Ese es el lema de este año, el que se ha designado desde la Asamblea General de Naciones Unidas para este Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra hoy: “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación.”
Desde 1972, se pretende los días 5 de Junio de cada año, sensibilizar a la opinión pública con la necesidad ineludible de preservar y mejorar el medio ambiente, nuestro mundo, nuestro planeta, nuestro presente y el futuro de nuestra humanidad.
Siete mil millones de sueños
Concretamente el pasado 31 de octubre de 2011 alcanzamos los siete mil millones de habitantes, según estimaciones de la ONU. En este organismo llevan décadas preocupados por el ritmo de crecimiento de la población mundial.
Para 2050 las estimaciones acercan la cifra a los 9.600 millones de personas. Las dudas siguen siendo las mismas ¿cómo se puede alimentar una población mundial que no deja de crecer en un planeta con unas limitaciones como el nuestro?
Un solo planeta
Muchos de los ecosistemas del planeta se encuentran en un punto crítico, los recursos es más que evidente que son limitados, que el planeta no puede producir de todo y para todos o quizás sí.
Los datos de la FAO señalan que ya hoy se están produciendo alimentos para 9.000 millones de personas pero es evidente que si a pesar de eso 800 millones de personas sufren de malnutrición crónica en el mundo, algo estamos haciendo muy mal.
Consume con moderación
Seguimos consumiendo muchos más recursos naturales de los que el planeta puede proporcionarnos de manera sostenible.
Tenemos que conseguir mediante un desarrollo sostenible y no sostenido como el que tenemos en la actualidad, que aumente la calidad de vida de las personas sin que se agrave la degradación del planeta y sobre todo sin comprometer los recursos y las posibilidades de las futuras generaciones.
Tenemos que cambiar
Quizás el mejor motor de cambio para conseguirlo sean nuestros propios hijos.
Quizás sean ellos los que aprendan y nos obliguen a consumir menos, consumir productos que requieran menos energía, menos agua y otros recursos, que nos obliguen a desperdiciar menor alimentos que contaminen menos en su producción, en su transporte y que no generen basuras que tarden décadas en ser recicladas.
Quizás nos demos cuenta a tiempo de cómo nuestra forma de vivir nos está perjudicando a nuestra propia salud y obviamente a la de nuestros hijos.
Quizás seamos conscientes a tiempo de que podemos cambiar y salir de nuevo a entornos naturales para conocer lo que debemos proteger entre todos.
Quizás sepamos enseñan a nuestros hijos a ser pequeños activistas que participen en iniciativas proteccionistas, que aprendan haciendo y no sólo leyendo en los libros o escuchándonos a nosotros, los adultos.
Quizás más pronto que tarde aprendamos a movernos de otra manera por nuestra ciudad y a hacerla más habitable y no sólo para los adultos sino también para los niños, con lo que eso implica de contaminación atmosférica, de calentamiento global y de efecto invernadero.
Quizás aprendamos a exigir que las energías alternativas, limpias, no contaminantes nos ayudarán a no parar el mundo, a permitirnos a nosotros y a nuestros hijos seguir creciendo y conviviendo en un entorno que no hayamos convertido en un desierto o aún peor.
Nuestro impacto ecológico está siendo devastador pero se nos olvida que lo estamos haciendo en el planeta que nuestros hijos nos han prestado y se lo estamos destrozando sin miramientos ni remordimientos.
Fotos | iStockphoto
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