La leche materna es el alimento idóneo para el lactante pequeño, ya sea de manera exclusiva durante los 6 primeros meses o como alimento mayoritario durante el segundo semestre de vida. Sin embargo a partir de los 12 meses cabe preguntarse cuál es el tipo de leche más adecuada, ya que en esta edad, aunque la lactancia materna sigue siendo posible y recomendable, se mantiene de forma limitada en la mayoría de casos.
En el mercado existen numerosas leches de crecimiento para tomar a partir del año, cuya composición resulta de lo más heterogénea debido a que su fórmula no está regulada de forma específica. A continuación te ayudamos a elegir la mejor para tu bebé enseñándote en qué componentes debes fijarte en su etiquetado, y cuál es su eficacia para cubrir las necesidades nutricionales de esta etapa en comparación con la leche de vaca.
¿Por qué es importante mirar la etiqueta?
La composición de las leches de continuación disponen de una legislación nacional y europea específica, pero no es el caso de las leches de crecimiento. Como consecuencia, la composición de estas en España es muy variada.
En algunos casos se asemeja a la de las fórmulas de continuación, pero en otros se parece más a la de la leche de vaca, lo que supondría un aporte proteico poco adecuado para un pequeño de esta edad.
Por este motivo es muy importante fijarnos en su etiquetado para encontrar la más adecuada para nuestro bebé, poniendo atención especialmente en que no tengan azúcar añadido y tan solo contengan el azúcar natural de la leche (lactosa). Como la regulación actual sobre etiquetado impide diferenciar entre ambos tipos de azúcar (aparece en el epígrafe “Hidratos de carbono / de los cuales azúcares”, es aconsejable buscar la leyenda “sin azúcar añadido” para estar seguros de que realizamos la elección correcta.
Una adecuada leche de crecimiento debería tener una menor cantidad de proteínas que las de vaca, y estar suplementada con los nutrientes necesarios para este periodo de vida.
La composición idónea de una leche de crecimiento
Para cubrir las necesidades específicas de esta edad una buena leche de crecimiento ha de tener un contenido proteico reducido y un perfil lipídico modificado y más equilibrado. Por consiguiente, tiene que incorporar mayor cantidad de ácidos grasos poliinsaturados (como el Omega 3 DHA) y monoinsaturados, y reducir el contenido en grasa saturada.
Además, una buena leche de crecimiento debe contener minerales y vitaminas en cantidades adecuadas y no debe tener azúcar añadido. Teniendo esto en cuenta, a la hora de mirar su etiqueta, debemos fijarnos en los siguientes valores:
Hidratos de carbono. La leche de vaca aporta unos 4-5 g de lactosa por 100 ml de leche. La leche de crecimiento, además de la lactosa, contiene en muchas ocasiones azúcares añadidos como sacarosa, miel o fructosa, que deben figurar también en la lista de ingredientes.
Grasas. La leche de crecimiento promedio tiene alrededor de 3g de grasa total por cada 100 ml. Es un contenido bastante similar al de la leche de vaca, pero en este caso se debe sustituir parte de la grasa saturada por grasa de origen vegetal o por aceite de pescado. Así se aumenta el contenido de ácidos grasos insaturados y esenciales, como el omega-3 DHA, beneficiosos para el crecimiento y desarrollo mental del niño.
Proteínas. Su cifra ha de ser preferiblemente inferior a la de la leche de vaca que suele tener algo más de 3g por cada 100 ml. para rebajar la carga proteica. Un exceso de proteína en la dieta de los niños de corta edad se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta.
Vitaminas. Estas leches suelen estar enriquecidas con vitaminas y es especialmente relevante la presencia de la vitamina D (que en la leche de vaca es escasa y no llega a cubrir las necesidades del niño) ya que es vital para la absorción del calcio y, por tanto, para el desarrollo de los huesos.
Minerales. En este apartado cabe resaltar la presencia de hierro que debe mostrarse en proporciones superiores a las presentadas en la leche de vaca (más de 1mg por cada 100ml), que resulta deficiente en este aspecto.
También cabe esperar la presencia de otros componentes que permitan asemejar la leche de crecimiento a la leche materna y, además, cubrir las recomendaciones de nutrientes para edades entre 1 y 3 años. Por ejemplo: probióticos (organismos vivos) y prebióticos (fructoligosacáridos) con el fin de mejorar la flora intestinal.
¿Es eficaz la leche de crecimiento?
Una dieta equilibrada sería suficiente para cubrir las necesidades nutricionales de los niños. Sin embargo, en nuestro medio es frecuente que se consuman algunos nutrientes en exceso (como las proteínas) y se ingieran cantidades insuficientes de otros.
El estudio ALSALMA, es el primer estudio español sobre la ingesta dietética en niños de 0 a 36 meses llevado a cabo por 200 pediatras de todo el país con una muestra representativa de casi 2.000 niños. Dicho estudio reveló un consumo excesivo de proteínas y un bajo consumo de AGP, vitamina D, hierro y ácido fólico, sobre todo en los menores de más de un año.
Los resultados del estudio ponen en relieve el riesgo de sobrepeso infantil y el déficit en la ingesta nutrientes esenciales debido al desequilibrio de la dieta y a otros factores como gustos alimentarios en proceso de definición del niño, el estilo de vida de las familias, etc.
En este contexto merece una mención especial el tipo de leche que deben consumir los niños pequeños, por ser un alimento básico en su dieta. La leche de vaca aporta el 32% de las proteínas en niños de 13-24 meses, y el 28% en niños de 25-36 meses de edad. Es decir: la leche de vaca no modificada contribuye, en gran medida, a los altos aportes proteicos encontrados en su dieta (aproximadamente un 18% del VCT).
Por otra parte, presenta una baja cantidad de otros nutrientes esenciales como la vitamina D o el hierro. Por ello, si se consume en elevadas cantidades, puede contribuir a una ingesta inadecuada de nutrientes y a una deficiencia de hierro.
Por estas razones, especialmente en los niños con dietas desequilibradas o con necesidades nutricionales especiales, es más adecuado proseguir con una leche de fórmula hasta los 2-3 años de edad. Las de continuación son fórmulas lácteas destinadas a lactantes de 6-12 meses. Para ayudar a paliar algunas de las deficiencias nutricionales de 12 a 36 meses, la de crecimiento es la única leche especialmente formulada.
Cambiar el vaso de leche clásica por uno de leche de crecimiento es un pequeño gesto que puede marcar una gran diferencia con impacto nutricional claro en la dieta del niño.