A lo largo del año tenemos diversas fechas que conmemoran o celebran diferentes ocasiones, personas o valores, y una de ellas es este día: San Valentín. Es una fecha en la que celebramos el amor y la amistad, dos bellos sentimientos que compartimos con las personas que nos rodean.
Y aunque solemos relacionar esta fecha con el amor de pareja o la amistad que tenemos con nuestros amigos, hoy quiero invitarte a celebrar algo que también es muy especial, y que incluso, es el amor más grande, dulce y poderoso: el de nuestros hijos.
Cuando nos convertimos en madres y padres, comenzamos a experimentar y vivir una nueva clase de amor, muy distinta al amor que solíamos conocer antes de tener hijos. Es un amor nuevo, diferente, y sin duda, muy especial.
Nos damos cuenta que tenemos una capacidad mayor para amar, al sentir cómo nuestro corazón se desborda con todo ese sentimiento que nos invade al pensar y estar con nuestros hijos.
Hace algunos días, te hablaba de que no existe amor más puro, tierno y sincero como el que te tienen tus hijos cuando son pequeños, y precisamente va de la mano con el mensaje que quiero compartirte en este día, en el que el amor es el centro de atención.
Es cierto, San Valentín suele ser una fecha que se enfoca más en celebrar el amor que tenemos en pareja, pero en esta ocasión, me gustaría que te detuvieras un momento a pensar en el amor entre padres e hijos. Específicamente, en el de ellos hacia nosotros.
Y es que es un amor tan distinto a todos los demás, que creo que merece que lo celebremos, reconozcamos y agradezcamos. Muchas veces por las prisas diarias, las actividades que tenemos que hacer y todos los pendientes dentro de casa, podemos no ser tan conscientes de que tenemos frente a nosotros un amor único y especial.
Por eso hoy quiero que además de celebrar con tu pareja, amigos o familia ese precioso lazo sentimental que los une, celebres, disfrutes y honres también el bello amor que tienen tus hijos hacia ti, especialmente si aún son pequeñitos.
Cultivar el amor con nuestros hijos es algo que comienza desde sus primeros meses de vida y de lo cual ellos solitos van regalándonos muestras de ese hermoso sentimiento a lo largo de los años, a través de pequeños gestos, palabras y actos.
Encontramos su amor a través de un besito, un abrazo apretado, una caricia en nuestro rostro, un "mami/papi, ¿jugamos juntos?", o esos pequeños detalles que tiene con nosotros, como llevarnos una flor, que para ellos es un gran tesoro y una tierna forma de mostrarnos cuánto nos quieren.
A veces veo a mi hija y me asombra ver cómo en esa personita tan pequeña cabe tanto amor incondicional, lleno de ternura e ilusión. Los primeros años de la infancia pasan volando, y es cuando podemos sentir de una forma más palpable ese amor de los hijos hacia mamá y papá.
Por eso, no dejemos pasar de largo esta preciosa etapa en la que nos regalan ese amor tan grande, dulce y poderoso. Guardemos un espacio o dediquemos todo este día a disfrutar, agradecer y celebrar el amor de nuestros hijos, abrazándolos y achuchándolos, porque el tiempo vuela.
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