Cómo debe ser una cuna para considerarla segura

En Bebés y más solemos hablar mucho de colecho porque entendemos que la mayoría de niños, si respetamos sus necesidades de afecto y seguridad, acaban durmiendo con los padres en la misma cama.

Esto, sin embargo, no es excluyente de que puedan dormir en una cuna, primero porque hay niños que no quieren dormir junto a sus padres (pasan calor, se mueven demasiado, se despiertan cuando los padres se mueven, etc.), y segundo porque hay padres que, simplemente, prefieren que cada cual tenga su sitio definido a la hora de dormir.

Los niños, sin embargo, no pueden dormir en cualquier sitio y, de igual forma que cuando se colecha hay que tener en cuenta ciertas normas para que no sea peligroso, las cunas deben tener ciertas características para ser consideradas seguras. Vamos a ver a continuación cómo debe ser una cuna para poder considerarla segura.

Qué tiene que tener una cuna para ser segura

  • La cuna tiene que estar homologada. En el BOE se recogen las normas y directrices que deben seguir los fabricantes para hacer de una cuna un lugar seguro para el sueño de los niños. La normativa europea vigente a fecha de hoy es la UNE-EN 716-1:2008. A la hora de comprar una cuna deberemos cerciorarnos de que cumple esta normativa.

  • Que tenga una distancia correcta entre los barrotes. La distancia no debe ser ni muy pequeña, donde pueda quedar atrapado algún dedo, ni muy grande donde pueda entrar la cabeza, por ejemplo. La distancia correcta estaría entre los 4,5 y 6,5 cm.

  • Que no esté fabricada con materiales tóxicos. Esto es de lógica, pero hoy en día vete tú a saber… los materiales no pueden ser tóxicos para el bebé. Cabe la posibilidad de que chupe los barrotes e incluso de que, cuando crezca y se aguante de pie, mordisquee la barandilla.

  • Que la barrera se fije fuertemente cuando no tenga que moverse, para que sólo papá y mamá sean capaces de bajarla y subirla.

  • Que el ancho mínimo de la cuna sea 60 cm y que sea al menos 20 cm más larga que el niño. La altura de la base de la cuna, donde va a dormir el bebé, tiene que ser también modificable: desde unos 60 cm desde el suelo al principio hasta 30 cm cuando el niño crece y bajamos la base.

  • No debe tener protecciones ni chichonera. Hasta ahora se utilizaban para que el niño no se hiciera daño, pero cabe la posibilidad de que se acerque demasiado a ellas y no pueda respirar bien.

  • Tener las decoraciones, pegatinas o dibujos bien pegadas o pintadas, para que el niño no pueda arrancarlas.

  • Contar con ruedas que puedan bloquearse (al menos deberían poder bloquearse dos). Cuando el bebé se ponga de pie deberemos alejar la cuna de ventanas, sofás o camas para evitar que pueda utilizarlos como ayuda para salir. Además, habrá que bajar el colchón a una posición más baja para impedir que salga solo.

  • No debe haber cojines, ni peluches, ni ropa de cama suelta.

  • El colchón tiene que ser adecuado para la cuna que se tenga. De este modo quedará bien ajustado y no habrá huecos donde el bebé pueda quedar atrapado de algún modo.

Pero yo la he heredado y es imposible que esté homologada según esa normativa

Muchas veces se aprovechan cunas antiguas, prestadas o heredadas de uno mismo (nosotros tuvimos durante un tiempo la cuna en la que dormía mi mujer de pequeña, aunque nadie llegó a dormir en ella, me temo).

En ese caso es imposible que estén homologadas según una normativa del año 2008, así que deberemos hacer una revisión de la cuna para ver si cumple todo lo expresado anteriormente (medidas, espacio entre barrotes, barrera movible,…) y verificar lógicamente que la madera está en buen estado, que no hay astillas, tornillos, remaches ni ningún saliente peligroso a la hora de dormir, así como ninguna punta o esquina que pueda ser peligrosa cuando el bebé esté fuera, gateando o caminando alrededor de la cuna.

Un último consejo que hará de la cuna un lugar aún más seguro

Además de todo lo comentado queda aún un último consejo que hará que la cuna sea un lugar aún más seguro y que no tiene que ver con su construcción, sino más bien con el lugar en el que se ubica.

Cada pareja debe decidir dónde quiere que duerman sus hijos, de esto no hay duda, sin embargo yo siempre aconsejaría que, sea en otra cama separada o sea en una cuna, padres e hijos estén juntos en la misma habitación.

El por qué es muy lógico: no todo lo que le puede pasar a un bebé por la noche está relacionado con su cuna. A veces se atragantan con sus propias babas, a veces regurgitan, a veces sube la fiebre sin darnos cuenta, a veces vomitan, a veces… y aunque la mayoría de las veces se quejan lo suficiente como para que se les pueda oír desde otra habitación, siempre nos enteraremos antes y siempre llegaremos antes si estamos más cerca, es decir, en la misma habitación.

Fotos | janineomg, Julie, Dave & Family en Flickr
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