Lo fácil es teorizar, lo complicado es ponerse en los zapatos de los demás y es evidente que cuando la noticia sale de los márgenes de lo “normal” es todo más complicado. El drama está ahí, que un ejemplar de una especie en peligro de extinción, como es el gorila de espalda plateada, haya tenido que ser sacrificado por un accidente en el zoo de Cincinnati es algo terrible.
Enseguida la madre ha sido señalada (y acosada en las redes) como responsable de la muerte del animal por la falta de supervisión hacia su hijo. Juzgar es fácil, pero ¿es justo responsabilizar a la madre por la conducta imposible de predecir de un niño de cuatro años? Dejemos de culpar a la madre del niño por la muerte del gorila Harambe.
Una visita al zoo que parecía perfecta
Sábado, un día perfecto para ir al zoológico más cercano con los niños.
Gorras, cremas solares, alguna botella de agua, dinero suelto por si hay que comprar algo en alguna máquina expendedora, pañales para el bebé, algo de ropa limpia para cada uno de los cuatro niños.
Salir de casa con todo previsto cuando llevas a tres niños y a un bebé al zoo no es tarea sencilla pero el plan puede ser muy divertido.
Todo transcurre con la normalidad a la que los niños nos tienen acostumbrados hasta que llegas a la zona de los gorilas. “Mamá yo quiero ir con los gorilas” dice uno de los niños, el que está en torno a los 3-4 años. Y ni corto ni perezoso allá va, literalmente, algo que no podías ni imaginar.
Antes de que puedas reaccionar, teniendo en cuenta que tu reacción va a estar condicionada por los otros tres niños y el bebé que reclaman su cuota de atención cada uno y que aunque estés con mil ojos a veces las reacciones de los niños nos sorprenden más de lo que podíamos imaginar; el pequeño de casi cuatro años trepa la valla de algo más de un metro de altura, cruza la zona de arbustos de metro y medio de ancho y se cae al foso de los gorilas.
Se cae. Una caída de más de cuatro metros. Se acaba de parar el mundo. A pesar de la altura el pequeño parece que está bien pero un enorme ejemplar de gorila de espalda plateada de 190 kilogramos de peso se acerca hasta él. La gente está viendo la escena espeluznada, la madre no puede ni pensar lo que está ocurriendo, se oye a una mujer gritar “Mami te quiere”, es la madre del niño que no sabe qué ha pasado ni cómo ha ocurrido qué no sabe qué puede hacer ahora y que sólo se le ocurre recordarle a su hijo que esa es una realidad: mami te quiere hijo.
Se para el tiempo
Diez minutos de reloj son los que tardan en decidir las autoridades del parque zoológico que la única solución para asegurarse de que se salva la vida del niño que ha caído es abatir al gorila.
Diez minutos son muy pocos para tomar una decisión así pero esos mismos diez minutos para una madre duran lo mismo que si se hubiera parado el tiempo, se hacen eternos, no acaban nunca.
Aunque Harambe no tenga una actitud agresiva con el pequeño le coge con una fuerza muy superior a la de un humano, le zarandea sin mala intención y en algún momento deja su cabeza en el agua.
Diez minutos tras los cuales el pequeño es trasladado a un hospital con pronóstico grave. Diez minutos en los que la sensación de que lo vas a perder y el sentimiento de culpabilidad te han hecho un nudo en la garganta que casi no te ha dejado ni respirar.
Gritos del público, disparos de los responsables del zoo y todo ello en diez minutos entre lágrimas de sus hermanos y de sus padres que no saben cómo de pronto la vida de su hijo está en las manos de un gorila.
Y cuando todo ha pasado, cuando al niño incluso le han dado el alta en el hospital, cuando lo que queda es masticar esa pesadilla que ha sido ir al zoo el sábado con los niños y tratar de olvidarla, resulta que la gente que no estaba allí cree que tú, su madre, tienes una gran parte de culpa.
Hasta el punto de que más de 450.000 personas están firmando una petición por la que exigen justicia para el gorila Harambe y que a ti como madre se te haga responsable también de su muerte.
Como la propia madre del niño comentaba en su página de facebook cuando su hijo ya estaba en casa, por alguna razón
"..como sociedad, somos muy rápidos a la hora de juzgar cómo un padre puede quitar los ojos de encima de su hijo. Quienes me conocen saben que vigilo de cerca a mis niños. Pero los accidentes ocurren".
Lo fácil siempre es juzgar, lo difícil es ponerse en los zapatos de los demás y cada uno, que asuma su parte de culpa.
En Magnet | La muerte del gorila Harambe: ¿tenemos el derecho de matar un animal para salvar una vida humana?