Una de las claves es conseguir la atención de los niños. Para ello, debemos usar un lenguaje sencillo, que sea fácil de entender. Podemos ayudarnos de diferentes tonos de voz, de movimientos de manos, así como de otros recursos expresivos como gestos con los ojos o la cara. No es necesario que forcemos exageradamente la voz.
También es importante encontrar el momento adecuado para que el o los pequeños oyentes estén exclusivamente concentrados en oír el cuento, sin cosas alrededor que puedan distraerlos. Repite las frases tantas veces como sea necesario. Volver a escucharlas le hará descubrir cosas que tal vez antes no había notado. Igualmente, si quiere escuchar siempre el mismo cuento… algo especial tendrá.
Si se cansa o se duerme a la mitad del cuento, podemos marcar la página y seguir al día siguiente para comenzar a crear el hábito de un buen lector.
Si todavía son muy pequeños para comprender un cuento, podemos inventar historias básicas a partir de las imágenes de un libro de forma que puedan entenderlas.
Los libros nos facilitan las cosas, porque las historias ya están inventadas, pero si te animas a inventar tus propias historias, descubrirás el verdadero placer de crear y contar cuentos. Y lo más importante, estimularás su imaginación.
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