrido un aborto espontáneo, las probabilidades de volver a pasar por lo mismo se sitúan en torno al 15%, porcentaje que aumenta hasta el 25 ó 30% si ya se han tenido dos o más abortos previos, o incluso hasta el 60% si la mujer es mayor de 40 años.
¿Cómo se trata la trombofilia?
Si se confirman las sospechas de trombofilia, los médicos establecerán el tratamiento a seguir, siendo los fármacos más utilizados la aspirina en dosis bajas y la heparina de bajo peso molecular (HBPM), que debe inyectarse diariamente por vía subcutánea.
Embarazo con trombofilia: ¿cómo se desarrolla?
Por lo general, la embarazada con problemas de trombofilia tiene un seguimiento del embarazo más estricto, con evaluación clínica y ecográfica más frecuente, y continuos análisis de sangre para observar el estado de coagulación.
Además, este tipo de embarazos suelen ser tratados de manera conjunta por el ginecólogo y el hematólogo.
La heparina no pasa la barrera placentaria, por lo que no afecta al bebé. En cuanto a la madre, las complicaciones frecuentes son aparición de hematomas en el sitio de la inyección, y como infrecuentes destaca un mayor riesgo de osteoporosis, un mayor riesgo de hemorragia y disminución del número de plaquetas.
Aunque cada caso debe ser valorado de manera independiente, lo ideal es que el tratamiento con heparina se suspenda 24 horas antes de la administración de anestesia epidural, con el fin de evitar riesgo de hematoma subdural. De ahí que si la mujer decide dar a luz con epidural, el parto deba ser programado.
El tratamiento con heparina se reanudará tras el parto o cesárea y durante seis semanas más, ya que durante el puerperio hay un riesgo aumentado para la madre de padecer una trombosis venosa profunda
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Vía | Sociedad Española de Fertilidad, Scielo, Sociedad Argentina de Hematología, Hospital Austral