Cuando una pareja se decide a formar una familia, se cree que tener un bebé es algo relativamente sencillo. Pero no siempre es así. Ya sea por circunstancias laborales, sociales o por problemas de infertilidad de alguno de los dos, la llegada del bebé se retrasa más de lo deseado. A veces son muchos años en los que las parejas se gastan grandes cantidades de dinero y corren una carrera llena de obstáculos en su camino hacia la paternidad.
Pero la esperanza es lo último que se pierde y al final de ese largo camino hay una recompensa muy valiosa: el sueño de tener por fin a su deseado bebé.
La nueva fertilidad
En España 25.000 bebés nacen cada año por medio de técnicas de reproducción asistida y la previsión es que siga aumentando.
Según la Sociedad Española de Fertilidad, la esterilidad afecta al 15% de la población en edad reproductiva de los países occidentales, es decir, a una de cada seis parejas, y experimenta una evolución creciente.
Aunque el varón es responsable de entre el 25 al 35% de los casos, la edad avanzada de las mujeres con deseo reproductivo puede considerarse como la principal causa actual de incremento de la esterilidad en nuestro medio.
La fertilidad de la especie humana varía con el tiempo, y está claramente limitada por la duración efectiva de la capacidad reproductiva de la mujer. Ésta presenta su máxima fecundidad entre los 20 y los 30 años. A partir de esta edad se inicia el declive fisiológico de la fecundidad, que es mucho más acusado desde los 35 años, y aún mayor a partir de los 38.
A esto se suma que en la perspectiva vital de las mujeres de las sociedades desarrolladas se ha transformado profundamente en los últimos años, retrasando la edad de la maternidad. Las mujeres ya no se casan y tienen hijos, sino que muchas priorizan la estabilidad antes de formar una familia, y cuando se ponen a ello encuentran obstáculos que le impiden cumplir su sueño.
Una carrera de obstáculos
La mayoría de las parejas que han pasado por ello, lo definen como una carrera de obstáculos que deben ir superando hasta llegar a la meta. En el camino se produce un gran desgaste tanto físico como emocional.
Decepción, frustración, estrés y llantos, pero al final, todas coinciden en que todo ha valido la pena. Hay parejas que tras intentarlo toda la vida no se rinden y contra todo pronóstico, se convierten en padres.
También es cierto a veces los tratamientos no funcionan, pero la recompensa igualmente llega. Un estudio realizado en Francia y publicado en la revista ‘Fertility and Sterility’, el 24 por ciento de las parejas que se sometieron a tratamientos de reproducción asistida sin éxito, concretamente a tratamientos de fertilización in vitro, logró tener hijos entre siete y nueve años después de forma espontánea.
Una historia esperanzadora
Una de las historias más esperanzadoras que se conocen es la de Naomi Gryn, una escritora y productora que tras gastarse más de 23.000 euros y varias rondas de fertilización in vitro, finalmente fue madre a los 51 años.
Se dedicó por completo a su carrera y cuando por fin conoció al hombre con quien quería formar una familia, con 41 años quiso ser madre. Sufrió dos abortos involuntarios, así que decidió encarar un tratamiento de fertilidad. Viajó a Sudáfrica para someterse a tres rondas de fertilización in vitro, pero tampoco tuvo éxito.
Casi sin esperanzas, y ya con 51 años se sometió a otro tratamiento en una clínica de Barcelona, una que aceptaba tratarla a su edad avanzada.
Cuando ya daba todo por perdido, se animó a un último intento. Le implantaron los últimos dos embriones congelados que quedaban en la clínica y sucedió el milagro: estaba embarazada.
Lamentablemente, Naomi perdió a uno de los bebés a las seis semanas de embarazo debido a una condición conocida como el síndrome del gemelo evanescente.
Finalmente, en 2012 nació su hija Sadie cuando Naomi tenía 51 años.
Foto | Arkansas ShutterBug en Flickr En Bebés y más | "No os rindáis nunca": ha conseguido ser madre a los 65 años tras intentarlo toda la vida, El estrés en los tratamientos de fertilidad