Se acerca la Navidad y es buen momento para reflexionar sobre los regalos de los niños. A veces se acumulan los regalos en una espiral que no es buena para ellos en muchos sentidos. Veamos por qué tener muchos regalos no beneficia a tus hijos.
Probablemente hayáis sido testigos otros años de cómo muchos de los pequeños han recibido regalos a un ritmo trepidante, de modo que aún no han tenido tiempo de destapar un paquete, apenas descubrir lo que hay en su interior, y ya tienen otro al lado por desenvolver. O unos cuantos. Y así, un regalo tras otro.
Carencias emocionales, compensación porque nos sentimos culpables por pasar poco tiempo con ellos, porque nosotros (o los abuelos) no tuvieron todos los regalos que hubieran querido (o hubiera querido hacer), porque se da demasiada importancia al valor económico, porque es el único niño de una gran familia... En fin, hay razones variadas para cometer este error que se volverá en contra de nosotros.
Y aunque incluso se recomiende tener pocos juguetes por "prescripción médica", pocas son las familias que logran mantener esa cuota de regalos en estas fechas. Veamos las razones para intentar reducir el número de presentes que reciben nuestros hijos en Navidad.
Que les pasa a los niños que reciben muchos regalos
El exceso de regalos puede sobreestimular a los niños (y llevarlos a la apatía como vemos más adelante). Esta necesidad de pasar de uno a otro regalo les sobrecarga, no pueden dar rienda suelta a su necesidad de investigar y de probar, no pueden atender a todo.
Muchos presentes también reducen el nivel de tolerancia a la frustración, creen que obtienen todo lo que piden y en cuanto esto no se produce muestran una gran frustración, decepción, enfado... Y hay que saber gestionar este sentimiento, ya que nunca en todos los momentos de la vida se consigue absolutamente todo lo que se desea.
Si se consiguen todos los regalos sin esfuerzo, se puede apagar el afán de superación. Las pequeñas carencias son un motor que les hace seguir a los niños teniendo deseos, creatividad, imaginación, ganas de superarse...
Tener muchos obsequios pone límites a la fantasía, frena la imaginación y, aunque parezca imposible, se fomenta el aburrimiento ya que se pasa de uno a otro juguete sin aprovecharlo, sin disfrutarlo.
Además pueden convertirse en niños (y más tarde adultos) continuamente insatisfechos, por ello es mejor advertirles previamente de que sus peticiones en la carta a Papá Noel o a los Reyes tendrán límites.
Si le regalamos a un niño todo lo que pide, le transmitimos la pérdida de valor sobre lo que tiene, y es importante que aprendan a valorarlo.
Los niños pierden el interés cuando se acumulan los juguetes. Aunque en el libro de regalos hayan marcado la mayoría de artículos y no queden páginas sin señalar, verdaderamente en la realidad de casa solo muestran interés por pocos juguetes, el resto quedan como "accesorios". Intenta indagar qué es lo que más le hace ilusión y reparte esos juguetes entre las distintas cartas que escriban los familiares, para otra ocasión (cumpleaños)...
Pierden la ilusión por la novedad, dan por supuesto que lo van a tener todo, no hay sorpresa. Cuando se acumula regalo tras regalo, no aprenden a saborearlos, a disfrutarlos. Llegan a la apatía, pierden la ilusión, no se centran en cada regalo para disfrutarlos plenamente sino que pasan de uno a otro como si fueran "poca cosa". Un consejo: guarda algunos juguetes para más adelante.
No disfrutan de los juguetes y esto sucede sobre todo si no nos detenemos a disfrutarlos con ellos, si no le dedicamos tiempo a cada regalo y recuperamos el valor del acto de jugar, tan importante para los pequeños. Menos regalos, más tiempo de juegos y juego "de calidad" con los peques.
Se promueve una tendencia consumista de cara al futuro (pues, lo queramos o no, en algún momento descubrirán quién hay detrás de los regalos, crecerán y probablemente sigan el mismo camino de excesos consumistas).
Si nosotros no lo hacemos, los niños no valoran el esfuerzo que hay detrás de cada detalle, pueden llegar a pensar que es igual para todos los pequeños y no conocen las carencias de otros muchos, desconectándose de la realidad. No pretendemos que conozcan todas las penurias del mundo, pero sí es necesaria una labor de los padres en el sentido de mostrarles lo afortunados que son y, en la medida de lo posible, que entiendan que hay que repartir los esfuerzos de Papá Noel o los Reyes, no tener veinte regalos en casa y que haya niños que no tengan ninguno.
Finalmente, una pregunta que conviene que nos hagamos. ¿Realmente necesitan nuestros hijos tanto juguete? Incluye en la carta regalos prácticos o de ocio que no son juguetes para que los disfruten de una manera diferente (y muchas veces mejor, en nuestra compañía).
En definitiva, aunque muchas veces sea complicado evitar la avalancha de regalos, será positivo para los niños no tener tantos regalos en Navidad, para ellos, para nosotros, para nuestros bolsillos, para el medio ambiente... Y tal vez, además, lleguen más regalos a otros rincones del mundo.
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